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Por Yuri Valecillo
Simplemente no puedo defender a Pedro Carreño. Y es que cada
vez que habla, encuentro la cura para mi insomnio, ya que esto de escuchar a
Carreño es de verdad aburrido, es como un baño de hojas de lechuga. Claro, de
vez en cuando impacta y la palabra no aburre y tampoco da sueño, provoca cierta
indignación, y claro, las pesadillas se presentan.
Pedro se comporta como un militante de derecha. Su palabra y
su postura cotidiana, su falta de formación, falta que se delata en cada
discurso, cada alocución y cada corbata de esas caras −¡muy caras!− que le
gusta usar y que nos hacen pensar que debería dar un curso de cómo administrar
el sueldo de diputado y poder comprar objetos que están con seguridad fuera de
la canasta básica.
La defensa de Maduro a Pedro es como el padre que defiende a
su hijo borracho después de atropellar a un desprevenido peatón, diciendo que
los antecedentes de su hijo son impecables y sus calificaciones son excelentes.
No, caballero, el tipo perdió el piso. Y a un hombre de tanto poder que siempre
está en lo seco, de repente le llueve y el chaparrón es de lluvia ácida.
Pero lo que me extraña de las izquierdas y las derechas en
Venezuela son esas acusaciones de parte y parte donde unos se dicen homofóbicos
y otros se acusan de pervertidos; pero los derechos, la igualdad ante la ley,
la represión que se aplica a estas minorías sexuales, quedan en el limbo.
Mientras en México y Argentina se amplían los derechos de los
homosexuales y ya se ven matrimonios y adopción, y su participación política de
manera clara y diáfana; nuestra política y nuestros políticos de izquierda y de
derecha tienen conductas absolutamente iguales a la hora de los hechos. Lo de
Pedro Carreño fue su intención convertida en palabras, y esas palabras que hoy
ya no pueden ser escondidas.
La disculpa no basta. No basta que Maduro diga: "El
diputado Pedro Carreño se sintió muy ofendido y tuvo unas expresiones fuertes.
Hoy, de manera honorable, decorosa y digna, compañero Pedro Carreño, y
valiente, pidió disculpas a quien se haya sentido ofendido. Pedro Carreño dijo:
'Pido disculpas a aquel que se sintió ofendido por las expresiones groseras que
dije'. Eso es un hombre de verdad, honorable”.
Yo de verdad no sé si disculparse es un acto honorable o no,
sólo creo que es una disculpa y si cada vez que nos disculpamos nos convertimos
en seres honorables la cosa se pone grave. Lo honorable, lo ético, lo digno es
comenzar a legislar acerca de los derechos de las minorías sexuales, mil veces
vejadas por las leyes y por las autoridades de la I,II,III,IV,V República .
Nuestras leyes y autoridades no legislan acerca de este tema
toral para una sociedad que pretende ser moderna, democrática y revolucionaria.
Veamos en el debate acerca de los derechos de estos sectores de la sociedad
hasta hoy no tomados en cuenta y maltratados por la acción legal y cultural, y
de una cámara legislativa: ¿qué responde esta cámara?
Venezuela, Colombia, Chile siguen paralizados en la palabra y
se sigue intentado ofender por motivos de raza, condición social, género,
religión o creencias. Cuántas veces no escuchamos decir negro o inclusive ver
el crimen de un indio sí, porque Sabino Romero ese compañero quien hoy se sigue
levantando como símbolo de los pueblos originarios de nuestra República fue
censurado, vejado, encarcelado y asesinado por el delito de ser indio y ser
humilde.
Casos como el de Pedro Carreño sobran −y que me disculpe el
Ciudadano Presidente, aunque no tiene porque disculparme de nada− pero nada más
lejos del honor que disculpar a Carreño diciendo que se “sintió muy ofendido”.
La exigencia está en que dejen de hacer de un hecho ocurrido
y que tiene todas las características y expresiones de un diputado que parecía
un enviado del santo oficio al Hemiciclo de la Asamblea Nacional. Revierta ese
discurso flojo y blando, ese discurso perverso y ofensivo. Comience a legislar,
resarcir su falla, su error, su aptitud, no con una disculpa, y sí con un
cuerpo de leyes que le dé forma a esa disculpa. Sepárese de la derecha pero no
con señalamientos pasados de moda; proponga leyes, estatutos, instancias donde
se defienda la dignidad del género humano sin importar su condición social,
género, religión.
Estoy seguro
que desde ese momento, sí, desde el instante dará motivos para decir que su
disculpa es cierta. Lo demás es vacío, diputado Carreño, lo demás sencillamente
una disculpa que a todas luces no tiene valor. Es una moneda que no circula,
son billetes de monopolio.
Creo que
esta nación se quedará esperando a que usted dé muestras de valor. Haga ahora.
Es su momento. La república esa que usted dice defender, espera su disculpa; pero con hechos… Lo demás será una mentira de mucha estatura.
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