Colectivo
Pueblo Rebelde
Guasdualito
16/12/2013
La guerra en Colombia es sin duda uno
de los conflictos bélicos más largos de la historia y este es el momentos en el cual las partes sentadas en las mesas de negociación les toca atinar con mucho
cuidado y dar en el clavo para así lograr lo que muchos consideran imposible.
Estos acuerdos se ven marcados por las exigencias de las fuerzas
revolucionarias basadas en la lucha agraria como principal elemento para
beneficiar a los campesinos que cada vez se encuentran apretado con un nudo en
la garganta por el tratado de libre comercio establecido, pactado y firmado por
el gobierno entreguista de Juan Manuel Santos a los E.E.U.U.
Este tratado no sólo les quita el
sueño y las esperanzas a los campesinos, sino que los intentan borrar
lentamente, y señal de esto es la ardua protestas que demostraron y pusieron a
tambalear a la oligarquía colombiana en estos últimos tiempos. Ante esto los
perros de la guerra que se benefician de esta -pero sin disparar un sólo tiro en
combate- dieron el inicio en satanizar al maravilloso movimiento popular de un
pueblo que exigió -y aún sigue exigiendo- un cambio profundo en las políticas del
estado colombiano.
Las mesas de acuerdo de paz propuesto
por Santos y aceptado por las FARC-E.P dieron un vuelco cuando estas
manifestaron reintegrarse a la actividad política; allí los primeros en
disparar fueron los miembros del partido de la U y su vocero Álvaro Uribe. Hay
que resaltar el interés de Uribe como principal perro de guerra de las grandes empresas trasnacionales y del
departamento de estado, ya que estos son los principales interesados en que no
exista un acuerdo que termine con el conflicto en virtud de la cantidad de millones de dólares, bien sea
por el plan Colombia, por los acuerdos del T.L.C. o por los intereses de la CIA
en no dejar que el negocio lucrativo del narcotráfico se les acabe.
El logro de la paz en Colombia seria
la derrota de los estados unidos, no una derrota por las vías de las armas sino una derrota ético política que se le pegaría al imperio en una tierra que ya
la ve como suya y que una vez que se revelen en contra de los intereses
norteamericanos, las bases militares establecidas en territorio colombiano
servirían como áreas de gobierno al igual que las establecidas en Iraq y en
otros países donde han invadido, asesinado y masacrado a los pueblos que se
resisten a su modelo.
Santos como buen político burgués
también saca su tajada al proceso de conversaciones de La Habana y esto lo hace
cuando manifiesta la voluntad de continuar al frente de la casa de Nariño,
dejando claro un mensaje al pueblo colombiano: "Yo soy el salvador, yo soy la
garantía de paz, así que voten por mí", mientras con sus lacayos firma acuerdos
de cooperación militar con los E.E.U.U.
Por otro lado el golpe a la democracia dirigida por las
altas cúpulas gobierneras y parasitaria de Colombia en contra del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se pone de manifiesto una nueva forma de quebrar la democracia y
esto es un mensaje claro para Santos que aunque es el niño mimado de la oligarquía
lo pone en aprieto y a su vez le permite ganar tiempo contra sus contendores
políticos que no son más que sectores ultraderechistas financiados por los
perros y señores de la guerra.
Claramente las cúpulas de la
oligarquía colombiana ponen de manifiesto el manejo de las leyes a su manera
antes contra Piedad Córdoba, ahora contra Petro, y con esto no sólo atentan
contra el pueblo bogotano, sino que desafían al pueblo pobre de Colombia, quien por décadas ha permanecido en pie de lucha contra las desgracias a las que han
sido sometido por sus gobernantes
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