miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿Rectificación radical socialista de: terciopelo son tus ojos soñadores?


 Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez

"Nadie en sus cabales cree hoy que la economía es más importante que la política, pero por la misma razón, tampoco es creíble una política que no ponga en cuestión abiertamente a la economía. Una economía que nos ha recordado de forma brutal que la lucha de clases sigue estando vigente y que, al menos la derecha no lo olvida. [...] ¿Por qué razón deberían detraer parte de sus rentas para seguir atendiendo a una masa de proletarios cuya principal misión en la vida debe ser producir plusvalía para asegurar la reproducción del sistema?"

                       Ramón Molina.


Se experimenta una sensación extraña de dispersión del discernimiento. Todo lo que urge rectificar del modelo socialista; o lo que urge alcanzar para el cambio radical socialista, atraviesa por el tamiz de “terciopelo”, de una pasividad “espiritual” socialista que margina a los conflictos antagónicos de la lucha de clases.  Una recurrencia a la pacificación mental burguesa a la que se opone Iñaki Gil de San Vicente.

Esta semana terminó el ejercicio de la defensa popular BASTIÓN en Cuba; con una movilización y coherencia en su efectividad política evidentes. Pero al nivel de nuestra cotidianidad acumulamos tendencias de una reproducción que ignora, precisamente, todo lo que hace a ese ejercicio medular para la soberanía del país: "el mensaje consumista, frívolo, […] digamos proyanqui, con una cierta idealización de ese mundo norteamericano ha influido en algunos segmentos de nuestra población y yo diría que contamina el ambiente espiritual en Cuba" [1]

Una porción de la subjetividad dentro del modelo actual cubano, interactúa con la realidad harto compleja -debido a los cambios emergentes con que salvar y hacer avanzar a la propuesta socialista-, desde una dimensión cultural y del discernimiento político que intenta desclasar a nuestra sociedad. Esa impresión debe ser objeto de un análisis crítico más metódico, ordenando los resultados de la observación fruto de tal análisis crítico para socializarlo mediante la producción de pensamiento. Parece ser la de una tendencia a consensuar con la dimensión más cómoda para los intereses del imperialismo; y dentro de nuestra cotidianidad, esa tendencia apunta a un “pio-time” con las referencias o las presiones hegemónicas que acompañan al bloqueo angloestadounidense contra Cuba desde hace más de medio siglo. Y que puede expresarse en público con cierta “costumbre” de hacer grupitos guatacones alrededor del portador de la divisa (dólar) o de la ostentación, aún si disimulada del ciudadano extranjero parásito o de quienes se adhieran a sus intereses en la cuadra o el barrio; grupitos caracterizados en su composición por los “mercenarios” en disimulo o no del modo de vida global burgués “americanizado”, o la gente sensible a las relaciones tóxicas como la corrupción, el cobro al barato, o la estafa monda y lironda. Y que, además, tiene a las personas más vulnerables: los ancianos con bajo nivel de intelección política, a la gente pobre con cultura general precaria y a ciertos tipos de debilidades mentales leves como sus más preciados objetivos; fácilmente des-integrables.

Lo más notable de este asunto que va adquiriendo la categoría de proceso, es que dicha tendencia forma, a nivel de vecindario, un crapuloso “movimiento” en pos de dilucidar como “antisociales” a quienes se enfrenten resueltamente a dicha tendencia. Va faltando praxis política local al llamamiento que hizo el General de Ejército Raúl Castro para el enfrentamiento resuelto a ilegalidades que devinieron en acciones políticas subversivas para el trastorno de la legalidad socialista en democracia que requiere el momento.

Lo más peligroso consiste en que personas humildes, que de una forma u otra debido a su estatus de vulnerabilidad social estén protegidas por actos efectivos de justicia social socialista, comienzan un repliegue a favor, que los aleja del consenso a favor de la hegemonía socialista. Los reajustes de las organizaciones de masas aún no devuelven una respuesta emergente al efecto. Los “pesaos” siguen siendo, peligrosamente marginados en las acciones a nivel de vecindario; se comienza a ver bien respirar con un cuerpo distribuyendo cada una de sus mitades en terrenos diametralmente contrarios. El suicidio para el enfrentamiento en la lucha de clases, contra la ocupación imperialista del mundo.

Se hace un esfuerzo por “bajar” la semiótica para acercar el discernimiento crítico a la gente de a pie, y puede ser que el despliegue de esa ocupación del mundo, haya sembrado, antes, en cabezas dominadas una versión más “potable” por banal sobre la pacificación mental burguesa; y entonces parezca que quienes nos expresamos en cábala somos nosotros. La dominación imperialista es difícil de desarticular, como decía el viejo Albert: es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Y ese prejuicio consiste en que el socialismo democrático y con justicia social es inviable.  

Al cosificar las relaciones sociales, la interacción entre las personas se sustituye por la interacción con las “cosas”, la sandez de las mentes se torna un lujo sociocultural dentro de cualquier cotidianidad; la gente comienza a ostentarla, como un bien preciado dentro del rentismo improductivo que a través de las imágenes globales exhibe a los pobres cargando con un tareco electrónico o electrodoméstico como el clímax de la justicia social.  Recuerdo que durante los primeros años de la revolución cubana, la foto de un campesino mostrando su certificado de propiedad de la tierra entregado por la Reforma Agraria en acto efectivo de justicia social fue un golpe político contra el imperialismo. Hace rato que esa foto no aparece sino en algún museo cubano.

Todo lo “políticamente correcto” en la actualidad mundializada debe enrumbarse hacia el rentismo improductivo, hacia el ocio que propicia el mercado global del entretenimiento, hacia la adicción del alcohol y las drogas; en Cuba, por ejemplo, la dependencia etílica debe rondar niveles preocupantes, que ya incluyen a las mujeres. La recaudación comercial local, siendo la cubana una economía de servicios sobredimensionada, se soporta desde hace más de veinte años en el consumo etílico, cuya agudización se percibe a partir de los noventa del siglo veinte coincidiendo con la crisis de esa década. Las relaciones sociales entre grupos la tienen como su centro neurálgico. Todas las transacciones ilegales y los procesos de corrupción (o casi todos) están signados por ella. Las celebraciones comunitarias se mueven a su vera.

Ese rentismo improductivo que expedita la posibilidad de un modo de vida de terciopelo, promovido por las telenovelas “latinas”, que ensalzan la vida muelle y al “aguacero milagroso” de dinero duro, la vida que pasa a través de los cristales oscuros de un van, viendo reventarse a la gente humilde en el medio de la calle, tras el afortunado matrimonio con un extranjero. El sueño de una remesa salvadora en dólares angloestadounidenses, y su acopio parasitario no son, ya sucesos extraños sino que forman parte del sentido común en lo “políticamente correcto” dentro de un “capisocialismo”.

La ostentación en los espacios de pobreza, o la ostentación de la pobreza como si un logro aterciopelado de la legitimidad burguesa, es la película que puede mostrar un contexto socialista bajo insuficiencia productiva, en busca de asimilar los actos de justicia social efectiva en su valor de cambio por parte de los beneficiados por éstos actos.  Hace algunos años Mario Coyula alertó, ante la interacción tóxica entre la corrupción y su acopio que irrespeta a la legalidad socialista:

“Todas las regulaciones están escritas, pero dejaron de imponerse. Lo que el violador realmente teme no es a una multa, sino a que le demuelan lo que hizo [su acopio parasitario]. Pero nadie quiere ser el villano de la película.” [2]

El irrespeto a la legalidad es un culto globalizado. El disfraz ridículo de la precariedad para el disfrute “occidental” se va convirtiendo en el modo de consenso con la hegemonía angloestadounidense para que nos perciba como divertidos dentro del mercado global y lancemos los principios por la ventana; ¿quién dice que en Cuba no existe lucha de clases?

Es la imagen de la pobreza la que genera el tipo de negocios que se han aprobado, porque no producen nada, sino que hacen circular el mismo peso –CUP y CUC– de un bolsillo a otro [sin implicación productiva alguna]. Se ha producido una suerte de “timbirichización” de la sociedad, pero no podemos permitir que se “atimbiriche” también el pensamiento y que prosperen relaciones sociales marcadas por la marginalidad. Se está reflejando un problema de marginalidad urbana (…). Los problemas […] no son exclusivos del cuentapropismo. [3]

¿Podrá haber cambios sociales, o rectificación radical socialista efectiva desde la amnesia que provoca desechar a la cruenta lucha de clases de la que no estamos excluidos? La banalidad que empalaga a las mentes dominadas por la cultura del capitalismo vuelve a generar otra época de “bolerones etílicos” de vellonera en boga, para el desclasamiento del sentido de los individuos; aterciopelando los ojos del sistema capitalista ya insoportable. La Ley Habilitante aprobada hace poco en Caracas no puede quedarme en mera reforma para que la gente acceda mediante precios justos al mercado deslocalizado de tarecos electrónicos. No es salir en las fotos enseñando los “tarecos”, sino la certificación de ciudadanía socialista en democracia. El La Habana, perseguir la eficiencia productiva en pos de una economía sustentable, no puede implicar la inexistencia de de praxis política socialista pertinente. No hay economía a secas; ni en el capitalismo.  Nadie en sus cabales cree hoy que la economía es más importante que la política, pero por la misma razón, tampoco es creíble una política que no ponga en cuestión abiertamente a la economía. Separarlas equivale a la muerte de la lucha de clases; o mejor, a la victoria del capitalismo.  

Desde el litoral oeste de La Habana, revolucionaria, martiana y bolivariana… 25/11/2013






[1] Atilio Boron. "El concepto de privatización está absolutamente excluido como política en Cuba". La Haine. 8/8/2013. http://www.lahaine.org/blog.php?disp=impr&blog=3&p=70940
[2] Roberto Segre. Cuba. Una identità in movimento. Entrevista al arquitecto Mario Coyula..
[3] Alejandro Ulloa García. Ciudades en Cuba: ¿timbiriches o desarrollo? Cubahora. 3/07/2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario