Por Francisco Sierra Corrales
Una de las
cosas por lo cual el socialismo o comunismo −para los efectos propagandísticos
psicológicos, es lo mismo− fue desprestigiado y no triunfó en el siglo XX, fue
porque utilizó los mismos métodos represivos y de censura del capitalismo,
pudiendo haber dado más libertad y censurar menos puesto que si era la verdad y
era el curso de la historia, ella terminaría imponiéndose en un debate abierto
y franco, por más difamación y calumnia que hubiese habido por parte de la derecha;
pero hicieron todo lo contrario, primero lo hizo el stalinismo, y luego el
resto de la izquierda: reprimir, censurar, no dejar que hubiese libertad de
crítica.
Pero a la
critica a la que me estoy refiriendo es a la crítica interna, a la critica que
sale del mismo campo, que pudiese llamarse autocrítica; no es la crítica de la
derecha y a esa es a la que más le teme lo que hasta ahora ha sido la
“izquierda oficial” o “el socialismo real”.
Pero esa
falla fue así y ha quedado grabada en la historia como tal. Ahora lo que me
parece inaudito y fuera de lugar es que en el siglo XXI, en el año 2013,
aparezca un “neo-stalinista”, un dinosauro en extinción, dando por válido y
cierto el discurso de Joseph Stalin de los años 20 del siglo pasado.
Me estoy
refiriendo a una tal Rafael Febles, quien aparece como “toda una autoridad”
opinando sobre el caso de Alberto Nolia, y el tipo, utilizando los argumentos
que utilizaba el propio Stalin en los años 20 condena a Nolia porque…“Se le fue
el Yo-Yo” Es decir, según él, Nolia ante las fallas tan evidentes e
infuncionales de la ley de desarme que están a la vista de todo el mundo; ha
debido haberse quedado callado, ya que estaba en un canal que lo paga el
estado. Con argumentos de esta calaña, sí es verdad que estamos involucionando
a la Venezuela del año 36. Ya lo estamos haciendo desde el punto vista sindical
y de la ley del trabajo, regresando al discurso sindical y laboral del año 36,
como si esa institución no estuviese desde hace rato desprestigiada para los
trabajadores, en el ámbito global, quienes se han sentido traicionados más por
sus líderes, que hasta por los mismos patronos, quienes tienen en los
sindicatos un aliado, un caballo de Troya.
La verdad es
que el discurso de este tipo es el de un capitalista cualquiera, quien condena
y criminaliza la crítica, pero de “izquierda”, es decir es la izquierda
existente, buena para nada, que es el principal sostén del imperialismo yanqui.
Mientras exista esa izquierda, no solamente habrá otro siglo americano sino, al
igual que Roma, un milenio americano.
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