martes, 22 de octubre de 2013

Viaje Habana/Caracas: aprendiendo de la aristarquía para la transición socialista posible.


             Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez

"El problema consiste en que su inteligencia lo capacita para valorar críticamente a las personas, y cuando usted hace esto atrae el peligro sobre sí"

Lao Tsé a Confucio (se cuenta)

"La cultura política es un producto a largo plazo de la historia. Como tal, toma una forma específica en cada país."

Samir Amin


La heredamos del orden burgués, aun cuando éste no sea ya la hegemonía. Se reacomoda durante el camino hacia (y dentro de) la transición socialista mediante corporativismo[i] sinuoso –a veces no tanto-, que trastorna cualquier vínculo sociorrelacional.

Verifica a la insuficiente institucionalidad del país, creando una zona de vulnerabilidad social mucho más complicada de lo que ingenuos, perezosos, incapaces y “monjes” en retiro con salario estatal, dentro del marasmo que tensiona al cambio radical, pudieran imaginarse durante el difícil tránsito al socialismo que es una transición y no una meta en sí misma. Mediando entre procesos y plantillas empresariales, planes de desarrollo, asignaciones, políticas de atención a ciudadanos; y hasta en el destino de éstos.

Su base subjetiva está en el control del poder, a determinada escala; nunca demasiado alta, porque podría visibilizarse. El poder real, que malversa riqueza acumulada de, y para todos por sectorializada, se hace más invisible a los ojos de la sociedad. “Manda” (Rasputín) evitando tomar decisiones; ser decisorio obliga a visibilidad social. Forma un enlace de signos con la misma significación, que reproduce otros modos tóxicos que puedan pronunciarse con independencia de la praxis (orden) política que organice al modelo de cultura o sociedad[ii]. A menos sustentabilidad equitativa, en producción y distribución, más trastornos para la justicia social, que no deberá interpretarse igualitarismo; linde del caos.


1.      Ámbito para operatividad de la corrupción hacia transición socialista.

La transición radical socialista se dilucida en democrático, permanente y amplio consenso del poder[iii] a reproducir en un orden político; e implica que:

1. El análisis crítico, históricamente contextualizado, ayuda a convertir la información en conocimiento; pero no a la conciencia del proceso –grado de cultura política- si éste no va en pos de la praxis pertinente conque desmantelar a la reproducción de la dominación previa. Nos referimos al establecimiento de una aristarquía[iv]; y a la socialización ética de esa praxis. La dificultad material y cultural que nos resta –aún- hija adoptiva de la banalización de lo complejo-; se pretende propietaria de la zona de vulnerabilidad social para desigualdad. Cuando una revolución radical no hace un análisis crítico suficiente de su fundamento cultural para aprovechar, desechar, o reconfigurar lo consensuado durante la hegemonía burguesa, el orden político al no poder discernirse dentro de un fundamento cultural (pertinente para la justicia social), históricamente contextualizado, puede acudir a la emergencia del dogma. Que como socialismo “real” devino en un modo de dominación.

2. Inferirse por sobre los otros; objetualizarlos, provoca una confrontación antagónica entre lo propio y lo colectivo en posesión; la categoría propiedad es relacional subjetiva, pero se intercambia en articulación con lo objetual. Así la corrupción restringe a la categoría apropiación a epifenómeno. Para que la intersubjetividad socialista, en vez de contribuir a la producción social de lo necesario, se limite a sustraerlo, mediante apropiación (privada por) disfuncional del derecho de los otros; y que éstos últimos, activen la tolerancia a dicha trasgresión. No nos referimos, a la reacción intrusiva que expresan sujetos excluidos circunstancial o permanentemente del acceso, con equidad, (como el niño que fastidia un juego de pelota porque lo dejaron fuera, al no poseer, materialmente, qué aportar). Sino al entuerto para soluciones privadas, de grupo o estrato social, por encima de los demás, para entre otros objetivos:

