Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez
"El problema consiste en que
su inteligencia lo capacita para valorar críticamente a las personas, y cuando
usted hace esto atrae el peligro sobre sí"
Lao Tsé a Confucio (se cuenta)
"La cultura política es un
producto a largo plazo de la historia. Como tal, toma una forma específica en
cada país."
Samir Amin
La heredamos del orden burgués, aun cuando éste no
sea ya la hegemonía. Se reacomoda durante el camino hacia (y dentro de) la
transición socialista mediante corporativismo[i] sinuoso –a veces no tanto-, que trastorna cualquier
vínculo sociorrelacional.
Verifica a la insuficiente institucionalidad del
país, creando una zona de vulnerabilidad social mucho más complicada de
lo que ingenuos, perezosos, incapaces y “monjes” en retiro con salario estatal,
dentro del marasmo que tensiona al cambio radical, pudieran imaginarse durante
el difícil tránsito al socialismo que es una transición y no una meta en sí
misma. Mediando entre procesos y plantillas empresariales, planes de
desarrollo, asignaciones, políticas de atención a ciudadanos; y hasta en el
destino de éstos.
Su base subjetiva está en el control del poder,
a determinada escala; nunca demasiado alta, porque podría visibilizarse. El poder
real, que malversa riqueza acumulada de, y para todos por sectorializada,
se hace más invisible a los ojos de la sociedad. “Manda” (Rasputín) evitando
tomar decisiones; ser decisorio obliga a visibilidad social. Forma un enlace de
signos con la misma significación, que reproduce otros modos tóxicos que puedan
pronunciarse con independencia de la praxis (orden) política que organice al modelo
de cultura o sociedad[ii]. A menos sustentabilidad equitativa, en producción
y distribución, más trastornos para la justicia social, que no deberá
interpretarse igualitarismo; linde del caos.
1.
Ámbito para operatividad de la
corrupción hacia transición socialista.
La transición radical socialista se dilucida en
democrático, permanente y amplio consenso del poder[iii] a reproducir en un orden político; e implica
que:
1. El análisis crítico, históricamente
contextualizado, ayuda a convertir la información en conocimiento; pero no a la
conciencia del proceso –grado de cultura política- si éste no va en pos de la praxis
pertinente conque desmantelar a la reproducción de la dominación previa. Nos
referimos al establecimiento de una aristarquía[iv]; y a la socialización ética de esa praxis. La
dificultad material y cultural que nos resta –aún- hija adoptiva de la banalización
de lo complejo-; se pretende propietaria de la zona de vulnerabilidad social
para desigualdad. Cuando una revolución radical no hace un análisis crítico suficiente
de su fundamento cultural para aprovechar, desechar, o reconfigurar lo
consensuado durante la hegemonía burguesa, el orden político al no poder
discernirse dentro de un fundamento cultural (pertinente para la justicia social), históricamente
contextualizado, puede acudir a la emergencia del dogma. Que como socialismo
“real” devino en un modo de dominación.
2. Inferirse por sobre los otros; objetualizarlos, provoca una confrontación
antagónica entre lo propio y lo colectivo en posesión; la categoría propiedad
es relacional subjetiva, pero se intercambia en articulación con lo objetual.
Así la corrupción restringe a la categoría apropiación a
epifenómeno. Para que la intersubjetividad socialista, en vez de contribuir a
la producción social de lo necesario, se limite a sustraerlo, mediante
apropiación (privada por) disfuncional del derecho de los otros; y que éstos
últimos, activen la tolerancia a dicha trasgresión. No nos referimos, a la
reacción intrusiva que expresan sujetos excluidos circunstancial o
permanentemente del acceso, con equidad, (como el niño que fastidia un juego de
pelota porque lo dejaron fuera, al no poseer, materialmente, qué aportar). Sino
al entuerto para soluciones privadas, de grupo o estrato social, por encima de
los demás, para entre otros objetivos:
3. Sustraer lo consensuado en legalidad socialista –que
es también una relación. Tenemos en cuenta los trastornos que aún manifiesta la
interpretación y aplicación, para esa legalidad socialista, de la categoría propiedad.
