Por Opción Obrera
Industrias Diana fue nacionalizada a
mediados de 2008 luego que la anarquía del capital la llevara a la quiebra, al
no poder hacerle frente a los grupos industriales que acaparaban el mercado de
las grasas comestibles.
La voracidad de los grupos industriales
económicos ligados al sector de alimentos está haciendo mella en las industrias
de ese ramo que han pasado al Estado, lo hayan sido por el reclamo de sus
trabajadores al defenderse de los despidos y el cierre de las mismas o por una
iniciativa gubernamental de garantizar cierta soberanía alimentaria a partir de
insumos producidos nacionalmente como respuesta a la importación. El
nacionalismo bolivariano en el marco de la conciliación con los capitales
privados al no plantearse la expropiación de los más grandes, en particular en
la agroindustria con la presencia de pulpos nacionales y extranjeros –Polar,
Cargill, Nestlé, Kraft– y su pretensión de competirle el mercado interno a
ellos –una respuesta nacionalista exigua–, donde las condiciones de crecimiento
económico vienen en retroceso como consecuencia de una crisis mundial del
capital de carácter sistémico y de bancarrota, conducen a lo que ha sido su
tradición histórica. Con nacionalizaciones indemnizadas a valores de “lomito”
–bajo el rimbombante nombre de “socialismo” de características nacionales
propias– se salvan a los capitalistas quebrados para luego terminar
vendiéndolas a precios de “gallina flaca” a los mismos pulpos que las llevaron
a la quiebra.
El Estado nacional, pleno de industrias
nacionalizadas ineficientes de cualquier tipo, sometido a su conciliación con
los capitales nacionales e internacionales, en particular el financiero, para
poder cumplir con “todos” recurre al endeudamiento como factor de
apalancamiento con la idea de llevarlas a niveles productivos de mejores
tiempos, pero el esfuerzo resulta en vano –con sus excepciones como Industrias
Diana o Lácteos Los Andes. Los puestos a dedo por el gobierno en su dirección a
lo que conducen es a la corrupción con que sus inversiones terminan siendo
tramitadas, todo esto a espaldas de los únicos que realmente pueden poner
productiva sus empresas con su propio control directo y autónomo, los
trabajadores.
Los trabajadores de Industrias Diana
resaltan la atención de Chavez respecto a la empresa pues la llevó a una
corporación con 6 plantas en el país que hacen un proceso productivo que va
desde la siembra y la cosecha de semillas oleaginosas hasta la elaboración de
los productos terminados de alto consumo en la dieta del venezolano. Algo semejante
ocurrió en Lácteos Los Andes. Lo contrario sucede en las industrias básicas del
Estado en Guayana o la miríada de otras empresas de cualquier tipo a lo largo y
ancho del país. Una golondrina no hace verano, el socialismo sólo es posible
con la intervención directa de los trabajadores y ellos afectando el capital
con su propio gobierno.
Un Estado plagado de industrias
nacionalizadas improductivas a la par del aumento en el gasto público para
sostenerlo mientras los recursos de su financiamiento son cada vez menos –aún
con los altos precios del petróleo; los efectos de una crisis mundial que hace
más voraces a un cada vez más reducido número de capitalistas con el fin de
quién se salva primero de la bancarrota generalizada; lo altamente costoso que le
implica al Estado el endeudamiento criminal a que está siendo sometido y que
los explotados terminamos pagando con devaluaciones, inflación, escasez,
desabastecimiento y especulación; todo ello conduce a una nueva política
“nacionalista” de acuerdos con los mismos sectores de la burguesía que antes
peyorativamente se les llamaba de apátridas.
