martes, 24 de diciembre de 2013

Qué hacer desde abajo



Por Miguel Denis                                                                                     Equipo La Guarura Impresa

Introducción

Se fue el año 2013 corroborando casi a la medida exacta lo que fueron las previsiones básicas del documento del ¿QUÉ HACER?, pensado a principios de año y sistematizado en sus últimas cuatro versiones por Felipe Pérez, ex ministro de planificación 2002-2003. Hasta los momentos ha sido un documento crítico colectivo con una sólida discusión de orden estrictamente económico cuyo supuesto básico “Comuna y producción”, consigna análoga a aquella de principios de la revolución soviética “Soviet y electrificación” que sugiere un desarrollo profundo de las fuerzas productivas combinado con una democratización radical del Estado y el poder centrado en el Soviet, palabra rusa que alude a Comuna.


En lo que son sus previsiones: efectivamente terminamos el año como lo prefigura el documento, con una inflación por encima del 50%, con tendencias fuertes de desabastecimiento, incremento de la deuda y el déficit público a unos niveles descomunales, con una fuerte desvalorización del salario individual que ya afecta el “salario social” como ganancia justiciera y central del proceso. Esto combinado con una enorme fuga de capitales (cerca de 200 millardos de dólares en el período chavista) que han aprovechado los controles para hacer todo lo contrario de lo que preconizan, una terrible especulación y monetarización de la economía soportada en la sobrevaluación monetaria y mercados negros de contrabando y divisas externas, hasta provocar el colapso de la estanflación actual. Añadamos que los cambios estructurales fiscales no se han dado, los ricos no pagan prácticamente nada en impuestos, y es en definitiva el gran capital importador, especulativo y bancario quien ha detentado todo el provecho de la situación. Por lo cual eso de la “guerra económica” de la burguesía contra el gobierno no pasó de ser una retórica de confrontación conveniente entre fracciones de la misma; una oficialista la otra de oposición y una ocasión para la toma de medidas de corto plazo que no resuelven nada, como la ofensiva del control de precios hecha desde noviembre, las cuales mueren con la navidad.  Al final sirvieron para forzar una negociación política difícil para ambos lados por intereses extremos mutuos que se oponen y dejar la alfombra abierta al paquete económico del nuevo año que comienza.

En síntesis el ¿QUÉ HACER? es un documento polémico pensado en un primer momento como formato programático viable para un nuevo gobierno poschavista, dispuesto a superar las carencias tremendas tanto económicas como políticas que dejó el largo período presidencial del comandante Chávez. Económicas porque se hizo todo lo posible para contraponer lo social a lo económico, es decir, el subsidio social y clientelar mató la economía hasta hacer imposible mantener la carga de subsidios, ya que la economía rentista (la única que queda) entra en un quiebre progresivo como estamos viviendo a pesar de los altos precios petroleros. Y por otro lado, político porque este mismo esquema trajo consigo una terrible burocratización del proceso, una corrupción con crecimiento exponenciales que facilitó el nacimiento de una nueva “boliburguesía” y una clintelización administrada partidistamente de gran parte del movimiento popular que se desmoviliza y despolitiza, rompiendo el alma participativa, subversiva y constituyente de la revolución bolivariana. De allí que el ¿QUÉ HACER? en su respuesta integral a la situación restablezca la premisa de “todo el poder al pueblo”, como principio económico y político de salvación revolucionaria desde una concepción libertaria que choca con todos los esquemas ideológicos del capitalismo de Estado, tan presente y dominante aún en la generalidad de la izquierda.

