El telón que
se pretendía bajar para los trabajadores de DIANA fue hecho rasgado, parecía
que se podía cometer un atropello contra l@s trabajador@s que desde hace un
lustro vienen haciendo que la industria alimentaria venezolana se lubrique.
Como en una
puesta en escena los medios “públicos” o sea los medios del gobierno guardaron
silencio, los medios de Valencia los impresos callaban o intoxicaban con
noticias que no tenían que ver con el caso más emblemático que se estuvo
viviendo en la región.
Y como el
once, doce y trece de abril se jugaba a no decir nada a pesar de estar en juego
la producción de aceites, grasas y derivados comestibles del país, sólo la
palabra de su “excelencia” Osorio era tomada en cuenta y se trataba de
convertir a esquiroles en héroes de una empresa donde los trabajadores son su
activo más importante. L@s trabajador@s como en las peores épocas del
Puntofijismo estuvieron fuera del aire y al igual que en el caso Sabino y
Conrado la palabra fue clausurada, si la palabra que defiende la causa de los
parias de la tierra se silenciaba en la pantalla, en la radio y en la prensa
impresa del “sistema nacional de medios públicos” o sea del gobierno.
La victoria
así fue doble por un lado se demostró que los trabajadores podían y debían
asumir las riendas del patrimonio de la republica en este caso DIANA y por otro
lado los medios comunitarios daban una hermosa batalla en contra de un silencio
decretado por las cúpulas. La dirigencia se volvió un fenómeno colectivo y la
participación de las comunidades transformo y nos transformo en lo que nunca
hemos dejado de ser trabajadores y defensores de los nuestros, de nuestra clase
y de nuestros derechos como pueblo de poder decidir hacia dónde va y para quien
es la producción.
Los medios
no oficiales y tampoco los del gran capital comentaron, informaron, analizaron
el valor del conflicto que se presentaba y solo las ventanas de muchos modestos
espacios de la red, de radios comunitarias, de la propia radio que funciona en
las instalaciones de DIANA informaron y nos daban luces acerca de lo que
acontecía.
Me comuniqué unas veinte o treinta veces con mi amigo Antonio Rodríguez, hoy trabajador de
esa empresa, y lo pude escuchar como en sus mejores tiempos de estudiante
universitario denunciando el acoso laboral, la persecución y la mentira a que
fueron y eran sometidos desde diferentes espacios de poder, el silencio
cómplice de nuestros “representantes” ante las instancias legislativas, ejecutivas
y judiciales y su “no intervención” en una realidad donde una derrota se
convertiría en una derrota de toda la clase trabajadora del país y del legado
del pueblo y de Chávez, y de Chávez como hijo del pueblo, hijo de trabajadores.
Sabíamos o
al menos intuíamos que se podía esperar poco y que la palabra “disciplina”
sería utilizada como muletilla para no dar la cara por los nuestros , por los
que llevan el pan a nuestra mesa y es que “si la patria es el hombre” como
diría el padre cantor Ali Primera, la empresa DIANA es parte de la patria y a
ella se debe y pertenece y quien mejor que sus trabajador@s para defender,
proteger y respetar el lugar donde laboran, discuten, razonan, producen para
todos y por ellos claro está.
Los medios
comunitarios avanzaron creo que como nunca antes a veces sometidos al escarnio
y otras veces sometidos al chantaje o al corrillo mal intencionado, lo cierto
es que de nada valió el intento de silenciar el ruido que los trabajadores de
todas partes hacían en contra de un patrón que desconoce la opinión de los que
están allí.
Lo cierto es
que una vez más los medios verdaderamente públicos y no los medios del gobierno
confrontaron el silencio decretado, el cerco mediático quedo hecho añicos y
Mendoza y sus aliados de medio pelo se quedaron con las manos vacías, pero
debemos estar alertas, el silencio ante las luchas de los trabajadores, el no
tomar partido frente a la omisión de algún@s debe ser roto. Por ahí está la
palabra no basta con protegerla debemos darle uso cuantas veces sea necesario.
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