Por Emilio Farrera
Estamos a tiempo y la urgencia obliga a
romper la modorra producida por el desencanto; es tiempo de renovar los ánimos
para el hacer. No se trata de votar por unos candidatos impuestos desde oscuras
cúpulas, se trata de salvar el país, la paz y el proceso Bolivariano; pero para
continuar se necesita tiempo y no retroceder, esto nos obliga a asumir una
conducta militante para no permitir que la derecha opositora se alce con un
número significante de alcaldías y concejalías. Si va a llegar la derecha, que
por lo menos sea la nuestra –es menos peligrosa. Sabemos que es como alargar la
arruga pero vale porque necesitamos tiempo para organizarnos mejor y construir
un verdadero poder popular militante, capaz de determinar nuestras candidaturas
que por muy equivocadas que sean, serán nuestras y el error también. Chávez se
equivocó reiteradas veces con candidatos que propuso, los asumimos con la confianza que emanaba de su indiscutible liderazgo, sin
embargo esa práctica fue y será una práctica que niega los principios más
elementales de nuestra propuesta revolucionaria: La democracia participativa y
protagónica, el poder popular, el gobierno del pueblo, etc. Al tiempo que
promueve el secuestro del partido y el poder por parte de cúpulas con intereses
particulares. Ningún pequeño grupo que desconozca a las mayorías militantes,
actúa en pro del bien común, esos pequeños grupos son expresión acabada de la
dictadura representativa y por lo tanto contrarrevolucionaria.
Esas sectas reproductoras del capital,
utilizando un camuflaje revolucionario, han derrumbado los procesos izquierdistas
que se han emprendido históricamente. Sólo el pueblo salva al pueblo. Los burós
niegan el poder popular, lo desconocen y sólo buscan beneficiarse cuando hablan
por él. Cúpula y poder popular son antagónicos. Esto lo debemos tener claro
para poder desarrollar mecanismos que impidan su proliferación, el Comandante
Chávez lo propuso cuando habló de vocerías como una condición opuesta a la
representatividad; esas vocerías son la clave orgánica para construir un
partido revolucionario verdadero, donde las cúpulas no decidan por encima de la
militancia. También debe revisarse cualquier vestigio estalinista basado en el
“centralismo democrático” que siempre tiende a la creación cupular y a la
derechización de la revolución. La experiencia histórica lo demuestra.
Por ahora, asumamos este tiempo histórico
con sus características y condiciones, salgamos a trabajar por impedir que la
derecha opositora controle las alcaldías; esta es una lucha de posición y
debemos impedir que avancen. Luego iremos contra los cascarones internos, pero
entendamos la importancia de dotarnos de planes políticos, organizativos y
propagandísticos capaces de construir un verdadero poder popular militante.
Abandonemos el cliché del “Poder Popular” en abstracto para poder avanzar en su
construcción.
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