Por Miguel Denis Equipo La Guarura Impresa
Introducción
Se fue el año 2013 corroborando casi a la medida exacta lo que
fueron las previsiones básicas del documento del ¿QUÉ HACER?, pensado a
principios de año y sistematizado en sus últimas cuatro versiones por Felipe
Pérez, ex ministro de planificación 2002-2003. Hasta los momentos ha sido un
documento crítico colectivo con una sólida discusión de orden estrictamente
económico cuyo supuesto básico “Comuna y producción”, consigna análoga a
aquella de principios de la revolución soviética “Soviet y electrificación” que
sugiere un desarrollo profundo de las fuerzas productivas combinado con una
democratización radical del Estado y el poder centrado en el Soviet, palabra
rusa que alude a Comuna.
En lo que son sus previsiones: efectivamente terminamos el año como
lo prefigura el documento, con una inflación por encima del 50%, con tendencias
fuertes de desabastecimiento, incremento de la deuda y el déficit público a
unos niveles descomunales, con una fuerte desvalorización del salario
individual que ya afecta el “salario social” como ganancia justiciera y central
del proceso. Esto combinado con una enorme fuga de capitales (cerca de 200
millardos de dólares en el período chavista) que han aprovechado los controles
para hacer todo lo contrario de lo que preconizan, una terrible especulación y
monetarización de la economía soportada en la sobrevaluación monetaria y
mercados negros de contrabando y divisas externas, hasta provocar el colapso de
la estanflación actual. Añadamos que los cambios estructurales fiscales no se
han dado, los ricos no pagan prácticamente nada en impuestos, y es en
definitiva el gran capital importador, especulativo y bancario quien ha
detentado todo el provecho de la situación. Por lo cual eso de la “guerra
económica” de la burguesía contra el gobierno no pasó de ser una retórica de
confrontación conveniente entre fracciones de la misma; una oficialista la otra
de oposición y una ocasión para la toma de medidas de corto plazo que no
resuelven nada, como la ofensiva del control de precios hecha desde noviembre,
las cuales mueren con la navidad. Al
final sirvieron para forzar una negociación política difícil para ambos lados
por intereses extremos mutuos que se oponen y dejar la alfombra abierta al
paquete económico del nuevo año que comienza.
En síntesis el ¿QUÉ HACER? es un documento polémico pensado en un
primer momento como formato programático viable para un nuevo gobierno
poschavista, dispuesto a superar las carencias tremendas tanto económicas como
políticas que dejó el largo período presidencial del comandante Chávez.
Económicas porque se hizo todo lo posible para contraponer lo social a lo
económico, es decir, el subsidio social y clientelar mató la economía hasta
hacer imposible mantener la carga de subsidios, ya que la economía rentista (la
única que queda) entra en un quiebre progresivo como estamos viviendo a pesar
de los altos precios petroleros. Y por otro lado, político porque este mismo
esquema trajo consigo una terrible burocratización del proceso, una corrupción
con crecimiento exponenciales que facilitó el nacimiento de una nueva
“boliburguesía” y una clintelización administrada partidistamente de gran parte
del movimiento popular que se desmoviliza y despolitiza, rompiendo el alma
participativa, subversiva y constituyente de la revolución bolivariana. De allí
que el ¿QUÉ HACER? en su respuesta integral a la situación restablezca la
premisa de “todo el poder al pueblo”, como principio económico y político de
salvación revolucionaria desde una concepción libertaria que choca con todos
los esquemas ideológicos del capitalismo de Estado, tan presente y dominante
aún en la generalidad de la izquierda.
