Por Osvaldo León
Apreciado compañero
Edgar Meléndez, una vez más debemos aclarar algunos elementos de fondo en la
discusión, ya que lo importante para mí es que los debates permitan avanzar en
la construcción de teorías para el combate, por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores y la
transformación de la sociedad.
Por lo tanto, la
discusión me parece que debe partir de los elementos de fondo y no de forma.
Las diferencias que nos separan no son una ley. No, compañero, ni la
recolección de firmas para la misma, ni mucho menos una marcha, aunque no la
comparta. Se trata de cómo se procesa la praxis política, de cómo se construyen
los movimientos obreros, de la relación dialéctica de vanguardia, de qué tipo de vanguardia y su
relación con el movimiento obrero, de
cómo se construye la política, de qué
política y quiénes la construyen. Es ver cómo en nuestra práctica diaria
reproducimos las relaciones sociales de la lógica de capital que nos permea
para poder reproducirse, y a la vemos normal o neutra.
Es necesario aclarar
algunos comentarios que has hecho en tu respuesta, ya que se utilizan verdades
a medias:
Debo comenzar,
compañero Edgar, con lo que tú dices:
que he descalificado permanentemente a Lenin. No. Dentro de la revolución rusa
entre los que han dado enormes aportes (no leyes, ni recetas) están Lenin y Trotsky.
No por eso soy ni leninista ni trotskista, ya que me distancio −como muchos− de
la concepción que los bolcheviques hicieron como una ley. Hablo de los procesos
por etapas, como la participación en todas las instituciones burguesas como
táctica revolucionaria, abandono de la construcción orgánica de la
contrahegemonía y dualidad de poder. Es
por eso que afirmo que debemos discutir los elementos de fondo, pero sería un
idiota al no reconocer los aportes que tanto la clase obrera rusa y el partido
dieron a la lucha por la emancipación, como sería también una estupidez no ver
los errores cometidos, que son parte de la concepción que los compañeros
impusieron al movimiento comunista mundial.
Fíjate, Edgar, que
no estás bien informado, dices otra mentira, afirmas que no estuve de acuerdo
con que en el eje que coordiné durante el congreso no se discutiera sobre la
ley; pues bien, en dicho eje estuvieron compañeros diputados y miembros de la
dirección del PCV, ninguno puede decir que le coartáramos el derecho al debate
o a la discusión, ni que utilizamos descalificativos contra su partido. Lo que
sucedió es que varios compañeros y compañeras de diversos colectivos no
estuvimos de acuerdo con los diversos anteproyectos de ley, por lo tanto, se
planteó que se construyera un anteproyecto de ley que partiera de las
experiencias que existen dentro del país como parte de una constituyente
obrera.
Tú acusas de
estrafalario el método del consenso y el disenso, ¿es que lo de estrafalario es
porque rompe con el esquematismo, la rigidez de análisis y suena a libertario
ante el discurso dogmático? Como no hubo consenso con la ley, este método
permite que las corrientes que están de acuerdo en el disenso la impulsen
dentro del congreso y del movimiento nacional del control obrero, pero en
nombre de su corriente. Así, sin traumas se mantiene la unidad en puntos de
consenso y todos respetamos que las corrientes impulsen ellas los disensos.
Como verás, este estrafalario método permite que continuemos dentro de un
movimiento nacional respetando las diferencias y reconociendo la diversidad
revolucionaria, sin descalificar las líneas políticas.
Sobre ALCASA, la puse como ejemplo ya que dices y afirmas
que no hemos sido capaces de evaluar el accionar político que se ha hecho en el
control obrero. También estamos de acuerdo que la cogestión es una conciliación
de clases, que en ALCASA se utilizó el nombre que aparece en la constitución
como mecanismo para el impulso de la propuesta de control obrero, y le pusimos
un apellido “con cambio en la relaciones de producción”, sacamos varios
folletos para la discusión sobre el control obrero y su diferencia con la
congestión, creo que quedó bien claro para el momento.
Sobre lo de Stalin,
dices que el referente que tomamos es Hollywood. ¡Vaya!, es increíble no
reconocer la persecuciones y asesinatos que se dieron en décadas de purga
interna dentro del partido bolchevique, el aniquilamiento de la libertad
revolucionaria, decir que esas persecuciones y asesinatos son comedia y no
parte de un método de partido, ¡eso sí es estar viviendo en otro mundo!. La
compañera Alexandra Kollontai (miembro del comité central) entre sus críticas
al método de purga contra la oposición obrera, planteaba que uno de los grandes
errores del bolchevismo, era que había heredado la cultura opresiva zarista.
Ahora entremos en lo
que nos interesa como debate, en el cómo se construye política, quién la
construye y para qué se construye la política. Hablemos de la relación
dialéctica que la clase, en su andar libertario, necesita para hacer su
revolución. Hablo del rompimiento al hacer y pensar burgués que se debe
comenzar en la organización revolucionaria, ya que en ese andar es donde se
construye la contrahegemonía, la cual toma distancia en ese pensar e identifica
cómo la lógica burguesa se presente como normal en nuestra cotidianidad. Es el
consenso social en palabra de Gramsci. En ese camino la clase construye su
propia política partiendo desde su autonomía e independencia, por lo tanto, si
la clase no construye su propia conciencia, jamás podrá construir
contrahegemonía.
Se podrán dar
confrontaciones que terminen con el derrocamiento de la burguesía como clase,
no así con los soportes teóricos que sostienen su sociedad, llevando a
reproducir su lógica de dominio en el nombre del socialismo. No es casual lo
planteado por Marx cuando afirma que la emancipación del proletariado es obra
del proletariado mismo, ya que si no se da esta construcción de un nuevo pensar
y hacer, si no hay cambios radicales en todos los elementos culturales,
entonces no hay una verdadera revolución, serán caricaturas de revolución, tal
como lo afirmaba el Che. Por lo tanto, la conciencia de la clase y sectores
explotados, no es la conciencia de una vanguardia fuera de ella, que con
poderes mágicos le introduce nuevos “conocimientos” para poder liberarse. Por aquí tenemos una de nuestras
principales diferencias con el bolchevismo, ya que el hacer una revolución, no
se trata de asaltar el poder, de lo que se trata es de destruir el poder
ideológico y cultural de la burguesía, y no es la conciencia de un grupo de
profesionales de la revolución y mucho menos la burguesía y la pequeña
burguesía quienes desde su saber van a concientizar al proletariado, tal como
lo plantea Lenin en el que hacer y las críticas en la enfermedad infantil.
La conciencia es la
construcción colectiva e individual de los trabajadores y trabajadoras y
sectores explotados, que desde sus luchas, espacio orgánico y dirección de
lucha y gestión van construyendo, formando así una nueva praxis que va
convirtiéndose a medida que se radicaliza el combate contra el capital. Hablo
ya de luchas políticas donde una dualidad de poder florece, germina el nuevo
poder proletario y en él la nueva cultura y nueva forma de hacer la política
(contrahegemonía), por lo tanto la conciencia nace desde el corazón del
trabajador, no desde afuera, no se impone, se construye.
Esta nueva forma de
construir la política, también al negar la sociedad burguesa, levanta la nueva
forma de organización, es una organización de iguales. Aquí, compañero, va otra
diferencia profunda con los bolcheviques. Esta nueva organización de los
trabajadores debe combatir la DST relación perversa, que es la génesis del
dominio burocrático. Por lo tanto en ella se dan espacios libertarios, sin
jerarquía, sin DST, se plantea entonces, compañero, la rotación de
responsabilidades y se delegan funciones, manteniendo una total democratización
en el hacer, planificar y dirigir, donde la rendición de cuentas es parte de la
nueva cultura, rompiendo, hermano, con el secreto político, que en definitiva
no es más que poder.
Pasamos, compañeros,
al carácter de la revolución, que para ustedes su primer paso o etapa es de
liberación nacional y antiimperialista, por lo tanto se mantiene a la llamada
burguesía nacional (que dejo de existir desde la aparición de los monopolios y
corporaciones) como aliada circunstancial y táctica, en ella descansa la enorme
tarea del desarrollo de la fuerzas productivas.
Para nosotros el
carácter de la revolución es el de la construcción del socialismo, es la
derrota de las ideas, organización, economía, poder militar, cultural y
político de la burguesía. Se trata de derrotar lo objetivo y subjetivo que
sostiene y reproduce la sociedad burguesas, no hay etapa, es la construcción
asimétrica, dialéctica de la nueva sociedad, nacida de grandes contradicciones,
las cuales permiten avanzar a medida que se profundiza la lucha de clase, las
tareas fundamentales son el fortalecimiento de la nueva cultura que va
construyendo las nuevas relaciones sociales, para poder derrotar los elementos
objetivos, que se expresan en lo económico, derrotando todo tipo de propiedad
entre ellas, la del estado, la cual podría existir en los primeros años del
proceso, por lo tanto el enemigo fundamental es el imperialismo y su idea de
clase, el de la burguesía.
Nuestra otra
diferencia, el estado. Para ustedes, por ser por etapas, lo primero que se
presenta es un estado de democracia popular, el cual sigue siendo una
superestructura, fundamentada en el derecho, la que dentro de su fetiche,
reconoce al sujeto por encima de la clase, en las llamadas sociedades del
socialismo real. El estado se convirtió −bajo estas premisas− en una enorme
maquinaria burocrática, tan separada de los trabajadores, que pasó a
convertirse en instrumento de opresión política contra la misma clase,
administrado por una nomenclatura, que a la larga se convertiría en una clase
dominante.
El estado
proletario, debe ser controlado desde su nacimiento por los trabajadores, como
necesidad para derrotar a la burguesía, pero este estado que niega el viejo
estado burgués se diluye en el seno de los trabajadores, para poderse negar a
sí mismo. Es en esa lucha larga profunda y heroica e inimaginable donde se
plantea en la cotidianidad de la sociedad su propia eliminación como órgano de
dominio. Su base jurídica parte de la lucha de clase. Es la negación del
“Derecho” de la burguesía como clase y su ideas, por lo tanto lo jurídico parte
del hecho, de la experiencia constructiva y no del fetiche de la igualdad que
niega la existencia de la clase y nos hace igual, en plena lucha de clase.
Este estado no se
puede separar, desligarse de la clase; este estado desde su nacimiento lleva su
negación, que se debe dar en la misma construcción del poder dual y a la
contrahegemonía. Estamos hablando entonces de que en la propia lucha del
trabajador contra la burguesía, la nueva organización debe negar el viejo
estado de opresión.
Pasamos al ejército:
mientras los estados del socialismo real mantuvieron un ejército, con la misma
estructura que el estado de la burguesía; la revolución proletaria, es el
pueblo en arma, como forma necesaria de dirección, pero que se deberá ir
eliminando a medida de va derrotando a los enemigos de la revolución.
Como verás, la
construcción de la nueva sociedad, es la negación total a la sociedad burguesa,
su relaciones sociales −las cuales no son neutras− no se puede construir
socialismo con la misma organización de la burguesía, ni su pensar y hacer. No
puede ser que la organización de los trabajadores sea partido, comuna,
consejos, que se exprese la misma estructura y composición orgánica de la
sociedad burguesa, lo cual, amigo Edgar, es la diferencia en estructura entre
un partido de la derecha, del reformismo o un PC Aquí compañero no puede haber
neutralidad alguna.
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