Pero este debe pasar primero por un análisis crítico de la categoría apropiación,
diferenciando, aun si en la abstracción, a la posesión de la de propiedad,
como articulación que conforma a la de apropiación. Dicha articulación
es antagónica en la sociedad burguesa: define separación entre propietarios
privados –propiedad privada- y quienes están –ya totalmente “libres” de otra
propiedad- a merced de vender su fuerza de trabajo al dueño de los medios de
producción para enajenación de su realidad y de la autoproducción de
subjetividad; y así definir el derecho o no a propietarios. Es decir, como
una de las articulaciones fundamentales para el orden político de la sociedad
burguesa; bajo norma a priori de que, ser propietario y tener vínculo
físico con las “cosas” desligadas de relación social, es la única forma de
consumir(las) Será imprescindible corromperse, para el acopio de
“cosas”/mercancías por encima del orden político y el consenso sociorrelacional,
en busca de auto inferirse y ser inferido como “propietario/consumidor privado”[v]. En la transición socialista este tema adquiere una
importancia, a veces soslayada. La inferencia cultural y política para
diferenciar lo mío de lo que es posesión colectiva o ajena, resulta
todavía un intríngulis a solucionar de manera políticamente culta y crítica
dentro del socialismo:
a) El inmenso plan de becas que emergió luego de la
Campaña de Alfabetización en 1961 en Cuba, por ejemplo, devino en laboratorio
social para una nueva articulación entre posesión y propiedad
desde la categoría apropiación, llevando el peso de la organización
política socialista hacia la conciencia
de la propiedad social en posesión colectiva, no sólo de los medios de
producción -en tanto se intelige al Estado como depositario de su guarda y
custodia, lo que provoca confusión y trastornos entre propiedad privada, o
colectiva, resumida en estatal, cuando no existe equidad entre ciudadanía
individual y colectiva, en la voluntad política, decisoria, de producir una
nueva realidad distinta a la del capitalismo. La autoproducción subjetiva, es
un propósito muy complicado en transiciones -o transición; según sea el punto
de vista de Fernando Martínez Heredia o de Isabel Monal- socialista (cubana).
El Gobierno Revolucionario, siempre bajo tensión material insoportable, proveyó
de sistémica a la enseñanza nacional, cuando derrumbó barreras de la
instrucción privada por encima de la pública, desarticulando a la primera.
Centenares de miles de personas, fundamentalmente jóvenes accedieron a ese plan
de becas que garantizaba instrucción escolar, ropa, calzado, libros, libretas,
lápices, alimentación, transporte, atención médica, gratuitos; unido a una
estrategia política para desmantelar la bisagra liberal entre posesión y
propiedad, y definir un nuevo modo de interpretar a la categoría apropiación.
