Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez
“El
derecho jamás puede elevarse sobre el régimen económico y el desarrollo
cultural de la sociedad, condicionada por ese régimen”.
Karl
Marx.
Algunas manifestaciones insuficientemente discernidas concurren
para retrasar todo lo posible a una transición socialista sustentable por
radical; es decir, por antiimperialista. Habrá quien barrunte: ¡oyé! este
habanero de nuevo con la misma “tanda”.
1.
La corrupción
como “contenedora” de variantes tóxicas de relación social en la reproducción.
En principio, la perspectiva actual del sistema
capitalista mundializado es improbable sin desregularlo de las leyes por las
que se rigen cada una de las naciones, a favor de la acumulación de capital
parasitario, y de todo lo que pueda convertirse en capital. Las relaciones
sociales de producción capitalista dentro del engranaje de la hegemonía
angloestadounidense son una trituradora activa en función de ese acopio.
Teniendo en cuenta que la diversidad de cuerpos legales,
puede estar activada con el propósito de custodiar el equilibrio sistémico
durante, y para conservación de los actos efectivos de justicia social, uno de
los objetivos vitales de la expansión del capitalismo es llegar a la
acumulación de los recursos ajenos por sobre las regulaciones legales. La corrupción es “conteiner” de una enorme variedad de modos tóxicos de relación
social, que para ese objetivo de acopio parasitario está obligado –con mucho
gusto-, a trastornar estructurales legales y jurídicas existentes, incluso
dentro de los propios países capitalistas centrales.
Un cambio radical en la reproducción para implementar
las condiciones para una transición socialista sustentable, equivale a una
porción mortal de cianuro contra las relaciones sociales de producción
capitalista y su acumulación parasitaria de capital.
Ejemplos como el golpe de estado militar contra el
Presidente constitucional de Chile Salvador Allende en 1973, hace cuarenta
años, su análisis crítico nos ayudaría a comprender que la desestabilización
interna de un país a través de los trastornos que imponen esas relaciones
sociales de producción capitalista, cuando dicho acopio de capital y la
estructura política existente no están sometidas a los intereses de la
expansión histórica del sistema y la cultura capitalistas. Si tales relaciones
cambian radicalmente ese sistema se desmantela.
Para evitarlo entran a jugar su papel dentro de la
reproducción (social) aun si con pretensiones de radicalismo antiimperialista,
la diversidad de modos que contiene la corrupción. En Venezuela, aún, el grifo
de la economía sobre todo en la esfera de los servicios lo posee la
ultraderecha para mantener bien lejos a la posibilidad de paz social. El estado
bolivariano socialista y chavista se ve permanentemente acosado por esas
relaciones tóxicas. Cuba ha podido resistir la guerra política y económica de
los gobiernos angloestadounidenses contra su estado socialista, desde una
decisión que a partir de 1959-1961, definió al nivel del poder revolucionario
como la hegemonía única dentro del territorio: la nacionalización de las
empresas extranjeras que ocupaban a la política y a la economía locales. Al
margen de las peculiaridades de ese proceso de nacionalización, que incluyó
indemnizaciones a dichas empresas, ese paso definió el grado de poder político
indispensable para el cambio radical de la reproducción, por una parte, y a la
soberanía necesaria que ese poder exige.
En el caso de la revolución y el estado bolivariano
fundado por Chávez, fue mediante el camino constitucional de las elecciones;
inédito en tanto proceso triunfante. Y es, hasta el momento, la implementación
constitucional de la legalidad de una nueva constitución siempre protagonizada
y custodiada en democracia por el pueblo políticamente organizado, en una
cruenta lucha social dentro de esos límites, lo que podría propiciar el avance
hacia una transición socialista sustentable. El trastorno de las relaciones
sociales de producción, copadas por la corrupción desde la derecha (ultra y sin
“ultra”) la estrategia a que seguirá apelando el imperialismo global para
desmantelar a esa revolución. Fuenmayor Toro plantea que:
"El
gobierno actual ha llegado al extremo de decir que la corrupción existente es
obra de la oposición, como si ésta administrara los recursos multimillonarios
de la renta petrolera. El robo descarado en el SITME (20 mil millones de
dólares), el desvalijamiento de FONDEN (130 mil millones de dólares), las
pérdidas de PUDREVAL, los numerosísimos apagones eléctricos, la incontrolable
devaluación monetaria, el aumento de la mortalidad materna e infantil, el
regreso del analfabetismo, el incremento inaudito de la tasa de homicidios,
entre otros, son obra de una contrarrevolución poderosísima. “S í Luis” le está
diciendo el pueblo venezolano y no se han dado cuenta." [i]
Lleva cierta razón; si se interpreta que el gobierno
bolivariano en el poder, no posee la suficiente conciencia política de que
resulta muy difícil que dentro del funcionariado, las instituciones existentes,
se pueden “colar” los oportunistas burgueses que son la avanzada de la
corrupción en tanto, estrategia reaccionaria imperialista; y que dicha lacra,
no está dispersa, sino que tales relaciones tóxicas conforman vasos
comunicantes al servicio de los intereses de oligopolios y plutocracia
puntofijistas. Sin crear las condiciones para el desplazamiento que desmantele
a la preeminencia económico-política de la derecha resulta harto improbable que
propuesta alguna de emancipación nacional y de integración regional soberana
pueda acontecer.
Pero la corrupción como herramienta esencial de la
dominación capitalista posee un principio: “todo el mundo tiene su precio”, y le
endilga un precio (en dinero duro) a todo. El funcionariado oportunista que
logra colarse en las instituciones de estado bolivariano, inmediatamente que
logra posarse en el espacio de poder, por las distintas vías disponibles promueve
su “cartel” con el precio de costo para comprarlo. Teniendo en cuenta que el
dólar angloestadounidense, desde 1972 está divorciado de su valor en oro; y es
un “certificado” –papel-, que se mueve como una mercancía más, el culto al
dinero, a su acopio, se aferra a rubros mundializados por su importancia estratégica
como el petróleo, para que esa relación “biunívoca” refuerce el discernimiento
popular del rentismo improductivo como una vía esencial a reclamarle al estado
bolivariano; sobre todo si este último no crea –en tiempo-, junto al pueblo
políticamente organizado, las condiciones para la diversificación económica y
productiva en función de la sustentabilidad socialista, por democrática. Se
dice rápido, pero es un tremendo dolor de cordal; más no existe otra
alternativa. Desde la cancha de la globalización imperialista, ni pensarlo. Ante
cada medida bolivariana socialista hay mucha gente ganando dinero, pagado por
el imperialismo, para imposibilitarla a través de variantes de corrupción.
¿Cómo se ablandan los mangos para que se maduren? ¿Con carburo? No; con
variantes tóxicas de relación social contenidas dentro de la corrupción. Y al
final, la guinda será un misilazo.
2.
La ignorancia
útil de las mayorías.
De poco vale toda la fuerza que pueda desplegar el
pueblo políticamente organizado, si esa mayoría adolece de insuficiencias en el
nivel elemental de cultura general. No pocas interpretaciones erróneas que
dejan si soporte a los actos de justicia social o a las acciones de la lucha
social, tributan un diezmo cruel al analfabetismo funcional. No existe
conciencia política inculta. La alfabetización no es más que el comienzo de un
esfuerzo que recordando al Che Guevara, exige delectación de artesano. La
persistencia en el rentismo, en vivir del asistencialismo estatal pasivo,
genera una caterva de idiotas “inocentes” que dentro del mundo globalizado
burgués actual casi devino en pandemia. Limitar al pueblo políticamente
organizado a protestar porque la harina de maíz se desapareció del mercado
popular, o a que falta oferta de jabón; a repetir consignas hasta
des-semantizarlas de su sentido ideológico dentro de la lucha social, es algo
muy peligroso que asesina conexiones sinápticas para el pensamiento crítico.;
que por cierto “no es un juego de mesa para pasar ratos amables” versionando a
Néstor Kohan.
Siempre, la dominación imperialista le pondrá un
límite a la capacidad de discernimiento del pueblo políticamente organizado
(¿Existe un pueblo políticamente organizado, pero “ñongo”?). La organización
política en democracia es la propagación sin fin de las capacidades del
intelecto en función de la praxis política radical para desmantelar a todos
los modos de dominación para excluir y explotar a los otros sometidos. R.
Levins, en Cuando la ciencia nos falla,
citado por Gil de San Vicente[ii],
enuncia que:
«La
ignorancia no es la ausencia pasiva de información sino una mezcla formada por
datos, datos incompletos, datos acerca de cosas irrelevantes, expectativas
irrealistas, conocimiento fragmentado, categorías rígidas así como dicotomías
erróneas.»
Así es que se puede tener un nivel de escolarización
sin abandonar el espacio de seclusión del analfabetismo funcional. La
conciencia política crítica, anticapitalista y socialista podría ser a estas
alturas de los entuertos del imperialismo en un modo popular, políticamente
organizado de “poner la pica en Flandes”. Como reflexionaba Simón Rodríguez, al
que no sabe cualquiera lo engaña.
La revolución para el cambio radical socialista y
anticapitalista pertenece a todo el mundo y es propiedad privada de nadie en
específico. Lo que el pueblo no asume y controla hasta su materialización democrática,
deviene en propiedad del discernimiento de la dominación burguesa para que
pueda colgársele un “precio” en dinero duro. Y se factible comprar mediante
variantes de relaciones tóxicas contenidas en la corrupción. Pero el poder
popular, el de la gente políticamente organizada en democracia, tiene que ser
uno (un régimen) sabio por culto; con una economía política culta. A estas
alturas no hay lucha social efectiva contra las dominaciones desde un sentido
común sin ilustración pertinente. Para entender a Roland Denis o a Hugo Chávez
Frías, o a Simón Rodríguez hay que desarrollar el intelecto como el Che Guevara
lo expuso. La zona del Petare está dentro de Miranda que está gobernado por Enrique
Capriles; que anda por ahí, de viaje para acopiar capital y apoyo para otro
intento de golpe de estado, mientras tiene al Petare como un espacio de pobreza
secluído –más de medio millón de personas-, dentro de un país en revolución
bolivariana. ¿Se ha pensado en la solución de un problema que implica directamente
al acceso a un acto legítimo de justicia social, a pesar de la compleja
situación existente?
[i] Luis
Fuenmayor Toro. ¡Que oposición tan poderosa!. aporrea.org. 16/09/13 - http://www.aporrea.org/contraloria/a173629.html
[ii]
Iñaki Gil de San Vicente. Los
peligros de los tópicos…INSURGENTE.org.
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