3. Sustraer lo consensuado en legalidad socialista –que es también una relación. Tenemos en cuenta los trastornos que aún manifiesta la interpretación y aplicación, para esa legalidad socialista, de la categoría propiedad. Pero este debe pasar primero por un análisis crítico de la categoría apropiación, diferenciando, aun si en la abstracción, a la posesión de la de propiedad, como articulación que conforma a la de apropiación. Dicha articulación es antagónica en la sociedad burguesa: define separación entre propietarios privados –propiedad privada- y quienes están –ya totalmente “libres” de otra propiedad- a merced de vender su fuerza de trabajo al dueño de los medios de producción para enajenación de su realidad y de la autoproducción de subjetividad; y así definir el derecho o no a propietarios. Es decir, como una de las articulaciones fundamentales para el orden político de la sociedad burguesa; bajo norma a priori de que, ser propietario y tener vínculo físico con las “cosas” desligadas de relación social, es la única forma de consumir(las) Será imprescindible corromperse, para el acopio de “cosas”/mercancías por encima del orden político y el consenso sociorrelacional, en busca de auto inferirse y ser inferido como “propietario/consumidor privado”[v]. En la transición socialista este tema adquiere una importancia, a veces soslayada. La inferencia cultural y política para diferenciar lo mío de lo que es posesión colectiva o ajena, resulta todavía un intríngulis a solucionar de manera políticamente culta y crítica dentro del socialismo:

a) El inmenso plan de becas que emergió luego de la Campaña de Alfabetización en 1961 en Cuba, por ejemplo, devino en laboratorio social para una nueva articulación entre posesión y propiedad desde la categoría apropiación, llevando el peso de la organización política socialista  hacia la conciencia de la propiedad social en posesión colectiva, no sólo de los medios de producción -en tanto se intelige al Estado como depositario de su guarda y custodia, lo que provoca confusión y trastornos entre propiedad privada, o colectiva, resumida en estatal, cuando no existe equidad entre ciudadanía individual y colectiva, en la voluntad política, decisoria, de producir una nueva realidad distinta a la del capitalismo. La autoproducción subjetiva, es un propósito muy complicado en transiciones -o transición; según sea el punto de vista de Fernando Martínez Heredia o de Isabel Monal- socialista (cubana). El Gobierno Revolucionario, siempre bajo tensión material insoportable, proveyó de sistémica a la enseñanza nacional, cuando derrumbó barreras de la instrucción privada por encima de la pública, desarticulando a la primera. Centenares de miles de personas, fundamentalmente jóvenes accedieron a ese plan de becas que garantizaba instrucción escolar, ropa, calzado, libros, libretas, lápices, alimentación, transporte, atención médica, gratuitos; unido a una estrategia política para desmantelar la bisagra liberal entre posesión y propiedad, y definir un nuevo modo de interpretar a la categoría apropiación. ¿Cuál fue uno de los principales obstáculos de resistencia a los cambios, desde memoria burguesa? La disfunción subjetiva que confunde a la necesidad con posesión y propiedad privada abstractas; sin análisis crítico sobre la relación con las "cosas" desde esa necesidad; sin cultura política socialista suficiente. La mayoría de la población en precariedad arribó a los planes de la Revolución, con poca o ninguna conciencia al respecto. La mano de la beneficencia en la sociedad civil burguesa, generalmente, lanza al aire el magro contenido de sus ayudas sociales, y los sujetos la abordan en "arrebatiña", con garantía sólo para los más agresivos e inescrupulosos, que tiendan a acapararla para solventar control sobre las necesidades ajenas -reproducir la dominación de la que fueron víctimas. No era de extrañar que en aquellos primeros años, lo que distribuía la voluntad política del proyecto socialista cubano fuese, relativamente, confundido por algunos, con el lanzamiento al aire de ofertas desde la mano de la beneficencia liberal ya desmantelada; y el acaparamiento sórdido (estimulado por la subversión imperialista, como en Venezuela bolivariana, en la actualidad) se apropiase de algunos beneficiados; sumándolos a la guerra política y económica contra la Revolución Cubana. Los efectos de esa  guerra política y económica de los gobiernos de Estado Unidos, junto a sus satélites, contra Cuba agravó esta disfunción; sin perder de vista cierta premura por parte de la voluntad política socialista misma, que provocó un desfase entre construcción de nueva realidad social -en lo material y lo simbólico-, y autoproducción de subjetividad eficaz a dicha realidad -en lo cultural-; a partir, por ejemplo, de sujetos beneficiados que no poseían suficiente conciencia del cambio radical y asumían la distribución proveniente de esa producción de nueva realidad socialista, con mentalidad de dominados. En medio de la escasez agobiante que casi desde el principio de la Revolución nos atenaza, algunas personas, recordaban en su experiencia como becarios, acerca de robos de uniformes, sobre todo pantalones de varones y ropa interior de ambos sexos, por parte de alumnos que se los sustraían a los otros -en la misma situación que ellos-, sin la menor consideración; que en algunas familias irresponsables se enviaba a sus miembros becarios a hacer prospección entre sus colegas más "descuidados", "confiados" o más "débiles" para hurtarles sus bienes asignados en la beca, que podía incluir la ropa de cama. Limitaciones lógicas de una economía acosada, como la nuestra, impiden la constante restitución de lo robado. Pero la disfunción no se limitaba a los alumnos. Cuadros administrativos de aquellos centros de becarios, cumplieron penas de reclusión por el hurto y acaparamiento de recursos puestos en manos suyas para su custodia y distribución. La voluntad política contra la desigualdad sufrirá la constante intercepción de la corrupción en el “sistema de  ayudas y favores mutuos, de contraprestaciones aseguradas por obligaciones ético morales”, que deviene dañino “cuando (…) determinada comunidad de intereses (…) se vuelve (…) parásito (…) en la mayoría de los casos, de toda la sociedad”[vi]; es decir, cuando un representante o grupo de esa comunidad de intereses, se apropia de, o da algo que no procede del “bolsillo” propio en la ineludible reproducción de la decencia, que por principios éticos y morales no lacere a otros; sino de bienes –materiales, también simbólicos-  de una comunidad mayor, o de la sociedad que le confió salvaguarda y distribución de los mismos, con equidad, provocando una hipertrofia, a partir de la activación de desigualdades contra otra comunidad, grupo; o contra toda la sociedad. Conflictos como el anterior no se limitaron al espacio del plan de becas; personas de procedencia humilde malversaron con recursos custodiados por ellos, al asumir la nueva producción de realidad desde subjetividad de dominado aún sometido a la, desmantelada, sistematicidad burguesa[vii]. Las condiciones en las que tuvo que resistir y avanzar el proyecto socialista cubano, no permitían dar prioridad a algunas variantes de propiedad privada. El poder revolucionario se hizo cargo de la administración y distribución de recursos esenciales; aunque la tensión al límite experimentada durante la crisis mundial, a finales de los 60 y durante la primera mitad de los 70 llevase la intervención del poder revolucionario a niveles imprevistos, lo que propició, en principio, un aumento del desconcierto en la subjetividad comprometida con la revolución. El reajuste de la praxis política en función del avance y las iniciativas participativas, quedó retardado durante la crisis de los noventa, para beneficio de una burocracia cruel y escurridiza, que ha llegado a representar a la parte de los “leones” en los procesos de corrupción. El polvo de los primeros años del proyecto socialista devino en lodazal contra el que hay que enfrentarse a partir de la reforma que contrarresta a dicha crisis.