¿Cuál fue uno de los principales obstáculos de resistencia a los cambios, desde
memoria burguesa? La disfunción subjetiva que confunde a la necesidad con posesión
y propiedad privada abstractas; sin análisis crítico sobre la relación
con las "cosas" desde esa necesidad; sin cultura política socialista
suficiente. La mayoría de la población en precariedad arribó a los planes de la
Revolución, con poca o ninguna conciencia al respecto. La mano de la
beneficencia en la sociedad civil burguesa, generalmente, lanza al aire el
magro contenido de sus ayudas sociales, y los sujetos la abordan en
"arrebatiña", con garantía sólo para los más agresivos e
inescrupulosos, que tiendan a acapararla para solventar control sobre las
necesidades ajenas -reproducir la dominación de la que fueron víctimas. No era
de extrañar que en aquellos primeros años, lo que distribuía la voluntad
política del proyecto socialista cubano fuese, relativamente, confundido por
algunos, con el lanzamiento al aire de ofertas desde la mano de la beneficencia
liberal ya desmantelada; y el acaparamiento sórdido (estimulado por la
subversión imperialista, como en Venezuela bolivariana, en la actualidad) se
apropiase de algunos beneficiados; sumándolos a la guerra política y económica
contra la Revolución Cubana. Los efectos de esa
guerra política y económica de los gobiernos de Estado Unidos, junto a
sus satélites, contra Cuba agravó esta disfunción; sin perder de vista cierta
premura por parte de la voluntad política socialista misma, que provocó un
desfase entre construcción de nueva realidad social -en lo material y lo simbólico-, y
autoproducción de subjetividad eficaz a dicha realidad -en lo cultural-; a
partir, por ejemplo, de sujetos beneficiados que no poseían suficiente
conciencia del cambio radical y asumían la distribución proveniente de esa
producción de nueva realidad socialista, con mentalidad de dominados. En medio
de la escasez agobiante que casi desde el principio de la Revolución nos
atenaza, algunas personas, recordaban en su experiencia como becarios, acerca
de robos de uniformes, sobre todo pantalones de varones y ropa interior de
ambos sexos, por parte de alumnos que se los sustraían a los otros -en la misma
situación que ellos-, sin la menor consideración; que en algunas familias
irresponsables se enviaba a sus miembros becarios a hacer prospección entre sus
colegas más "descuidados", "confiados" o más
"débiles" para hurtarles sus bienes asignados en la beca, que podía
incluir la ropa de cama. Limitaciones lógicas de una economía acosada, como la
nuestra, impiden la constante restitución de lo robado. Pero la disfunción no
se limitaba a los alumnos. Cuadros administrativos de aquellos centros de
becarios, cumplieron penas de reclusión por el hurto y acaparamiento de
recursos puestos en manos suyas para su custodia y distribución. La voluntad
política contra la desigualdad sufrirá la constante intercepción de la
corrupción en el “sistema de ayudas y
favores mutuos, de contraprestaciones aseguradas por obligaciones ético
morales”, que deviene dañino “cuando (…) determinada comunidad de intereses (…)
se vuelve (…) parásito (…) en la mayoría de los casos, de toda la sociedad”[vi]; es decir, cuando un representante o grupo de esa
comunidad de intereses, se apropia de, o da algo que no procede del “bolsillo”
propio en la ineludible reproducción de la decencia, que por principios éticos
y morales no lacere a otros; sino de bienes –materiales, también simbólicos- de una comunidad mayor, o de la sociedad que
le confió salvaguarda y distribución de los mismos, con equidad, provocando una
hipertrofia, a partir de la activación de desigualdades contra otra comunidad,
grupo; o contra toda la sociedad. Conflictos como el anterior no se limitaron
al espacio del plan de becas; personas de procedencia humilde malversaron con
recursos custodiados por ellos, al asumir la nueva producción de realidad desde
subjetividad de dominado aún sometido a la, desmantelada, sistematicidad
burguesa[vii]. Las condiciones en las que tuvo que resistir y
avanzar el proyecto socialista cubano, no permitían dar prioridad a algunas
variantes de propiedad privada. El poder revolucionario se hizo cargo de la
administración y distribución de recursos esenciales; aunque la tensión al
límite experimentada durante la crisis mundial, a finales de los 60 y durante la
primera mitad de los 70 llevase la intervención del poder revolucionario a
niveles imprevistos, lo que propició, en principio, un aumento del desconcierto
en la subjetividad comprometida con la revolución. El reajuste de la praxis
política en función del avance y las iniciativas participativas, quedó
retardado durante la crisis de los noventa, para beneficio de una burocracia
cruel y escurridiza, que ha llegado a representar a la parte de los “leones” en
los procesos de corrupción. El polvo de los primeros años del proyecto
socialista devino en lodazal contra el que hay que enfrentarse a partir de la
reforma que contrarresta a dicha crisis.
La articulación entre ilegalidad y lucro, pugna
poder mediante la corrupción. Esa articulación se disfraza, moviéndole el piso al
centro social; y requiere para activarse, de tres condiciones esenciales:
a) caudal comunitario público constituido que es preciso distribuir de algún modo entre
los miembros de la comunidad.
b) delegación de poder de distribución, aparición o existencia de funcionarios y empleados
a quienes la comunidad les confía la distribución de los bienes; o acepta
voluntariamente o no, como distribuidores de los bienes comunitarios.
c) un régimen determinado de distribución, intercambio y circulación de bienes que la
comunidad aprueba, acepta voluntariamente o no, pero que no sancionen tan
rigurosamente que no se pueda o no valga la pena quebrantar con el fin de
obedecer a beneficios individuales.[viii]
Esas tres condiciones concurrieron en el modelo cubano
socialista actual, y sufren lesiones por la crisis y la reforma de los noventa
del siglo veinte. La cercanía a mecanismos de economía de mercado capitalista
por razones comprendidas por nosotros, potencia a la corrupción.
Aun si el contexto del proceso bolivariano y
chavista hacia el socialismo en Venezuela posee diferencias con relación al
cubano, las amenazas son las mismas. Porque el enemigo es el mismo, y la base socioclasista
es también burguesa a punto de ser expropiada o reprendida en su intento de regresar
a la sociedad al orden político, la hegemonía y la dominación en proceso de
desmantelamiento. Regresarle a esa burguesía (ultra o no) su derecho a
expropiar a excluir a la mayoría en la indigencia de los cerros urbanos durante
el sometimiento al imperialismo fue y es la misma intención contra toda la
región comprometida en el proyecto del ALBA.
[i] Stolowicz
dilucida, como corporativismo dentro de la corrupción, a "las conductas
que expresan lealtades de grupos que, ilegítimamente, ocultan situaciones de
corrupción, de irresponsabilidad e ineficiencia, propias de las estructuras
organizacionales burocratizadas." Beatriz
Stolowicz. La izquierda, el gobierno y la política. Revista CAMINOS. Revista
Cubana de Pensamiento Socioteológico. Nº 23. 2002. Pág. 66
[ii] Asumimos a
la categoría modelo como -desde la semiología de la cultura- instrumento
analítico dilucidado, a posteriori, por los sujetos que lo conforman; Mayra
Espina nos ayuda en el caso de la transición socialista en Cuba cuando aclara
que: "En ese contexto se ha vuelto obligada una mirada crítica hacia las
experiencias reales, hacia el socialismo que ha sido y es, hacia las maneras en
que enfrentó y dio solución a tales problemáticas u otras afines, qué
repertorio de soluciones nos lega y cuáles problemas sin resolver nos hereda.
Lo más frecuente es encontrar una reflexión bastante documentada sobre el mundo
del socialismo europeo, [...] y mucho menos una consideración de los procesos,
pasados y actuales, de transformación socialista en Cuba. [...] el caso cubano ha sido insuficientemente
examinado, [...] y está urgido de una reflexión hacia adentro para reexaminar
su propio destino nacional. [...] cuando se habla de modelos de socialismo, más
bien debería usarse como instrumento analítico para describir y evaluar
experiencias concretas en su transcurso desde el punto de vista de los ideales
que informan la transformación y de los instrumentos que se aplican por
considerarlos los más eficientes para concretar esos ideales (un instrumento ex
post facto) y no como encapsulamiento de la utopía posible." Mayra
Espina Prieto. Mirar a Cuba hoy: cuatro supuestos para la observación y
seis problemas-nudos. Revista TEMAS. no. 56: 132-141, octubre-diciembre de
2008. www.temas.cult.cu.
[iii] Rafael
Hernández reflexiona, con respecto a la organización de la sociedad socialista
cubana que "... los principales problemas y deficiencias vienen asociados
al carácter estadocéntrico del modelo practicado. Ese modelo ha dado lugar a un
enorme aparato burocrático, a un estilo de dirección esencialmente centralista,
a una participación que a la larga tiende a declinar, e impone una limitación
al impulso democrático y liberador del propio sistema. [porque] El concepto de
socialismo, hasta en su raíz semántica, implica la socialización del poder, el
sistema político, la toma de decisiones; y la permanente ampliación de la
participación." (Roberto Veiga González. El desafío de re-articular
los consensos. La Ventana. Entrevistas. Casa de las Américas. 19 de noviembre
del 2008. www.casadelasamericas.cult.cu.) En una
referencia al modelo soviético, que se pretendió referencia socialista
"real" y sus disfunciones que dieron al traste con él, Aurelio Alonso
Tejada nos recuerda que: “Al capitalismo no le interesa crear una verdadera
democracia, pero al socialismo sí, y eso fue lo que faltó en Moscú, donde si
hubiera habido un verdadero poder popular, el gobierno soviético hubiera podido
asumir un esquema de reformas mucho más radical encaminado a sostener el
sistema socialista. No radical en renunciar al mismo. Todo eso falló porque no
había un poder popular, el pueblo no tenía ningún poder, desde un nivel
comunitario hasta los más altos niveles estatales, en la toma de decisiones.” (Waldo
Fernández Cuenca. El impredecible final del laberinto cubano. Entrevista al
sociólogo cubano Aurelio Alonso. http://laventana.casa.cult.cu.) Acanda,
ayudándonos a soportar el tema que nos ocupa, enuncia que: "No se
discute tanto sobre un concepto si el mismo no está imbricado, de alguna
manera, con el poder [...] la política y la economía son el poder."
El orden político organiza a la sociedad con fundamento cultural. El mismo Acanda
lo reafirma apelando a Hart: "Armando Hart insistía en la necesidad de
hacer una política culta [...] que promueva la comunicación entre los diversos
sectores sociales, el diálogo democrático en el seno del pueblo, desarrollando
la capacidad de autorreflexión y autoanálisis [...] [que] la política ha de ser
entendida como el arte de promover a nivel social un pensamiento que, en tanto
revolucionario, tiene que ser autónomo, crítico y orgánico [...] admitir la
esencialidad de la lucha interior de la sociedad civil entre elementos de signo
hegemónico contrapuestos, significa comprender la existencia no sólo de
contradicciones internas en nuestra sociedad, sino también de contradicciones
antagónicas, rompiendo con aquellos esquemas simplistas que presentan al
socialismo como homogéneo y armónico. Antagonismo que colorea las relaciones de
los sectores populares con aquellos grupos que, dotados de un cierto poder
económico por su vinculación a los nuevos patrones de acumulación, está
objetivamente interesados en promover el libre desencadenamiento de las fuerzas
del mercado, pero también con la burocracia inmovilista enquistada en las
instancias de control y dirección." (Jorge Luís Acanda. La mirada
indiscreta, o los riesgos de una ventana. Revolución y Cultura. La Habana.
2000. Nº 6. Págs. 42-46.
[iv] Acanda nos
refiere a la capacidad de: “…cuestionar las preguntas socialmente establecidas,
y traducir la realidad circundante en cuestiones a enfrentar. Para decirlo
entonces en una terminología filosófica, (…) aprender a criticar. Ello sólo se
logra a través del ejercicio continuado y libre del criterio propio. Tal vez
por estas razones Raúl Roa, el padre de la teoría política marxista en Cuba,
escribiera en uno de sus inspirados y magistrales artículos de la década del
cuarenta que más que una democracia, a lo que el aspiraba era al
establecimiento de una aristarquía, es decir, al poder de los
que saben criticar." Acanda, Jorge Luís. Educación, Ciencias
Sociales y Cambio Social. Evento: Educación Popular y Alternativas Políticas en
América Latina, Centro Memorial Martin Luther King, Fecha: 1998-11-19 Documento
Descargado desde la "Biblioteca Virtual de Filosofía y Pensamiento
Cubanos" http://biblioteca.filosofia.cu/. (El subrayado y las negritas son nuestros).
[v] Acanda nos
ayuda en tan complejo, pero importantísimo asunto cuando reflexiona que:
"La producción no es sólo producción de un objeto, sino de un sistema de
relaciones sociales y, por ende, la producción misma de los sujetos [...] es
también autoproducción. [...] Marx desarrolló una idea que es clave para captar
su interpretación de los fenómenos sociales: la producción es también apropiación.
La apropiación es un fenómeno fundamental de la producción. El concepto de
apropiación señala el proceso complejo en el cual los seres humanos, al
producir su mundo, se producen a sí mismos y producen su subjetividad. El
hombre se apropia de la realidad porque la produce, la hace suya al crearla
mediante su actividad práctica [...] el modo en que se apropia de ella, la
interioriza y la traduce en elementos de su subjetividad [sus capacidades,
potencialidades, ideas, aspiraciones, valores etc.] está condicionado por el
modo en que la produce. Producción y apropiación, por tanto, forman un todo
indivisible [...] Al afirmar que la propiedad privada nos ha vuelto tan
estúpidos y unilaterales que consideramos que un objeto es nuestro sólo cuando
lo poseemos físicamente, cuando lo consumimos, Marx destacó el carácter
enajenante de una sociedad que lleva a patrón de toda la relación el vínculo
entre el individuo aislado y la mercancía". Jorge Luís Acanda.
Sociedad civil y Hegemonía. EDT. Centro Juan Marinello. La Habana, Cuba. 2002.
Págs. 214-215. Entendemos entonces, que la corrupción es una relación social
tóxica, a partir de disfuncional interpretación de la articulación
producción-autoproducción explicada aquí. Por lo general quien malversa o lucra
lo hace para acopiar por encima de sus necesidades, en un ejercicio de adicción
por acumulación física de “cosas”-mercancías, al margen de cualquier
implicación relación que no sea la tóxica enunciada. (las negritas son
nuestras).
[vi] Hankiss,
Elemér. La corrupción. Revista CRITERIOS. Nº 35. Cuarta Época. La Habana,
2006. Traducción: Desiderio Navarro. Pág. 265.
[vii] Atendemos
a dos referencias con punto de vista disfuncional, respecto a la corrupción. Un
enfoque tendencioso emitido desde IPS el 18/11/05, advirtiendo que la lucha
contra la corrupción "podría cerrar aún más los pequeños espacios abiertos
a la iniciativa privada". Dalia Acosta. CORRUPCIÓN-CUBA. Guerra a
la venalidad cotidiana. LA HABANA, 18 nov. /05 (IPS) http://www.database.ips.org/esp/intro.html.; y un
artículo aparecido en Juventud Rebelde, donde se informa, desde el Vicefiscal
general cubano Carlos Raúl Concepción Rangel, de "la reaparición de casos
de corrupción, (en Cuba) luego de cuatro décadas de Revolución sin que
prácticamente ocurrieran manifestaciones de este tipo", lo que resulta un
criterio insuficientemente serio. ¿Es necesario que esta relación se “institucionalice”
para reconocer su existencia histórica en transición socialista cubana? Ref.: Norge
Martínez Montero. Cuba trabaja en el perfeccionamiento de las sanciones
contra la corrupción. Diario Juventud Rebelde. 08 de noviembre de 2007 00:00:13
GMT. http://www.juventudrebelde.cu/cuba.
[viii]
Interpretado desde Hankiss, Elemér. La corrupción... Pág. 251.
No hay comentarios:
Publicar un comentario