miércoles, 11 de septiembre de 2013

Disciplina y conciencia revolucionaria

Por Emilio Farrera

Estamos a tiempo y la urgencia obliga a romper la modorra producida por el desencanto; es tiempo de renovar los ánimos para el hacer. No se trata de votar por unos candidatos impuestos desde oscuras cúpulas, se trata de salvar el país, la paz y el proceso Bolivariano; pero para continuar se necesita tiempo y no retroceder, esto nos obliga a asumir una conducta militante para no permitir que la derecha opositora se alce con un número significante de alcaldías y concejalías. Si va a llegar la derecha, que por lo menos sea la nuestra –es menos peligrosa. Sabemos que es como alargar la arruga pero vale porque necesitamos tiempo para organizarnos mejor y construir un verdadero poder popular militante, capaz de determinar nuestras candidaturas que por muy equivocadas que sean, serán nuestras y el error también. Chávez se equivocó reiteradas veces con candidatos que propuso, los asumimos con la confianza que emanaba de su indiscutible liderazgo, sin embargo esa práctica fue y será una práctica que niega los principios más elementales de nuestra propuesta revolucionaria: La democracia participativa y protagónica, el poder popular, el gobierno del pueblo, etc. Al tiempo que promueve el secuestro del partido y el poder por parte de cúpulas con intereses particulares. Ningún pequeño grupo que desconozca a las mayorías militantes, actúa en pro del bien común, esos pequeños grupos son expresión acabada de la dictadura representativa y por lo tanto contrarrevolucionaria.

Esas sectas reproductoras del capital, utilizando un camuflaje revolucionario, han derrumbado los procesos izquierdistas que se han emprendido históricamente. Sólo el pueblo salva al pueblo. Los burós niegan el poder popular, lo desconocen y sólo buscan beneficiarse cuando hablan por él. Cúpula y poder popular son antagónicos. Esto lo debemos tener claro para poder desarrollar mecanismos que impidan su proliferación, el Comandante Chávez lo propuso cuando habló de vocerías como una condición opuesta a la representatividad; esas vocerías son la clave orgánica para construir un partido revolucionario verdadero, donde las cúpulas no decidan por encima de la militancia. También debe revisarse cualquier vestigio estalinista basado en el “centralismo democrático” que siempre tiende a la creación cupular y a la derechización de la revolución. La experiencia histórica lo demuestra.

Por ahora, asumamos este tiempo histórico con sus características y condiciones, salgamos a trabajar por impedir que la derecha opositora controle las alcaldías; esta es una lucha de posición y debemos impedir que avancen. Luego iremos contra los cascarones internos, pero entendamos la importancia de dotarnos de planes políticos, organizativos y propagandísticos capaces de construir un verdadero poder popular militante. Abandonemos el cliché del “Poder Popular” en abstracto para poder avanzar en su construcción.


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