La articulación entre ilegalidad y lucro, pugna poder mediante la corrupción. Esa articulación se disfraza, moviéndole el piso al centro social; y requiere para activarse, de tres condiciones esenciales:

a)      caudal comunitario público constituido que es preciso distribuir de algún modo entre los miembros de la comunidad.
b)      delegación de poder de distribución, aparición o existencia de funcionarios y empleados a quienes la comunidad les confía la distribución de los bienes; o acepta voluntariamente o no, como distribuidores de los bienes comunitarios.
c)      un régimen determinado de distribución, intercambio y circulación de bienes que la comunidad aprueba, acepta voluntariamente o no, pero que no sancionen tan rigurosamente que no se pueda o no valga la pena quebrantar con el fin de obedecer a beneficios individuales.[viii]
 
Esas tres condiciones concurrieron en el modelo cubano socialista actual, y sufren lesiones por la crisis y la reforma de los noventa del siglo veinte. La cercanía a mecanismos de economía de mercado capitalista por razones comprendidas por nosotros, potencia a la corrupción.

Aun si el contexto del proceso bolivariano y chavista hacia el socialismo en Venezuela posee diferencias con relación al cubano, las amenazas son las mismas. Porque el enemigo es el mismo, y la base socioclasista es también burguesa a punto de ser expropiada o reprendida en su intento de regresar a la sociedad al orden político, la hegemonía y la dominación en proceso de desmantelamiento. Regresarle a esa burguesía (ultra o no) su derecho a expropiar a excluir a la mayoría en la indigencia de los cerros urbanos durante el sometimiento al imperialismo fue y es la misma intención contra toda la región comprometida en el proyecto del ALBA.