Pero el gobierno nunca quiso discutir nada por tratarse de una élite
cerrada ya amarrada al esquema corporativo-burocrático que se creó en estos
años y que tanta ganancia le ha dejado a la corrupción militar y civil que
nació con él. Por el contrario, lanzó su tropa intelectual contra el documento
para criminalizarlo como ha pasado con todo el pensamiento crítico
revolucionario desde hace años. Pero además una buena parte de grupos políticos
de vanguardia, militantes honestos pero aún anclados en las concepciones
estatistas de la transición al socialismo, igualmente lo descalifican y tratan
de “neoliberal”. Lo hacen simplemente entre otras porque reconocen la
existencia de una sociedad de mercado global e ineludible hoy, del mismo
empresariado privado como rémora que nadie acabará por decreto (hay por el
contrario que ponerlo a jugar a favor y no en contra, dejar la actitud
defensiva y acusatoria y convencernos de que la revolución social es superior
al capital nacional), marcando propuestas al respecto en las cuales la
propiedad socializada pueda superar la lógica capitalista de acumulación, aún
estando en ella bajo el formato de mercado. Ejemplo de esto: la propuesta hecha
sobre “modo de producción de conocimiento libre” que quiebra todos los esquemas
de privatización y burocratización centralista del conocimiento y la acción
colectiva, algo pecaminoso para esa vieja izquierda; vanguardias felices sólo
mientras se hable de Estado, nacionalizaciones y controles.
El trabajo que aquí presentamos hecho por Miguel Denis, es lo que
toca hacer si se está en la base militante del pueblo con el documento del ¿QUÉ
HACER?. Si no fue posible discutirlo en el ámbito del gobierno, comencemos
entonces a adaptarlo a una mirada “desde abajo”, desde la verdadera
gobernabilidad popular, agregando elementos y argumentos propios de una visión
y una necesidad del pueblo en lucha. Por supuesto nos es papel de Miguel ni de
nuestro equipo de trabajo estar dando recetas del cómo hacer todo esto. Fuera
del Estado, el pueblo está en su lucha, pariendo de la consideración de que
esta historia revolucionaria nos ha preparado como parte de la vanguardia
colectiva que ha motorizado el proceso, a volver a viabilizar el punto central
del año 99: la refundación nacional, la explosión y expansión social del
Proceso Popular Constituyente, como método de construcción de un verdadero
poder popular que hoy por hoy tiene que hacerse “gobierno” con capacidad de
desbordar la podredumbre actual del poder constituido .
Qué Hacer (Versión “desde abajo”)
La inflación junto al desabastecimiento han determinado la situación
nacional, marcando el problema económico como central dentro de la dinámica
coyuntural. Desde el documento ¿Qué Hacer? se plantearon los marcos económicos
que originaban esta situación de “estanflación”
ubicados en la política económica del gobierno.
Como documento dirigido al equipo económico del gobierno, se
propusieron acciones y políticas concretas para aplacar la crisis y avanzar en
la construcción de un modelo productivo socialista, autogobernante, solidario,
partiendo desde un principio fundamental: el estado no es garantía de
socialización ni eficiencia productiva, sino el control directo y efectivo de
los trabajadores y las comunidades; la producción socialista no se enmarca desde
la nacionalización y estatización de empresas sino desde el principio de
Comunas y Producción.
Ahora en este aporte que hacemos se pretende abordar la misma
problemática pero desde otro punto de partida, ya no desde las posibilidades de acción que se le proponen a un gobierno nacional, sino
desde la acción de un movimiento popular que se organiza desde su propio poder,
desde un punto fuera del estado y el poder burocratizado.
Entendamos que si hay un contexto “en crisis” actualmente no es en
sí la economía capitalista, que al final sobrevive desde las maneras incluso más
criminales, fascistas y empobrecedoras si es necesario y como lo están
demostrando en Europa y el Medio Oriente. Lo que sí es muy lamentable es la
crisis en su capacidad de respuesta y movilización de un movimiento popular
nuestro que fue capaz de generar una lucha heroica contra la cuarta república y
la conspiración fascista posterior, pero que quedó amarrado a un capitalismo
clientelar de Estado sintetizado en la polarización político-electoral. El
efecto de este amarre ha sido tremendo ya que no se ha podido enfrentar el
problema de fondo ni entender el estancamiento revolucionario que ya se hace
obvio por la crisis que vive el modelo económico burocrático. Por eso la
referencia al ¿QUÉ HACER? y su versión “desde abajo” lo tomamos como apoyo a un
debate obligado y profundo, totalmente “nuestro”, en un horizonte por venir que
va a ser definitivo en el futuro inmediato.
Marcos de acción y
organización.
El proceso revolucionario que ha surgido en Venezuela se ha
desarrollado bajo dos líneas o puntos de
partida para la acción. Uno originario que surge desde la organización autónoma
y libre del pueblo. Originario porque “origina” este proceso, siendo su primera
expresión el Caracazo, y la rebelión de febrero del 89. El segundo punto de
poder ha venido absorbiendo al primero, se ubica en el Estado, imponiéndose por
los recursos a su disposición como dirección única de un proceso de cambio. El
Estado en vez de motorizar un proceso revolucionario ha venido consolidando una
nueva clase burocrática que absorbe gran parte de la vieja dirigencia de base,
junto a la llamada “boliburguesía” que contiene cualquier movimiento de avance
revolucionario, impidiendo la constitución del autogobierno popular. Si bien no
podemos negar la inevitabilidad del Estado (o de la forma-Estado) como parte de
un proceso revolucionario, suponiendo que nos movemos en una transición al
socialismo, lo que sí viene siendo claro es que este no puede ser la
“vanguardia” ni el motor del proceso. Aquí vuelve a cobrar vigencia la frase aquel manifiesto desobediente del
92: “sólo la acción soberana del pueblo es libertad” “sólo el pueblo salva al
pueblo”. Reconociendo la existencia del Estado que no podemos simplemente
suprimirlo por decreto de la realidad, el papel de este tiene que ser el de
garantizar condiciones para la transición al socialismo, garantizar condiciones
para que esa “acción soberana del pueblo” se despliegue sobre el viejo sistema,
pero no sustituirla por el entramado burocrático como ha venido pasando hasta
llegar al absurdo esquema del llamado “Estado Comunal” (comunidades diseñadas y
dirigidas por una burocracia externa al proceso constituyente y original que
debería llevar toda comuna autogobernante desde su tiempo, espacio e
identidad).
Desde esta manera, desde el movimiento popular organizado en
autonomía, surgen tres necesidades o líneas de acción ya abordadas por el
documento del ¿QUÉ HACER?: Primero. De exigencia de condiciones económicas y
políticas favorables para el surgimiento y el desarrollo de su propio poder y
producción (Comuna y Producción), incluido un marco macroeconómico favorable al
desarrollo endógeno y socializado. Segundo. La construcción directa de estas
instancias de poder y producción autogobernantes, una construcción que por la
misma dinámica de la lucha de clases se opone a puntos de poder estatales y por
supuesto burgueses. Tercero. Un rediseño total de la actividad social y
educativa que favorezca realmente la liberación de las fuerzas productivas y no
sólo un “subsidio” al estómago y la conciencia de la sociedad. Diremos que en
nuestra hambre y consecuente ignorancia la superamos nosotros mismos, no
necesitamos que nos den de comer ni nos enseñen a pensar.
PUNTO UNO
Las actuales políticas económicas han fortalecido la dependencia de
la renta petrolera, y por ende la dependencia de las importaciones, siendo esto
un paso atrás en el desarrollo de cualquier modelo productivo (burgués o
socialista). En cuanto a la edificación de un modelo productivo socialista, se
ha avanzado muy poco aunque se hayan desarrollado una gran cantidad de
proyectos comunales o de propiedad social. Por ejemplo, el impulso a través del
crédito de miles de cooperativas y pequeñas empresas no ha tenido una respuesta
en cuanto a productividad, más bien se le ha dificultado salir adelante sin
depender de los créditos del Estado.
¿Por qué aunque haya todo este apoyo no surge un sistema productivo
alternativo? El marco en que se mueve la economía venezolana dificulta el
incentivo productivo, beneficiando la importación como una actividad mucho más
rentable. En segundo lugar los grandes incentivos y créditos económicos a las
empresas grandes, como las de la CVG han sido ineficientes ni ha subido la
productividad de las mismas volviéndose cada vez una carga más pesada para el
presupuesto nacional. Este proceso se ha venido acrecentado con el
decrecimiento de la participación de los trabajadores en la actividad
industrial (caso Alcasa) hasta la consolidación de una derrota burocrática del
Plan Guayana Socialista. Mientras de manera más impositiva y vertical se
implantan las gerencias menos productivas son las empresas, por tanto la
corrupción y la ineficiencia se vuelve un problema estructural en los modelos
burocráticos.
Se plantean así en este primer eje de exigencias dos problemas
centrales: la necesidad de un marco económico para la transición a un modelo
productivo socialista y la necesidad de derrotar la
burocratización-corrupta-corruptora del modelo productivo con la lucha por el
control obrero y la participación cada vez mayor del voceros del movimiento
popular, obrero, comunal en las instancias de gobierno y administración.
Ahora, ¿qué marco económico se hace necesario para encaminar una
transición al socialismo? Proponemos:
-Elaborar a través de una
“constituyente legislativa” una reforma fiscal integral que incremente el
impuesto sobre la renta (siendo actualmente gravemente bajo, incluso para un
país plenamente capitalista) y rebaje el IVA.
-Exigir un sistema de
transferencias de divisas preferencial para empresas sociales, comunales y bajo
control obrero. No estamos pidiendo ningún control de cambio más, sí la
tenencia de un “fondo autogestionario crediticio” que le permita a la
producción social tener amplia capacidad de pago de las divisas en su valor de
acuerdo a un sistema de “bandas limpias”.
-Regresar al marcaje
obligatorio del P.V.P y generar el P.V.P “social” indicativo del mercado justo
socializado
-Impulso de un modelo
productivo socialista estableciendo diversos tipos de propiedad: Para pequeñas
y medianas empresas (EPS).
.Un sistema de propiedad
comunal de propiedad común y directa
.Otro sistema propietario
de empresas grandes y sistemas sociales mixtos en los cuales se establece la
propiedad de los trabajadores y las comunas.
.Un marco para empresas de
interés nacional (PDVSA, CVG, etc) de propiedad estatal con control obrero y
participación directa de los trabajadores.
En este mismo sentido es importante lograr la incorporación de
voceros del poder popular organizado, vale decir, Comunas, Consejo de
Trabajadores, Sindicatos, Organizaciones Campesinas, etc., en los espacios de
decisión, al igual que la incorporación del pueblo organizado en la
distribución de los alimento:
-Reformar al Consejo
Federal de Gobierno para incorporar de forma activa al pueblo organizado
-Discusión colectiva y
popular del plan económico de gobierno (el marco del “Plan de la Patria” debe
ser rediscutido colectivamente como lo pidió el mismo Chávez).
-Paso de las misiones,
principalmente de las que participan del ámbito de la salud, educativo y
económico (Mercal y Pdval) al control y distribución de las comunidades. La
Misión Vivienda (las instancias alimentarias y, productivas y comunitarias que
deberían acompañarla) debe canalizarse progresivamente a través del sistema
autogobernante de las comunas.
Ahora, una transición hacia un modelo económico socialista, también
implica una transición política, y en este sentido hay mucho camino que
re-discutir y re-hacer para poder cumplir con la máxima revolucionaria de “todo
el poder al pueblo”. Al igual que en el “asunto económico” no le podemos
plantear al Estado más que condiciones básicas para el surgimiento de
instancias autogobernantes, siendo la primera de estas condiciones las
formulaciones legislativas que rigen la modalidad de las organizaciones del
pueblo, es decir las leyes del poder popular. Dentro del marco de estas leyes
del poder popular se establecen las normas bajo la que funciona la comuna, el
Estado fija la forma y los límites de estas organizaciones. ¿Hasta qué punto
una Comuna es efectivamente una Comuna si es normada por el Estado? Estemos
claros en un punto básico conceptual y filosófico: La “Comuna” y sus derivados
constituyentes, son instancias superiores desde el punto de vista de su
legitimidad y ética social por conquistar a cualquier marco legal derivado de
la democracia burguesa.
-Se propone desde esta misma
“constituyente legislativa” una reforma de las leyes del poder popular en
cuanto a su forma legislativa, a la Comuna no se le otorgarían derechos y
funciones, se le otorgaría la facultad de auto-legislarse.
Esta forma legislativa presenta un cambio radical y necesario, que
por cierto no es ninguna novedad, es la misma forma que se le aplica a las
comunidades indígenas, cuando en vez de normar sus condiciones de vida y
organización, se les reconoce su propias formas culturales, organizativas, y
fundamentalmente su propia forma de justicia.
PUNTO DOS
En este punto toca trazar el camino concreto de construcción de un
modelo productivo socialista, el cual no es más que un modelo productivo en
manos directas del pueblo. Para este punto vale la pena hacer evaluar los
avances o las acciones que se han dado en ese sentido.
El Estado nacionalizó en este proceso un conjunto importante de
empresas privadas tomando un control parcial de varias ramas industriales como
la de las industrias básicas, (conservando o recuperando el control total)
cementeras, del papel, y algunas ramas de alimentos. En algunos casos este
proceso se dio por la lucha de trabajadores como es el caso emblemático de
SIDOR y en otros por decretos de expropiación. Sin embargo la mayoría de estas
empresas no han desarrollado sus niveles de productividad, incluso han llegado
a graves situaciones como el de las empresas básicas de aluminio o Ferrominera
las cuales se encuentran parcialmente quebradas, dependientes de un subsidio
estatal. La corrupción y la ineficiencia son las principales características de
la gestión burocrática en estas empresas, sin contar además con los constantes
conflictos laborales que tienen que llevar a cabo los trabajadores para lograr
las reivindicaciones que necesitan. Ahora, esto es la expresión del modelo
productivo burocrático, pero otra historia ha sido cuando se logran niveles de
control obrero; estas gestiones por lo contrario han sido eficientes y han
elevado la productividad de las empresas, además de ser un gran ejemplo de
organización y de construcción de nuevas relaciones sociales que experimentaros
los trabajadores. El caso de ALCASA es un excelente ejemplo de esto; cuando
estuvo bajo un modelo de control y autogestión obrera (aunque sea parcial, y no
total) se logró la producción de 190.000 toneladas de aluminio, logrando
sacarla del déficit en que estaba y pagando todas las deudas laborales que se
tenían, incluso suficientes insumos para un año de producción. En estos
momentos, después de haber sido desmontado el control obrero, la producción se
sitúa en el 30% de la cantidad lograda con la dirección de los trabajadores.
Entonces, ¿cómo el movimiento popular construye un sistema
productivo fuera de la burocracia estatal? La expropiación como acción clara de
apropiación de la economía por parte de trabajadores y comunidades populares en
general tiene que organizarse y surgir desde estos mismos actores, las
expropiaciones se tienen que realizar “desde abajo”. ¿Cómo fortalecemos un movimiento por el control obrero? ¿Cómo se
contruye y defiende este modelo productivo (revisar caso de represión en
empresas Souto, entre otros)?
Ahora evidentemente la situación de improductividad fruto del
rentismo petrolero, si no hay un aparato productivo consolidado, tampoco no hay
nada que expropiar más allá de los galpones de empresas de importación.
Entonces el problema se plantea en cómo utilizamos la renta petrolera en la
construcción de un modelo productivo socialista, o más bien: cómo se socializa la renta petrolera, qué
línea de acción nos podemos plantear como movimiento popular para que la renta
petrolera sea tomada por el “poder popular o las comunas” desplazando así el control burocrático
corporativo e improductivo o el sistema liberal burgués real controlado por los
monopolios alimentarios como la Polar, los monopolios y mafias de distribución
como Cavidea y el monopolio crediticio en manos de los bancos privados.
PUNTO TRES
Otro de los elementos claves que tenemos delante que trasciende las
condiciones económicas, legales y propietarias de un proceso de transición
atañe directamente al desarrollo del conocimiento y la conciencia colectiva.
Este es quizás uno se los puntos más complejos ya que aborda el centro de la
subjetividad social como motor esencial de un proceso de transformación
revolucionaria. El documento del ¿QUÉ HACER? al abordar esta problemática se
centra fundamentalmente en la idea del “modo de producción de conocimiento
libre” como formato que permitiría en un juego de poderes (llamemos de una vez
lucha de clases) enfrentados, todo movimiento que libere el conocimiento de
todas las formas de privatización y apropiación que se ha venido generando
desde el comienzo de las civilizaciones despóticas hasta los modelos actuales
de privatización y mercantilización del conocimiento capitalistas, siempre
ganará el fuerza y calidad la actividad socializada. La historia del software
libre es un ejemplo clásico que se especifica el documento.
Lo cierto que en ese sentido es muy poco lo que se ha avanzado.
Desde el punto de vista educativo y formativo en general tenemos efectivamente
un balance positivo que dar en cuanto a la expansión numérica de la nomina
educativa tanto en la escuela básica como universitaria donde se ha
multiplicado por cinco desde el año 99. Igualmente abunda desde el ala más
noble del funcionarato de Estado y de movimientos sociales todas unas redes de
formación gerencial, técnica y participativa en muchos ámbitos. Sin embargo, el
nudo del problema está muy lejos de ser asumido por un una estructura de
gobierno que no ha querido cambiar en absoluto salvo en intención y palabra, el
viejo orden vertical y academicista desde el cual se articula toda la actividad
educativa. Y muchísimo menos ha abordado a fondo el problema en sí de la
socialización del conocimiento tanto en el control social de la acción
gubernamental que ya muchas democracias liberales piden para sí mismas (formas
de gobierno abierto), mucho menos lo que es la liberación y transmisión
generalizada de los conocimientos necesarios como de unidades de producción
cognitiva (tecnológica entre otras) que realmente afecten al conjunto social y
productivo, ayudándolo a salir de su parasitismo ya cultural, la alienación consumista,
su dependencia del subsidio o el salario, la economía tercerizada o en el peor
de los casos de la misericordia. El desarrollo y liberación de las fuerzas
productivas sólo se ve, repitiendo la ideología del nefasto desarrollismo
dependiente, en la máquina y la inversión y no en el sujeto como tal y las
herramientas que obtenga para ejercer su
libertad cognitiva y pensante.
Sobre estas bases dejamos como propuestas inmediatas los siguientes
puntos:
.Reiniciar la constituyente educativa y universitaria en función de
terminar de romper los paredones del academicismo y el verticalismo burocrático
(recuperación del Programa educativo Nacional PEN del 2001)
.Concretar dentro del contexto unificado o diverso de una
constituyente campesina y de los trabajadores los diversos mecanismos para la
cualificación y generación de producción de saber para la liberación en puntos
como:
.Generalización y uso de software libre para el saber y el control
social.
.Iniciación de unidades de liberación tecnológica en el plano de
maquinarias, tecnologías, transporte, tecnologías blandas, telecomunicaciones,
energías alternativas, recuperación de tecnologías ancestrales (medicinales,
agrícolas.
.Multiplicación de las escuelas de gerencia nos y planificación
social
.Restablecer el plan de soberanía agro-alimentaria; producción de
tecnologías para las semillas, abonos, insecticidas naturales y herramientas
apropiadas al marco de dicha soberanía y nuevo régimen alimentario.
.Socialización de los saberes para la defensa social y nacional
restableciendo las escuelas para una verdadera milicia revolucionaria en mando
popular.
Entendamos, no hay forma ni manera de avanzar en la revolución si no
destruimos el modelo de justicia misericordiosa propia del capitalismo de Estado
y el modelo corporativo de redistribución de la renta por una comunidad
productiva que comience por liberarse como clase trabajadora atada al saber y
mando del patrón público o privado, y se defienda a ella misma en cualquier
terreno. Por ello el centro del problema
vuelve a estar del lado del conocimiento y la herramienta productiva como
núcleos originarios de nuestra condición humana.
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