sábado, 24 de agosto de 2013

Entre respuestas, seguimos la discusión con el compañero Edgar Meléndez del comité central del PCV



 Por Osvaldo León

Apreciado compañero Edgar Meléndez, una vez más debemos aclarar algunos elementos de fondo en la discusión, ya que lo importante para mí es que los debates permitan avanzar en la construcción de teorías para el combate, por las reivindicaciones  inmediatas de los trabajadores y la transformación de la sociedad.

Por lo tanto, la discusión me parece que debe partir de los elementos de fondo y no de forma. Las diferencias que nos separan no son una ley. No, compañero, ni la recolección de firmas para la misma, ni mucho menos una marcha, aunque no la comparta. Se trata de cómo se procesa la praxis política, de cómo se construyen los movimientos obreros, de la relación dialéctica  de vanguardia, de qué tipo de vanguardia y su relación con el  movimiento obrero, de cómo se construye la política,  de qué política y quiénes la construyen. Es ver cómo en nuestra práctica diaria reproducimos las relaciones sociales de la lógica de capital que nos permea para poder reproducirse, y a la vemos normal o neutra.

Es necesario aclarar algunos comentarios que has hecho en tu respuesta, ya que se utilizan verdades a medias:

Debo comenzar, compañero  Edgar, con lo que tú dices: que he descalificado permanentemente a Lenin. No. Dentro de la revolución rusa entre los que han dado enormes aportes (no leyes, ni recetas) están Lenin y Trotsky. No por eso soy ni leninista ni trotskista, ya que me distancio −como muchos− de la concepción que los bolcheviques hicieron como una ley. Hablo de los procesos por etapas, como la participación en todas las instituciones burguesas como táctica revolucionaria, abandono de la construcción orgánica de la contrahegemonía  y dualidad de poder. Es por eso que afirmo que debemos discutir los elementos de fondo, pero sería un idiota al no reconocer los aportes que tanto la clase obrera rusa y el partido dieron a la lucha por la emancipación, como sería también una estupidez no ver los errores cometidos, que son parte de la concepción que los compañeros impusieron al movimiento comunista mundial.


Fíjate, Edgar, que no estás bien informado, dices otra mentira, afirmas que no estuve de acuerdo con que en el eje que coordiné durante el congreso no se discutiera sobre la ley; pues bien, en dicho eje estuvieron compañeros diputados y miembros de la dirección del PCV, ninguno puede decir que le coartáramos el derecho al debate o a la discusión, ni que utilizamos descalificativos contra su partido. Lo que sucedió es que varios compañeros y compañeras de diversos colectivos no estuvimos de acuerdo con los diversos anteproyectos de ley, por lo tanto, se planteó que se construyera un anteproyecto de ley que partiera de las experiencias que existen dentro del país como parte de una constituyente obrera.

Tú acusas de estrafalario el método del consenso y el disenso, ¿es que lo de estrafalario es porque rompe con el esquematismo, la rigidez de análisis y suena a libertario ante el discurso dogmático? Como no hubo consenso con la ley, este método permite que las corrientes que están de acuerdo en el disenso la impulsen dentro del congreso y del movimiento nacional del control obrero, pero en nombre de su corriente. Así, sin traumas se mantiene la unidad en puntos de consenso y todos respetamos que las corrientes impulsen ellas los disensos. Como verás, este estrafalario método permite que continuemos dentro de un movimiento nacional respetando las diferencias y reconociendo la diversidad revolucionaria, sin descalificar las líneas políticas.

Sobre ALCASA,  la puse como ejemplo ya que dices y afirmas que no hemos sido capaces de evaluar el accionar político que se ha hecho en el control obrero. También estamos de acuerdo que la cogestión es una conciliación de clases, que en ALCASA se utilizó el nombre que aparece en la constitución como mecanismo para el impulso de la propuesta de control obrero, y le pusimos un apellido “con cambio en la relaciones de producción”, sacamos varios folletos para la discusión sobre el control obrero y su diferencia con la congestión, creo que quedó bien claro para el momento.

Sobre lo de Stalin, dices que el referente que tomamos es Hollywood. ¡Vaya!, es increíble no reconocer la persecuciones y asesinatos que se dieron en décadas de purga interna dentro del partido bolchevique, el aniquilamiento de la libertad revolucionaria, decir que esas persecuciones y asesinatos son comedia y no parte de un método de partido, ¡eso sí es estar viviendo en otro mundo!. La compañera Alexandra Kollontai (miembro del comité central) entre sus críticas al método de purga contra la oposición obrera, planteaba que uno de los grandes errores del bolchevismo, era que había heredado la cultura opresiva zarista.

Ahora entremos en lo que nos interesa como debate, en el cómo se construye política, quién la construye y para qué se construye la política. Hablemos de la relación dialéctica que la clase, en su andar libertario, necesita para hacer su revolución. Hablo del rompimiento al hacer y pensar burgués que se debe comenzar en la organización revolucionaria, ya que en ese andar es donde se construye la contrahegemonía, la cual toma distancia en ese pensar e identifica cómo la lógica burguesa se presente como normal en nuestra cotidianidad. Es el consenso social en palabra de Gramsci. En ese camino la clase construye su propia política partiendo desde su autonomía e independencia, por lo tanto, si la clase no construye su propia conciencia, jamás podrá construir contrahegemonía.

Se podrán dar confrontaciones que terminen con el derrocamiento de la burguesía como clase, no así con los soportes teóricos que sostienen su sociedad, llevando a reproducir su lógica de dominio en el nombre del socialismo. No es casual lo planteado por Marx cuando afirma que la emancipación del proletariado es obra del proletariado mismo, ya que si no se da esta construcción de un nuevo pensar y hacer, si no hay cambios radicales en todos los elementos culturales, entonces no hay una verdadera revolución, serán caricaturas de revolución, tal como lo afirmaba el Che. Por lo tanto, la conciencia de la clase y sectores explotados, no es la conciencia de una vanguardia fuera de ella, que con poderes mágicos le introduce nuevos “conocimientos” para poder  liberarse. Por aquí tenemos una de nuestras principales diferencias con el bolchevismo, ya que el hacer una revolución, no se trata de asaltar el poder, de lo que se trata es de destruir el poder ideológico y cultural de la burguesía, y no es la conciencia de un grupo de profesionales de la revolución y mucho menos la burguesía y la pequeña burguesía quienes desde su saber van a concientizar al proletariado, tal como lo plantea Lenin en el que hacer y las críticas en la enfermedad infantil.

La conciencia es la construcción colectiva e individual de los trabajadores y trabajadoras y sectores explotados, que desde sus luchas, espacio orgánico y dirección de lucha y gestión van construyendo, formando así una nueva praxis que va convirtiéndose a medida que se radicaliza el combate contra el capital. Hablo ya de luchas políticas donde una dualidad de poder florece, germina el nuevo poder proletario y en él la nueva cultura y nueva forma de hacer la política (contrahegemonía), por lo tanto la conciencia nace desde el corazón del trabajador, no desde afuera, no se impone, se construye.

Esta nueva forma de construir la política, también al negar la sociedad burguesa, levanta la nueva forma de organización, es una organización de iguales. Aquí, compañero, va otra diferencia profunda con los bolcheviques. Esta nueva organización de los trabajadores debe combatir la DST relación perversa, que es la génesis del dominio burocrático. Por lo tanto en ella se dan espacios libertarios, sin jerarquía, sin DST, se plantea entonces, compañero, la rotación de responsabilidades y se delegan funciones, manteniendo una total democratización en el hacer, planificar y dirigir, donde la rendición de cuentas es parte de la nueva cultura, rompiendo, hermano, con el secreto político, que en definitiva no es más que poder.

Pasamos, compañeros, al carácter de la revolución, que para ustedes su primer paso o etapa es de liberación nacional y antiimperialista, por lo tanto se mantiene a la llamada burguesía nacional (que dejo de existir desde la aparición de los monopolios y corporaciones) como aliada circunstancial y táctica, en ella descansa la enorme tarea del desarrollo de la fuerzas productivas.

Para nosotros el carácter de la revolución es el de la construcción del socialismo, es la derrota de las ideas, organización, economía, poder militar, cultural y político de la burguesía. Se trata de derrotar lo objetivo y subjetivo que sostiene y reproduce la sociedad burguesas, no hay etapa, es la construcción asimétrica, dialéctica de la nueva sociedad, nacida de grandes contradicciones, las cuales permiten avanzar a medida que se profundiza la lucha de clase, las tareas fundamentales son el fortalecimiento de la nueva cultura que va construyendo las nuevas relaciones sociales, para poder derrotar los elementos objetivos, que se expresan en lo económico, derrotando todo tipo de propiedad entre ellas, la del estado, la cual podría existir en los primeros años del proceso, por lo tanto el enemigo fundamental es el imperialismo y su idea de clase, el de la burguesía.

Nuestra otra diferencia, el estado. Para ustedes, por ser por etapas, lo primero que se presenta es un estado de democracia popular, el cual sigue siendo una superestructura, fundamentada en el derecho, la que dentro de su fetiche, reconoce al sujeto por encima de la clase, en las llamadas sociedades del socialismo real. El estado se convirtió −bajo estas premisas− en una enorme maquinaria burocrática, tan separada de los trabajadores, que pasó a convertirse en instrumento de opresión política contra la misma clase, administrado por una nomenclatura, que a la larga se convertiría en una clase dominante.

El estado proletario, debe ser controlado desde su nacimiento por los trabajadores, como necesidad para derrotar a la burguesía, pero este estado que niega el viejo estado burgués se diluye en el seno de los trabajadores, para poderse negar a sí mismo. Es en esa lucha larga profunda y heroica e inimaginable donde se plantea en la cotidianidad de la sociedad su propia eliminación como órgano de dominio. Su base jurídica parte de la lucha de clase. Es la negación del “Derecho” de la burguesía como clase y su ideas, por lo tanto lo jurídico parte del hecho, de la experiencia constructiva y no del fetiche de la igualdad que niega la existencia de la clase y nos hace igual, en plena lucha de clase.

Este estado no se puede separar, desligarse de la clase; este estado desde su nacimiento lleva su negación, que se debe dar en la misma construcción del poder dual y a la contrahegemonía. Estamos hablando entonces de que en la propia lucha del trabajador contra la burguesía, la nueva organización debe negar el viejo estado de opresión.

Pasamos al ejército: mientras los estados del socialismo real mantuvieron un ejército, con la misma estructura que el estado de la burguesía; la revolución proletaria, es el pueblo en arma, como forma necesaria de dirección, pero que se deberá ir eliminando a medida de va derrotando a los enemigos de la revolución.

Como verás, la construcción de la nueva sociedad, es la negación total a la sociedad burguesa, su relaciones sociales −las cuales no son neutras− no se puede construir socialismo con la misma organización de la burguesía, ni su pensar y hacer. No puede ser que la organización de los trabajadores sea partido, comuna, consejos, que se exprese la misma estructura y composición orgánica de la sociedad burguesa, lo cual, amigo Edgar, es la diferencia en estructura entre un partido de la derecha, del reformismo o un PC Aquí compañero no puede haber neutralidad alguna.

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