Pero el gobierno nunca quiso discutir nada por tratarse de una élite cerrada ya amarrada al esquema corporativo-burocrático que se creó en estos años y que tanta ganancia le ha dejado a la corrupción militar y civil que nació con él. Por el contrario, lanzó su tropa intelectual contra el documento para criminalizarlo como ha pasado con todo el pensamiento crítico revolucionario desde hace años. Pero además una buena parte de grupos políticos de vanguardia, militantes honestos pero aún anclados en las concepciones estatistas de la transición al socialismo, igualmente lo descalifican y tratan de “neoliberal”. Lo hacen simplemente entre otras porque reconocen la existencia de una sociedad de mercado global e ineludible hoy, del mismo empresariado privado como rémora que nadie acabará por decreto (hay por el contrario que ponerlo a jugar a favor y no en contra, dejar la actitud defensiva y acusatoria y convencernos de que la revolución social es superior al capital nacional), marcando propuestas al respecto en las cuales la propiedad socializada pueda superar la lógica capitalista de acumulación, aún estando en ella bajo el formato de mercado. Ejemplo de esto: la propuesta hecha sobre “modo de producción de conocimiento libre” que quiebra todos los esquemas de privatización y burocratización centralista del conocimiento y la acción colectiva, algo pecaminoso para esa vieja izquierda; vanguardias felices sólo mientras se hable de Estado, nacionalizaciones y controles.

El trabajo que aquí presentamos hecho por Miguel Denis, es lo que toca hacer si se está en la base militante del pueblo con el documento del ¿QUÉ HACER?. Si no fue posible discutirlo en el ámbito del gobierno, comencemos entonces a adaptarlo a una mirada “desde abajo”, desde la verdadera gobernabilidad popular, agregando elementos y argumentos propios de una visión y una necesidad del pueblo en lucha. Por supuesto nos es papel de Miguel ni de nuestro equipo de trabajo estar dando recetas del cómo hacer todo esto. Fuera del Estado, el pueblo está en su lucha, pariendo de la consideración de que esta historia revolucionaria nos ha preparado como parte de la vanguardia colectiva que ha motorizado el proceso, a volver a viabilizar el punto central del año 99: la refundación nacional, la explosión y expansión social del Proceso Popular Constituyente, como método de construcción de un verdadero poder popular que hoy por hoy tiene que hacerse “gobierno” con capacidad de desbordar la podredumbre actual del poder constituido . 

Qué Hacer (Versión “desde abajo”)

La inflación junto al desabastecimiento han determinado la situación nacional, marcando el problema económico como central dentro de la dinámica coyuntural. Desde el documento ¿Qué Hacer? se plantearon los marcos económicos que originaban esta situación de “estanflación”  ubicados en la política económica del gobierno.

Como documento dirigido al equipo económico del gobierno, se propusieron acciones y políticas concretas para aplacar la crisis y avanzar en la construcción de un modelo productivo socialista, autogobernante, solidario, partiendo desde un principio fundamental: el estado no es garantía de socialización ni eficiencia productiva, sino el control directo y efectivo de los trabajadores y las comunidades; la producción socialista no se enmarca desde la nacionalización y estatización de empresas sino desde el principio de Comunas y Producción.

Ahora en este aporte que hacemos se pretende abordar la misma problemática pero desde otro punto de partida, ya no desde las posibilidades de acción que se le proponen a un gobierno nacional, sino desde la acción de un movimiento popular que se organiza desde su propio poder, desde un punto fuera del estado y el poder burocratizado.

Entendamos que si hay un contexto “en crisis” actualmente no es en sí la economía capitalista, que al final sobrevive desde las maneras incluso más criminales, fascistas y empobrecedoras si es necesario y como lo están demostrando en Europa y el Medio Oriente. Lo que sí es muy lamentable es la crisis en su capacidad de respuesta y movilización de un movimiento popular nuestro que fue capaz de generar una lucha heroica contra la cuarta república y la conspiración fascista posterior, pero que quedó amarrado a un capitalismo clientelar de Estado sintetizado en la polarización político-electoral. El efecto de este amarre ha sido tremendo ya que no se ha podido enfrentar el problema de fondo ni entender el estancamiento revolucionario que ya se hace obvio por la crisis que vive el modelo económico burocrático. Por eso la referencia al ¿QUÉ HACER? y su versión “desde abajo” lo tomamos como apoyo a un debate obligado y profundo, totalmente “nuestro”, en un horizonte por venir que va a ser definitivo en el futuro inmediato.

Marcos de acción y organización.

El proceso revolucionario que ha surgido en Venezuela se ha desarrollado bajo  dos líneas o puntos de partida para la acción. Uno originario que surge desde la organización autónoma y libre del pueblo. Originario porque “origina” este proceso, siendo su primera expresión el Caracazo, y la rebelión de febrero del 89. El segundo punto de poder ha venido absorbiendo al primero, se ubica en el Estado, imponiéndose por los recursos a su disposición como dirección única de un proceso de cambio. El Estado en vez de motorizar un proceso revolucionario ha venido consolidando una nueva clase burocrática que absorbe gran parte de la vieja dirigencia de base, junto a la llamada “boliburguesía” que contiene cualquier movimiento de avance revolucionario, impidiendo la constitución del autogobierno popular. Si bien no podemos negar la inevitabilidad del Estado (o de la forma-Estado) como parte de un proceso revolucionario, suponiendo que nos movemos en una transición al socialismo, lo que sí viene siendo claro es que este no puede ser la “vanguardia” ni el motor del proceso. Aquí vuelve a cobrar vigencia  la frase aquel manifiesto desobediente del 92: “sólo la acción soberana del pueblo es libertad” “sólo el pueblo salva al pueblo”. Reconociendo la existencia del Estado que no podemos simplemente suprimirlo por decreto de la realidad, el papel de este tiene que ser el de garantizar condiciones para la transición al socialismo, garantizar condiciones para que esa “acción soberana del pueblo” se despliegue sobre el viejo sistema, pero no sustituirla por el entramado burocrático como ha venido pasando hasta llegar al absurdo esquema del llamado “Estado Comunal” (comunidades diseñadas y dirigidas por una burocracia externa al proceso constituyente y original que debería llevar toda comuna autogobernante desde su tiempo, espacio e identidad).

Desde esta manera, desde el movimiento popular organizado en autonomía, surgen tres necesidades o líneas de acción ya abordadas por el documento del ¿QUÉ HACER?: Primero. De exigencia de condiciones económicas y políticas favorables para el surgimiento y el desarrollo de su propio poder y producción (Comuna y Producción), incluido un marco macroeconómico favorable al desarrollo endógeno y socializado. Segundo. La construcción directa de estas instancias de poder y producción autogobernantes, una construcción que por la misma dinámica de la lucha de clases se opone a puntos de poder estatales y por supuesto burgueses. Tercero. Un rediseño total de la actividad social y educativa que favorezca realmente la liberación de las fuerzas productivas y no sólo un “subsidio” al estómago y la conciencia de la sociedad. Diremos que en nuestra hambre y consecuente ignorancia la superamos nosotros mismos, no necesitamos que nos den de comer ni nos enseñen a pensar. 


PUNTO UNO
Las actuales políticas económicas han fortalecido la dependencia de la renta petrolera, y por ende la dependencia de las importaciones, siendo esto un paso atrás en el desarrollo de cualquier modelo productivo (burgués o socialista). En cuanto a la edificación de un modelo productivo socialista, se ha avanzado muy poco aunque se hayan desarrollado una gran cantidad de proyectos comunales o de propiedad social. Por ejemplo, el impulso a través del crédito de miles de cooperativas y pequeñas empresas no ha tenido una respuesta en cuanto a productividad, más bien se le ha dificultado salir adelante sin depender de los créditos del Estado.  ¿Por qué aunque haya todo este apoyo no surge un sistema productivo alternativo? El marco en que se mueve la economía venezolana dificulta el incentivo productivo, beneficiando la importación como una actividad mucho más rentable. En segundo lugar los grandes incentivos y créditos económicos a las empresas grandes, como las de la CVG han sido ineficientes ni ha subido la productividad de las mismas volviéndose cada vez una carga más pesada para el presupuesto nacional. Este proceso se ha venido acrecentado con el decrecimiento de la participación de los trabajadores en la actividad industrial (caso Alcasa) hasta la consolidación de una derrota burocrática del Plan Guayana Socialista. Mientras de manera más impositiva y vertical se implantan las gerencias menos productivas son las empresas, por tanto la corrupción y la ineficiencia se vuelve un problema estructural en los modelos burocráticos.

Se plantean así en este primer eje de exigencias dos problemas centrales: la necesidad de un marco económico para la transición a un modelo productivo socialista y la necesidad de derrotar la burocratización-corrupta-corruptora del modelo productivo con la lucha por el control obrero y la participación cada vez mayor del voceros del movimiento popular, obrero, comunal en las instancias de gobierno y administración.

Ahora, ¿qué marco económico se hace necesario para encaminar una transición al socialismo? Proponemos:

-Elaborar a través de una “constituyente legislativa” una reforma fiscal integral que incremente el impuesto sobre la renta (siendo actualmente gravemente bajo, incluso para un país plenamente capitalista) y rebaje el IVA.

-Exigir un sistema de transferencias de divisas preferencial para empresas sociales, comunales y bajo control obrero. No estamos pidiendo ningún control de cambio más, sí la tenencia de un “fondo autogestionario crediticio” que le permita a la producción social tener amplia capacidad de pago de las divisas en su valor de acuerdo a un sistema de “bandas limpias”.

-Regresar al marcaje obligatorio del P.V.P y generar el P.V.P “social” indicativo del mercado justo socializado

-Impulso de un modelo productivo socialista estableciendo diversos tipos de propiedad: Para pequeñas y medianas empresas (EPS).
.Un sistema de propiedad comunal de propiedad común y directa
.Otro sistema propietario de empresas grandes y sistemas sociales mixtos en los cuales se establece la propiedad de los trabajadores y las comunas.
.Un marco para empresas de interés nacional (PDVSA, CVG, etc) de propiedad estatal con control obrero y participación directa de los trabajadores.

En este mismo sentido es importante lograr la incorporación de voceros del poder popular organizado, vale decir, Comunas, Consejo de Trabajadores, Sindicatos, Organizaciones Campesinas, etc., en los espacios de decisión, al igual que la incorporación del pueblo organizado en la distribución de los alimento:

-Reformar al Consejo Federal de Gobierno para incorporar de forma activa al pueblo organizado

-Discusión colectiva y popular del plan económico de gobierno (el marco del “Plan de la Patria” debe ser rediscutido colectivamente como lo pidió el mismo Chávez).

-Paso de las misiones, principalmente de las que participan del ámbito de la salud, educativo y económico (Mercal y Pdval) al control y distribución de las comunidades. La Misión Vivienda (las instancias alimentarias y, productivas y comunitarias que deberían acompañarla) debe canalizarse progresivamente a través del sistema autogobernante de las comunas.


Ahora, una transición hacia un modelo económico socialista, también implica una transición política, y en este sentido hay mucho camino que re-discutir y re-hacer para poder cumplir con la máxima revolucionaria de “todo el poder al pueblo”. Al igual que en el “asunto económico” no le podemos plantear al Estado más que condiciones básicas para el surgimiento de instancias autogobernantes, siendo la primera de estas condiciones las formulaciones legislativas que rigen la modalidad de las organizaciones del pueblo, es decir las leyes del poder popular. Dentro del marco de estas leyes del poder popular se establecen las normas bajo la que funciona la comuna, el Estado fija la forma y los límites de estas organizaciones. ¿Hasta qué punto una Comuna es efectivamente una Comuna si es normada por el Estado? Estemos claros en un punto básico conceptual y filosófico: La “Comuna” y sus derivados constituyentes, son instancias superiores desde el punto de vista de su legitimidad y ética social por conquistar a cualquier marco legal derivado de la democracia burguesa.

-Se propone desde esta misma “constituyente legislativa” una reforma de las leyes del poder popular en cuanto a su forma legislativa, a la Comuna no se le otorgarían derechos y funciones, se le otorgaría la facultad de auto-legislarse.

Esta forma legislativa presenta un cambio radical y necesario, que por cierto no es ninguna novedad, es la misma forma que se le aplica a las comunidades indígenas, cuando en vez de normar sus condiciones de vida y organización, se les reconoce su propias formas culturales, organizativas, y fundamentalmente su propia forma de justicia.


PUNTO DOS
En este punto toca trazar el camino concreto de construcción de un modelo productivo socialista, el cual no es más que un modelo productivo en manos directas del pueblo. Para este punto vale la pena hacer evaluar los avances o las acciones que se han dado en ese sentido.
El Estado nacionalizó en este proceso un conjunto importante de empresas privadas tomando un control parcial de varias ramas industriales como la de las industrias básicas, (conservando o recuperando el control total) cementeras, del papel, y algunas ramas de alimentos. En algunos casos este proceso se dio por la lucha de trabajadores como es el caso emblemático de SIDOR y en otros por decretos de expropiación. Sin embargo la mayoría de estas empresas no han desarrollado sus niveles de productividad, incluso han llegado a graves situaciones como el de las empresas básicas de aluminio o Ferrominera las cuales se encuentran parcialmente quebradas, dependientes de un subsidio estatal. La corrupción y la ineficiencia son las principales características de la gestión burocrática en estas empresas, sin contar además con los constantes conflictos laborales que tienen que llevar a cabo los trabajadores para lograr las reivindicaciones que necesitan. Ahora, esto es la expresión del modelo productivo burocrático, pero otra historia ha sido cuando se logran niveles de control obrero; estas gestiones por lo contrario han sido eficientes y han elevado la productividad de las empresas, además de ser un gran ejemplo de organización y de construcción de nuevas relaciones sociales que experimentaros los trabajadores. El caso de ALCASA es un excelente ejemplo de esto; cuando estuvo bajo un modelo de control y autogestión obrera (aunque sea parcial, y no total) se logró la producción de 190.000 toneladas de aluminio, logrando sacarla del déficit en que estaba y pagando todas las deudas laborales que se tenían, incluso suficientes insumos para un año de producción. En estos momentos, después de haber sido desmontado el control obrero, la producción se sitúa en el 30% de la cantidad lograda con la dirección de los trabajadores.

Entonces, ¿cómo el movimiento popular construye un sistema productivo fuera de la burocracia estatal? La expropiación como acción clara de apropiación de la economía por parte de trabajadores y comunidades populares en general tiene que organizarse y surgir desde estos mismos actores, las expropiaciones se tienen que realizar “desde abajo”. ¿Cómo fortalecemos un movimiento por el control obrero? ¿Cómo se contruye y defiende este modelo productivo (revisar caso de represión en empresas Souto, entre otros)?

Ahora evidentemente la situación de improductividad fruto del rentismo petrolero, si no hay un aparato productivo consolidado, tampoco no hay nada que expropiar más allá de los galpones de empresas de importación. Entonces el problema se plantea en cómo utilizamos la renta petrolera en la construcción de un modelo productivo socialista, o más bien: cómo se socializa la renta petrolera, qué línea de acción nos podemos plantear como movimiento popular para que la renta petrolera sea tomada por el “poder popular o las comunas”  desplazando así el control burocrático corporativo e improductivo o el sistema liberal burgués real controlado por los monopolios alimentarios como la Polar, los monopolios y mafias de distribución como Cavidea y el monopolio crediticio en manos de los bancos privados.


PUNTO TRES
Otro de los elementos claves que tenemos delante que trasciende las condiciones económicas, legales y propietarias de un proceso de transición atañe directamente al desarrollo del conocimiento y la conciencia colectiva. Este es quizás uno se los puntos más complejos ya que aborda el centro de la subjetividad social como motor esencial de un proceso de transformación revolucionaria. El documento del ¿QUÉ HACER? al abordar esta problemática se centra fundamentalmente en la idea del “modo de producción de conocimiento libre” como formato que permitiría en un juego de poderes (llamemos de una vez lucha de clases) enfrentados, todo movimiento que libere el conocimiento de todas las formas de privatización y apropiación que se ha venido generando desde el comienzo de las civilizaciones despóticas hasta los modelos actuales de privatización y mercantilización del conocimiento capitalistas, siempre ganará el fuerza y calidad la actividad socializada. La historia del software libre es un ejemplo clásico que se especifica el documento.

Lo cierto que en ese sentido es muy poco lo que se ha avanzado. Desde el punto de vista educativo y formativo en general tenemos efectivamente un balance positivo que dar en cuanto a la expansión numérica de la nomina educativa tanto en la escuela básica como universitaria donde se ha multiplicado por cinco desde el año 99. Igualmente abunda desde el ala más noble del funcionarato de Estado y de movimientos sociales todas unas redes de formación gerencial, técnica y participativa en muchos ámbitos. Sin embargo, el nudo del problema está muy lejos de ser asumido por un una estructura de gobierno que no ha querido cambiar en absoluto salvo en intención y palabra, el viejo orden vertical y academicista desde el cual se articula toda la actividad educativa. Y muchísimo menos ha abordado a fondo el problema en sí de la socialización del conocimiento tanto en el control social de la acción gubernamental que ya muchas democracias liberales piden para sí mismas (formas de gobierno abierto), mucho menos lo que es la liberación y transmisión generalizada de los conocimientos necesarios como de unidades de producción cognitiva (tecnológica entre otras) que realmente afecten al conjunto social y productivo, ayudándolo a salir de su parasitismo ya cultural, la alienación consumista, su dependencia del subsidio o el salario, la economía tercerizada o en el peor de los casos de la misericordia. El desarrollo y liberación de las fuerzas productivas sólo se ve, repitiendo la ideología del nefasto desarrollismo dependiente, en la máquina y la inversión y no en el sujeto como tal y las herramientas que obtenga para ejercer su  libertad cognitiva y pensante.

Sobre estas bases dejamos como propuestas inmediatas los siguientes puntos:

.Reiniciar la constituyente educativa y universitaria en función de terminar de romper los paredones del academicismo y el verticalismo burocrático (recuperación del Programa educativo Nacional PEN del 2001)
.Concretar dentro del contexto unificado o diverso de una constituyente campesina y de los trabajadores los diversos mecanismos para la cualificación y generación de producción de saber para la liberación en puntos como:
.Generalización y uso de software libre para el saber y el control social.
.Iniciación de unidades de liberación tecnológica en el plano de maquinarias, tecnologías, transporte, tecnologías blandas, telecomunicaciones, energías alternativas, recuperación de tecnologías ancestrales (medicinales, agrícolas.
.Multiplicación de las escuelas de gerencia nos y planificación social
.Restablecer el plan de soberanía agro-alimentaria; producción de tecnologías para las semillas, abonos, insecticidas naturales y herramientas apropiadas al marco de dicha soberanía y nuevo régimen alimentario.
.Socialización de los saberes para la defensa social y nacional restableciendo las escuelas para una verdadera milicia revolucionaria en mando popular.


Entendamos, no hay forma ni manera de avanzar en la revolución si no destruimos el modelo de justicia misericordiosa propia del capitalismo de Estado y el modelo corporativo de redistribución de la renta por una comunidad productiva que comience por liberarse como clase trabajadora atada al saber y mando del patrón público o privado, y se defienda a ella misma en cualquier terreno. Por ello el centro del  problema vuelve a estar del lado del conocimiento y la herramienta productiva como núcleos originarios de nuestra condición humana.



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