martes, 30 de julio de 2013

La Guarura Impresa Nº 5

Centrales
Flujogramas

MOVIMIENTO, DESCENSO Y RESPUESTA 

Editorial 

En amplias franjas del movimiento popular existe un marcado sentimiento de derrota, apatía y desesperanza que se expresa con mucha fuerza a partir de las elecciones del 14 de abril, y se ahonda con el pasar de los días. Es algo muy evidente como para no notarlo. Tentativamente mencionaremos tres posibles causas que posibilitan esta situación:

 1. El debilitamiento de un proyecto político que comienza a acusar signos de agotamiento, caracterizado no sólo como estancamiento, sino como un retroceso político, y cuyo signos más importantes se encuentran en la desbocada burocracia y corrupción que tiende a una verticalización creciente de la sociedad.

 2. La muerte del Comandante Chávez que aparece en solitario como el gran y único convocante, lo cual pone fin a un período de certidumbre y seguridad alrededor del hombre fuerte que sabe hacia dónde va, marcando el ritmo y el rumbo del proceso revolucionario, siendo el gran organizador del entusiasmo popular.

3. La nueva dinámica presidencial desarrollada por Nicolás Maduro que comienza a mostrar el costo de una forma de pensar, decir y hacer la política ajena a toda participación popular crítica, ya presente con Chávez, pero acentuando la enfermiza manía de la cooptación y la usurpación de la soberanía popular: otra vez el PSUV como maquinaria bendita de la despolitización y desmovilización del movimiento popular. 

Movimiento y reflujo

 Dicen algunos que el ABC de todo proceso revolucionario en función de la construcción del socialismo –incluido el socialismo del Siglo XXI– supone resolver a favor del trabajo y de la tierra las contradicciones presentes, entre ellas la contradicción capital-trabajo-tierra (la trinidad de Marx). Si hay revolución, hay lucha de clases; sectores de clase o estamentos de éstas que expresan fielmente los intereses y tendencias política-ideológicas confrontadas, que asumen en su desarrollo todas las formas de lucha posibles. El reflujo y su lectura tienen que ver en el fondo con la imposibilidad de resolver esta trinidad contradictoria en el marco de la relación entre pueblo revolucionario y el modelo burocrático-corporativo de gobierno. Pero el reflujo en sí se nota en forma evidente, por ejemplo, desde el momento en que nadie responde con fuerza a los asesinatos fascistas de Abril. Quietud total, se llamó a la desmovilización bajo la cubierta de la paz desde las altas esferas del poder y del partido. La derecha amenaza, el gobierno aparece como el gran cómplice ante tanta impunidad, y nada pasa.

 Sabemos −porque hemos comido de eso− que todo proceso liberador pasa por los momentos comentados; son circunstancias políticas muy particulares que dependen de determinadas condiciones presentes en la sociedad. Su duración es indeterminada temporalmente porque nunca se sabe con certitud cuándo vendrá el próximo estallido. La “gran bonanza petrolera” durante el gobierno de CAP obligó, de hecho, a las organizaciones revolucionarias a dar los grandes virajes “tácticos”, que terminaron por cierto en una suerte de claudicación negociada.

 La década de los 80, conocida como la década perdida que algunos llaman con alguna razón la década de las masacres, es otra expresión de un reflujo brutal del movimiento popular, y a finales de la década estalla el proceso popular constituyente con la gran revuelta victoriosa del 27 de Febrero del 89 para abrir cauce al proceso político actualmente en curso. Este descenso o reflujo nada tenía que ver por cierto con bonanza financiera alguna, por el contrario existió una situación de desastre económico continuado que el “Modelo Giordani” de capitalismo de Estado y discursiva socialista, nos puede aproximar de nuevo, y muy pronto luego de que el quiebre monetario y el despliegue de la inflación que ha explotado este año, quiebre al mismo tiempo el aparato rentistico en que se sustenta el Estado y el capital nacional.

Hay que recordar que un cristiano de los nuestricos, en una de las tantas conversas referidas al análisis e interpretación de la coyuntura en el plano político-social, planteaba ante nuestra incredulidad que después de las elecciones él “veía” un reflujo importante del movimiento popular. Pues bien esa visión o lectura de la realidad se está cumpliendo de forma rigurosa a nuestro juicio, la cual creemos debe leerse, sistematizarse y sacar las respectivas conclusiones de cara al futuro inmediato, porque esta paz o tregua producto de un precario y formal equilibrio de fuerzas, al igual que el cristal, se rompen brutalmente al menor error. Además del desarme ideopolítico, hay una quiebre político profundo y un problema generacional que mirar. De allí lo inexplicable e incomprensible que resulta para muchos que no han vivido los viejos tiempos donde las mareas se aquietaban sólo para anunciar el nuevo huracán.

Se trata entonces de comenzar a definir o visualizar las tareas que el momento como revisar y ajustar nuestra política que no fue diseñada para una coyuntura política como ésta. Ello supone a nuestro juicio abordar el análisis en profundidad, determinar su alcance y consecuencias, viéndolo en su transitoriedad. .

En medio de este mierdero tal vez tenga sentido hablar de un desplazamiento de la correlación de fuerzas sociales en pugna, lo cual se puede verificar cuantitativamente en los resultados electorales, ya que subjetivamente la mayoría absoluta nos dotaba de alguna certitud y seguridad con relación al futuro inmediato del proyecto político o individual, pero ésta se fue a la mismísima mierda. ¿Qué significa todo esto con relación al gobierno como gestor del proceso? ¿Cómo nos afecta como movimiento político de vanguardia?

Ciertamente si revisamos desde que era gobierno delegado hasta hacerse gobierno legítimamente electo, hay un proceso de desgaste muy pronunciado y que es ahí exactamente donde apunta su accionar político la derecha en búsqueda de la ansiada ingobernabilidad. Podemos decir que existe un desgaste mutuo, bilateral entre ambas fuerzas que muestran de alguna manera, por lo menos cuantitativamente algún nivel de paridad de fuerzas. Ahora bien, asumiendo que la táctica – en caso de existir – es de desgaste mutuo, ello supone en lo inmediato que el gasto mayor de fuerzas y recursos por ser eminentemente defensivo lo hace el gobierno para mantenerse en el poder. Porque de eso trata: o resistes activamente, es decir, insurges o te caes. Hasta aquí no aparecemos para nada como sujetos de la acción política sino en un ámbito pasivo, diríamos que como mirones, transitando por un reflujo atípico cuyo momento histórico se supone radicalmente diferente en su contexto, esto es, la existencia de un reflujo del movimiento popular en el marco de un gobierno revolucionario.

 El imperativo orgánico como respuesta 

 Colocados como actores fundamentales en el marco del proceso revolucionario que aspira sentar las bases para la construcción de una sociedad de trabajadores libremente asociados que aspira el gobierno sobre las cosas y no sobre los seres humanos, es indudable que tal vez hay más preguntas que respuestas, pero eso es parte del debate. No repitamos el error de hacer ideología en vez de política, tendemos a ser propagandistas pero no constructores.

La tarea inicial es la de re-organizarnos, para ello es necesario generar o impulsar políticas o acuerdos mínimos que apunten a la re-articulación del movimiento local, regional y nacionalmente para la construcción de la tan mentada orgánica. La línea denominada “La vuelta a la revuelta” expuesta en la primera Asamblea de Militantes de noviembre nos deja algunas bases mínimas en términos de las áreas a priorizar en la construcción orgánica que a grandes riesgos serían: Organización: Formación, Comunicación, Producción y Defensa, priorizando lo que haya que priorizar. Estos cuatro aspectos y los que surjan deben estar amarrados internamente, cerrándole la puerta definitivamente a nuestro liberalismo. Acordar desde una puesta en común, una política básica para esta coyuntura que mantenga firmemente articulada la orientación estratégica, sin que ella implique en sentido estricto un viraje táctico pero que nos permita estar en condiciones de poder cabalgar la coyuntura y superar los riesgos inminentes de una nueva diáspora e incluso afrontar la posibilidad de la desaparición del gobierno bolivariano.

Es un imperativo el establecimiento de responsabilidades colectivas e individuales, y para ello es necesario disciplinarnos porque la coyuntura lo exige. Una orgánica mínima debe contemplar entonces líneas básicas de responsabilidades. Definición de objetivos tácticos claros y posibles de cara a la coyuntura, que apunten hacia lo estratégico. Evaluación de desempeño lo que implica revocatorias del mandato. Desarrollo de una política comunicacional en dos planos: uno para consumo interno y otra para la calle a modo de apuntalar el trabajo político y el pueblo en lucha. Estos planteamientos deben ser válidos para los cuatro ejes señalados: Formación, comunicación, producción y defensa, definiendo el qué, el por qué, el cómo y para qué de la propuesta de organización y de una política.

 Definir esos espacios articuladores a lo “interno” nos debería permitir ordenar y relanzar políticas ya acordadas – si ella es correcta – por ejemplo: dentro de la “la vuelta por la revuelta”, plantearnos como consigna posible a tales efectos re-articuladores “Tu lucha es también mi lucha”. Se busca con ella facilitar el encuentro y conexión con el otro. Asumir orgullosamente nuestra postura rebelde, libertaria y revolucionaria, superar la desesperanza y las actitudes derrotistas que hoy nos impone esta difícil coyuntura. Sobre nuestros hombros descansa parte de la responsabilidad de re-construir desde los espacios territoriales concretos el tejido social y revolucionario hoy de capa caída.

 Si alguna fortaleza como perspectiva tiene el movimiento popular, esa es el Proceso Popular Constituyente, si así entendemos la consigna “sólo el pueblo salva al pueblo”, avanzo paralelamente en la re-construcción o re-composición interna, para luego ir por el otro igual. Es desde esta perspectiva que visualizamos nuestro aporte al proceso de reconstrucción política del tejido social y político del proceso revolucionario. Es esta la única fortaleza visible en el aspecto político, ideológico, cultural, organizativo y productivo del proceso político en curso. Chávez, hechura de este pueblo ya no está físicamente entre nosotros, y con esa realidad tenemos que vivir y estamos obligados ética, política e históricamente a trascenderla. Este pueblo aguerrido y Caribe debe prepararse para retomar la iniciativa política en el marco de un nuevo ascenso de las luchas populares, y si se quiere con armas y formas de organización inéditas y audaces, capaz de dar las respuestas oportunas para una nueva situación en la que la certidumbre la construimos los hombres y mujeres que hacemos y empujamos este proceso. Si no hay condiciones, nosotros debemos crearlas decía alguien. En realidad, objetivamente, las condiciones están ahí, es cuestión de ser capaces con una política en la calle de trascender el marco de la revolución política y dar el salto definitivo hacia la revolución social...

Volvemos por todos los Caminos !!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario