lunes, 30 de septiembre de 2013

Si los loros fueran chavistas, serían chavistas ortodoxos.

Por Nícmer N. Evans


Anticipo que no pretendo hacer un tratado ni plantear una doctrina sobre una nueva categoría política, pero creo necesario abrir un debate sobre como interpretar, en el marco del legado del Presidente Chávez, cuál es el socialismo que él nos planteó y cuales son algunos de los retos que quedan por afrontar.

No existe chavismo que no sea socialista, y a diferencia del peronismo, cuya composición puede ir desde la derecha hasta la izquierda sin generar conflicto a lo interno de la categoría, Chávez nos dejó muy claro que él inició un proceso de construcción del socialismo a la venezolano, un socialismo nuestro (muy a pesar de la derecha endógena), que implicaba desprenderse de dogmas, aunque en dicha construcción estuviese implícita y explícitamente contenido el conjunto de valores básicos del pensamiento de Marx. Decía Ludovico Silva que si los loros fueran marxistas, serían marxistas ortodoxos. Creo que podemos decir que si los loros fueran chavistas, también serían chavistas ortodoxos, y esto sería un error fatal, ya que repetir consignas sólo por repetirlas, hace que el pensamiento se convierta en ortodoxo y dogmático. Aunque lo ortodoxo por sí mismo no es una concepto negativo, si lo es el hecho de no permitir que el pensamiento se adapte a los tiempos y se estanqué impidiendo su trascendencia.

Chávez nos invitó a debatir permanentemente los errores del socialismo llamado "real", desde una perspectiva crítica, llegando a observar los errores del stalinismo en la URSS, y aunque con mucha admiración, nos instruyó a comprender que la experiencia del socialismo cubano no era necesariamente la experiencia venezolana, incorporando siempre la concepción cristiana que en él estaba presente para definir las coincidencias humanistas de estas dos formas de ver el mundo. Igual, las tres raíces del proceso revolucionario que él encabezó: Bolívar, Zamora y Rodríguez, le imprimieron un valor propio y contextual que nos invitaba a vernos científicamente como un proceso histórico, y no como un proceso aislado, proveniente de la nada.


El éxito de la concepción política de Chávez estuvo centrado en la repolitización de una sociedad que había sido estupidizada y desvinculada de sus orígenes e ideosincrasia, y activar una extraordinaria movilización social en torno a la reorganización de nuestra sociedad, a partir de criterios vinculados a nuestras particularidades. El simple hecho de resignificar nuestros símbolos y valores patrios abrió el umbral que permitió, a pesar de la resistencia de una oposición retrógrada, ortodoxa y dogmática, crear un proyecto político que lamentablemente no ha terminado de madurar ya que a Chávez no le dió tiempo de profundizar concretamente en el tercero pero más elemental de los planos para una revolución real: lo económico.

A pesar de los valores socialistas sembrados en el plano político y social, el extractivismo y rentismo petrolero no sólo no se logró siquiera trastocar para iniciar un proceso de transformación, sino que se potenció transitoriamente la dependencia petrolera para poder activar las transformaciones políticas y sociales, en el marco de una política de distribución de la riqueza que no atendió la calidad y tipo de riqueza que pudiese sustentar a mediano y largo plazo una revolución chavista sin retorno posible.

Las relaciones sociales de producción están intactas, la dependencia es aún mayor, la explotación, alienación y enajenación hasta cierto punto son mayores, y los avances sociales y políticos se ponen en vilo cada vez que se potencia la realidad de un sistema económico que no produce siquiera lo básico, y además enriquece más aquellos que importan en lugar de estimular a quienes producen.

Haber logrado que el pueblo venezolano adquiriera mayor conciencia soberana, mayor praxis democrática, una mayor igualdad de condiciones en lugar de igualdad de oportunidades, no ha logrado aún empujar el proceso al punto de no retorno, porque aunque somos una sociedad muy trabajadora, no somos una sociedad productiva, sino consumidora y tercerizada.


Invito a que debatamos las diversas vías resolutivas de este conflicto, que no se expresan con más importaciones ni facilidades para los especuladores financieros, sino con mayores componentes formativos productivos, y con la conciencia de que el logro de un Estado Comunal, proyecto legado por Chávez de manera taxativa, no se logra si Las Comunas en lugar de ser una estadística, no se convierte en una red socioproductiva con unas relaciones sociales de producción alternas al capitalismo pero lo suficientemente modernas y competitivas para desmontrar que son un modelo realmente superior a lo que existe o ha existido.

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