viernes, 13 de diciembre de 2013

Una morocha de dos mundos

Por Alfredo Grande

   (Fuente: APe).- En la década del 70, quizá 60, vi una película que aún recuerdo. “Una leona de dos mundos”. Relata la historia de Elsa, una leona nacida en cautiverio. Palabras más, imágenes menos, Elsa fracasa en los intentos de vivir en la selva. Podríamos decir que se había aburguesado más de lo necesario.

Finalmente, acepta el llamado de la naturaleza y se marcha. Todos lloramos. Elsa tenía claro que en la vida hay que saber elegir. Décadas después, estamos a la derecha de Elsa. Hay dos mundos posibles, que incluyen muchos mundos probables. La dirigencia tiene el deber de elegir en qué mundo quieren transitar. Y los dirigidos tienen el derecho de aceptar o rechazar el mundo que eligió la dirigencia.


Fundante clasista

La democracia es una organización clasista. Con la innegable virtud democrática de ocultar ese fundante clasista. Y el Estado, el gerenciador absoluto de la democracia, aparece como regulador, árbitro, moderador, equilibrador de los antagonismos e intereses de los diferentes sectores. El mito político de la neutralidad del Estado es una de los obstáculos más importantes para que la democracia sea cada vez más democrática. Cuando esa neutralidad es demolida en su versión más pornográfica, se habla de clientelismo. O de votos cautivos. Y todos y todas nos ponemos nerviosos. Siempre incomoda que una careta se caiga. Y en estos días se han caído caretas y disfraces. Habrá que esperar al carnaval para recuperarlas.
El 2001 fue la marca de que los dos mundos no sólo son diferentes sino que además son incompatibles. El mundo del neoliberalismo y el mundo del pueblo trabajador. La profecía del kirchnerismo triunfante fue repudiar al neoliberalismo de los malditos 90 y postular un capitalismo serio. Un aforismo implicado de esos tiempos dice: “mientras el neoliberalismo llora, el capitalismo ríe”. Ahora puedo agregar que se ríe de todos nosotros. Y nosotras. Bueno, de casi todos.

Saborizadores

Para que el aceite de ricino de la seriedad capitalista fuera tolerado, se le agregó el saborizador “derechos humanos”. Luchas de muchas décadas fueron expropiadas por el oficialismo triunfante. El Presidente electo no tenía ningún antecedente como defensor de derechos humanos en foro o estamento judicial alguno. Incluso en lo contrario, ya que ejecutar hipotecas de la 1050 fue una forma de avasallar derechos a la propiedad de la casa propia. Invento de Martinez de Hoz y que los Kirchner hacían ejecutar. Esa historia debía ser desalojaba porque era un falsete intolerable para la nueva sinfonía que empezaba a sonar. La receta fue simple y contundente. Repudiar aquello de lo que se había sido parte. Desmentir la realidad. Negarla y negar que se niega.
Pero un ingrediente más era necesario. Auto engendrarse como defensor de los derechos humanos necesitaba un núcleo de verdad. Algo que lo hiciera creíble. Ese núcleo fue Hebe de Bonafini y Estela Carlotto. Fue el comienzo de la captura del movimiento de derechos humanos más importante de Latinoamérica por uno de los Poderes del Estado. Que en la economía miraba a un mundo y en la política miraba a otro. Siendo el capitalismo el mayor violador de todos los derechos humanos, de primera generación, segunda, tercera y todas las generaciones que se quieran, la amalgama que se proclamaba no podía durar. Pero duró. Y sigue durando, más allá de un Granados, brutal discriminador, rodeado de alcahuetes y alcahuetas que señalan al infractor, y más acá de Milani, ahora en plena búsqueda del ascenso, previa etapa en el diario de las Madres.

Una vida sin PeJota

El mundo del Frente para la Victoria fue la construcción de una vida sin PeJota. El actual gobernador de la provincia de Buenos Aires fue el garante de ese acuerdo. Hombre de los 90, podía ser el mejor ejemplo de que el gatopardismo siempre funciona. Y funcionó. Primero vicepresidente y luego dos veces gobernador. Vapuleado sin piedad, gracias a la aparición del Tigre de los otros llanos, sigue siendo castigado pero al menos con la mano abierta. Las manoplas esperan otra oportunidad.
La derrota política mas allá de la discutible victoria electoral, hizo que el mundo de la transversalidad, que hace tiempo sufría varios efectos invernadero, fue directamente no habitable. La leona Elsa empezó a mirar con cariño al otro mundo. El del PeJota. La reunión del Jefe de Gabinete de Ministros con el Jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pacificador por la espalda (como diría Benedetti) del Hospital Borda, es más que una señal: es una marca.
Despiadados leones que arreglan cotos de cacería mayor y menor. Saqueos bizarros que evidencias que después de 30 años de democracia, después de una década ganada, el garante último de la paz social son las fuerzas de seguridad. De preferencia en la versión Gendarmería Full. Lamentable vigencia del proyecto X y la ley anti terrorista, aunque obviamente los terroristas siempre son los otros.
Tucumán, jardín de la república, estalla por haber sido saqueada primero desde el poder feudal. Luego desde el lumpenaje protegido. Demasiados saqueos y ninguna flor. Y el saqueo verdadero, el más predador, es el ejercido desde la función pública. Por eso un fiscal molesta, por eso un fiscal es, como diría Ibsen, otro enemigo del pueblo.

Mucho más que dos

Lo que la leona no sabía era que hay mucho más que dos mundos posibles. Y que no se trata, al menos necesariamente, de elegir Guatemala o Guatepeor. Otro mundo posible implica mejorar el actual, no empeorarlo. Por eso ni el mundo transversal de la victoria, ni el mundo del PeJota represor, son habitables por aquellos que pretenden memoria, verdad y justicia. Porque en esos dos mundos, la memoria y la amnesia van juntas, la verdad y la mentira engendran la falsedad, y la justicia es la coartada de la permanente impunidad. Esos dos mundos ya no sirven más. No sirven para ninguna lucha emancipatoria. Ninguna liberación política y social vendrá de esos mundos que son cada vez más lejanos y más siniestros. Aguante Morocha haber inventado un mundo para terminar refugiada en otro. No vamos a quejarnos. No vamos a protestar. Sólo vamos a combatir. Para que el mundo posible sea el mejor, sin explotadores ni explotados. Sin amargados ni deprimidos. Sin saqueadores ni saqueados. Nuestra realidad será la única verdad.


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