El gobierno bolivariano entonces se ve
en la necesidad de ofrecer las “joyas de su corona” para, con más conciliación
vergonzosa, garantizar el apoyo que les puedan brindar los capitalistas para
mantenerse en el poder político aunque cada vez menos disponga del poder
económico. Como buen pequeño burgués nacionalista sólo confía en sus
imposiciones y no en la fuerza de los trabajadores y el pueblo organizado. Esta
entrega ya la hemos venido viendo con la presencia del SITME –ahora SICAD–, la
libre importación de cualquier cosa por lo fácil que resulta que el ministerio
de comercio otorgue los permisos, o el mercado altamente especulativo con
precios signados ya más de 5 veces por encima del devaluado dólar oficial que
está vaporizando el poder adquisitivo de los trabajadores para que los
capitalistas sobrevivan a las condiciones de crisis del país.
Los signos de esta entrega respecto a
Industrias Diana dieron inicio con la intención del ministro Félix Osorio de
controlar totalmente la empresa dejando por fuera a sus trabadores, quienes, en
oposición, se han declarado en rebeldía. Pero aún hay más, también es público
el saboteo que desde el SADA se les hace para impedirles la salida de los
inventarios al negarles las guías de despacho y también el incremento en las
cuentas por cobrar pues ni CASA ni PDVAL están pagando. Si a esto se le suma
una denuncia por corrupción que el ministerio de alimentación ha introducido en
Fiscalía, donde a los trabajadores de Industrias Diana se les somete a
“declaración” –realmente a interrogatorios de hasta de 5 horas por parte del
SEBIM con el fin de quebrarlos en la lucha– y adicionalmente una exigencia de
aumentar la comercialización por encima del 80% (AVN, 10/08/2013) que ya hacen
CASA y PDVAL mientras es cada vez más notorio para el consumidor final que los
mismos no se consiguen, demuestran a las claras las iniciativas del gobierno
bolivariano en paralizar la producción de Industrias Diana, denunciar a sus
trabajadores de saboteadores echándoles la culpa de ello y criminalizar la
acción directa de su control obrero. Es igual a lo que ha pasado con Lácteos
Los Andes donde su situación económica ya alcanza ribetes de quiebra.
Con todo ello se busca la privatización,
en principio concertada como una empresa mixta con los capitales privados del
país, pero, aún teniendo el Estado la mayoría accionaria, dejándole en sus
manos la dirección de la empresa. Sin tanta alharaca ya esto último se viene
haciendo con las plantas nacionalizadas improductivas de harina de maíz. Al
capital privado –¿la Polar?– le han dado la responsabilidad de hacerlas
“productivas”. Aquellas palabras de Maduro de decirle cuatro verdades a Lorenzo
Mendoza se las terminó diciendo éste, y con qué resultados a su favor. En la
cuarta nos decían de la necesidad de privatizar todo como salida a la debacle
económica y nos ofrecieron villas y castillos, en la quinta nos vendrán a decir
que se hace en nombre del “socialismo” y por tanto debemos sacrificarnos.
Los trabajadores no podemos quedarnos de
brazos cruzados ante esto. La solidaridad con los de Diana no basta hacerla de
palabra. Es necesario convocar una movilización que los acompañe para impedir
lo que está ya en marcha. Del mismo modo para conquistar que nuestro depreciado
poder adquisitivo mejore con un salario mínimo igual a la cesta básica familiar
y un aumento general de sueldos y salarios ya que aquí no vale sacrificio
cuando los empresarios se están salvando de la crisis que han causado.
DEFENDAMOS EN LA CALLE LAS DEMANDAS DE
LOS TRABAJADORES DE INDUSTRIAS DIANA.
SOLIDARIDAD EN LA ACCIÓN CON ELLOS CON
LOS MÉTODOS DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA.
ORGANICEMOS UN PARO REGIONAL EN CARABOBO
HASTA HACERLE TORCER EL BRAZO AL MINISTRO.
FUERA OSORIO DEL MINISTERIO DE
ALIMENTACIÓN.
TOTAL APOYO A LA INICIATIVA DE CONTROL
OBRERO AUTÉNTICO POR PARTE DE LOS TRABAJADORES DE INDUSTRIAS DIANA.
QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS
CAPITALISTAS, NO LOS TRABAJADORES
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