[i] Stolowicz dilucida, como corporativismo dentro de la corrupción, a "las conductas que expresan lealtades de grupos que, ilegítimamente, ocultan situaciones de corrupción, de irresponsabilidad e ineficiencia, propias de las estructuras organizacionales burocratizadas." Beatriz Stolowicz. La izquierda, el gobierno y la política. Revista CAMINOS. Revista Cubana de Pensamiento Socioteológico. Nº 23. 2002.  Pág. 66
[ii] Asumimos a la categoría modelo como -desde la semiología de la cultura- instrumento analítico dilucidado, a posteriori, por los sujetos que lo conforman; Mayra Espina nos ayuda en el caso de la transición socialista en Cuba cuando aclara que: "En ese contexto se ha vuelto obligada una mirada crítica hacia las experiencias reales, hacia el socialismo que ha sido y es, hacia las maneras en que enfrentó y dio solución a tales problemáticas u otras afines, qué repertorio de soluciones nos lega y cuáles problemas sin resolver nos hereda. Lo más frecuente es encontrar una reflexión bastante documentada sobre el mundo del socialismo europeo, [...] y mucho menos una consideración de los procesos, pasados y actuales, de transformación socialista en Cuba. [...]  el caso cubano ha sido insuficientemente examinado, [...] y está urgido de una reflexión hacia adentro para reexaminar su propio destino nacional. [...] cuando se habla de modelos de socialismo, más bien debería usarse como instrumento analítico para describir y evaluar experiencias concretas en su transcurso desde el punto de vista de los ideales que informan la transformación y de los instrumentos que se aplican por considerarlos los más eficientes para concretar esos ideales (un instrumento ex post facto) y no como encapsulamiento de la utopía posible." Mayra Espina Prieto. Mirar a Cuba hoy: cuatro supuestos para la observación y seis problemas-nudos. Revista TEMAS. no. 56: 132-141, octubre-diciembre de 2008. www.temas.cult.cu.
[iii] Rafael Hernández reflexiona, con respecto a la organización de la sociedad socialista cubana que "... los principales problemas y deficiencias vienen asociados al carácter estadocéntrico del modelo practicado. Ese modelo ha dado lugar a un enorme aparato burocrático, a un estilo de dirección esencialmente centralista, a una participación que a la larga tiende a declinar, e impone una limitación al impulso democrático y liberador del propio sistema. [porque] El concepto de socialismo, hasta en su raíz semántica, implica la socialización del poder, el sistema político, la toma de decisiones; y la permanente ampliación de la participación." (Roberto Veiga González. El desafío de re-articular los consensos. La Ventana. Entrevistas. Casa de las Américas. 19 de noviembre del 2008. www.casadelasamericas.cult.cu.) En una referencia al modelo soviético, que se pretendió referencia socialista "real" y sus disfunciones que dieron al traste con él, Aurelio Alonso Tejada nos recuerda que: “Al capitalismo no le interesa crear una verdadera democracia, pero al socialismo sí, y eso fue lo que faltó en Moscú, donde si hubiera habido un verdadero poder popular, el gobierno soviético hubiera podido asumir un esquema de reformas mucho más radical encaminado a sostener el sistema socialista. No radical en renunciar al mismo. Todo eso falló porque no había un poder popular, el pueblo no tenía ningún poder, desde un nivel comunitario hasta los más altos niveles estatales, en la toma de decisiones.” (Waldo Fernández Cuenca. El impredecible final del laberinto cubano. Entrevista al sociólogo cubano Aurelio Alonso. http://laventana.casa.cult.cu.) Acanda, ayudándonos a soportar el tema que nos ocupa, enuncia que: "No se discute tanto sobre un concepto si el mismo no está imbricado, de alguna manera, con el poder [...] la política y la economía son el poder." El orden político organiza a la sociedad con fundamento cultural. El mismo Acanda lo reafirma apelando a Hart: "Armando Hart insistía en la necesidad de hacer una política culta [...] que promueva la comunicación entre los diversos sectores sociales, el diálogo democrático en el seno del pueblo, desarrollando la capacidad de autorreflexión y autoanálisis [...] [que] la política ha de ser entendida como el arte de promover a nivel social un pensamiento que, en tanto revolucionario, tiene que ser autónomo, crítico y orgánico [...] admitir la esencialidad de la lucha interior de la sociedad civil entre elementos de signo hegemónico contrapuestos, significa comprender la existencia no sólo de contradicciones internas en nuestra sociedad, sino también de contradicciones antagónicas, rompiendo con aquellos esquemas simplistas que presentan al socialismo como homogéneo y armónico. Antagonismo que colorea las relaciones de los sectores populares con aquellos grupos que, dotados de un cierto poder económico por su vinculación a los nuevos patrones de acumulación, está objetivamente interesados en promover el libre desencadenamiento de las fuerzas del mercado, pero también con la burocracia inmovilista enquistada en las instancias de control y dirección." (Jorge Luís Acanda. La mirada indiscreta, o los riesgos de una ventana. Revolución y Cultura. La Habana. 2000. Nº 6. Págs. 42-46.
[iv] Acanda nos refiere a la capacidad de: “…cuestionar las preguntas socialmente establecidas, y traducir la realidad circundante en cuestiones a enfrentar. Para decirlo entonces en una terminología filosófica, (…) aprender a criticar. Ello sólo se logra a través del ejercicio continuado y libre del criterio propio. Tal vez por estas razones Raúl Roa, el padre de la teoría política marxista en Cuba, escribiera en uno de sus inspirados y magistrales artículos de la década del cuarenta que más que una democracia, a lo que el aspiraba era al establecimiento de una aristarquía, es decir, al poder de los que saben criticar." Acanda, Jorge Luís. Educación, Ciencias Sociales y Cambio Social. Evento: Educación Popular y Alternativas Políticas en América Latina, Centro Memorial Martin Luther King, Fecha: 1998-11-19 Documento Descargado desde la "Biblioteca Virtual de Filosofía y Pensamiento Cubanos" http://biblioteca.filosofia.cu/.  (El subrayado y las negritas son nuestros).
[v] Acanda nos ayuda en tan complejo, pero importantísimo asunto cuando reflexiona que: "La producción no es sólo producción de un objeto, sino de un sistema de relaciones sociales y, por ende, la producción misma de los sujetos [...] es también autoproducción. [...] Marx desarrolló una idea que es clave para captar su interpretación de los fenómenos sociales: la producción es también apropiación. La apropiación es un fenómeno fundamental de la producción. El concepto de apropiación señala el proceso complejo en el cual los seres humanos, al producir su mundo, se producen a sí mismos y producen su subjetividad. El hombre se apropia de la realidad porque la produce, la hace suya al crearla mediante su actividad práctica [...] el modo en que se apropia de ella, la interioriza y la traduce en elementos de su subjetividad [sus capacidades, potencialidades, ideas, aspiraciones, valores etc.] está condicionado por el modo en que la produce. Producción y apropiación, por tanto, forman un todo indivisible [...] Al afirmar que la propiedad privada nos ha vuelto tan estúpidos y unilaterales que consideramos que un objeto es nuestro sólo cuando lo poseemos físicamente, cuando lo consumimos, Marx destacó el carácter enajenante de una sociedad que lleva a patrón de toda la relación el vínculo entre el individuo aislado y la mercancía". Jorge Luís Acanda. Sociedad civil y Hegemonía. EDT. Centro Juan Marinello. La Habana, Cuba. 2002. Págs. 214-215. Entendemos entonces, que la corrupción es una relación social tóxica, a partir de disfuncional interpretación de la articulación producción-autoproducción explicada aquí. Por lo general quien malversa o lucra lo hace para acopiar por encima de sus necesidades, en un ejercicio de adicción por acumulación física de “cosas”-mercancías, al margen de cualquier implicación relación que no sea la tóxica enunciada. (las negritas son nuestras).
[vi] Hankiss, Elemér. La corrupción. Revista CRITERIOS. Nº 35. Cuarta Época. La Habana, 2006. Traducción: Desiderio Navarro. Pág. 265.
[vii] Atendemos a dos referencias con punto de vista disfuncional, respecto a la corrupción. Un enfoque tendencioso emitido desde IPS el 18/11/05, advirtiendo que la lucha contra la corrupción "podría cerrar aún más los pequeños espacios abiertos a la iniciativa privada". Dalia Acosta. CORRUPCIÓN-CUBA. Guerra a la venalidad cotidiana. LA HABANA, 18 nov. /05 (IPS) http://www.database.ips.org/esp/intro.html.; y un artículo aparecido en Juventud Rebelde, donde se informa, desde el Vicefiscal general cubano Carlos Raúl Concepción Rangel, de "la reaparición de casos de corrupción, (en Cuba) luego de cuatro décadas de Revolución sin que prácticamente ocurrieran manifestaciones de este tipo", lo que resulta un criterio insuficientemente serio. ¿Es necesario que esta relación se “institucionalice” para reconocer su existencia histórica en transición socialista cubana? Ref.: Norge Martínez Montero. Cuba trabaja en el perfeccionamiento de las sanciones contra la corrupción. Diario Juventud Rebelde. 08 de noviembre de 2007 00:00:13 GMT. http://www.juventudrebelde.cu/cuba.
[viii] Interpretado desde Hankiss, Elemér. La corrupción... Pág. 251. 

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