Por Alberto Nolia
Cianuro en gotas apareció en diciembre de 2001, cuando la debilidad mediática del chavismo era absoluta. Lo elaboraba la misma Unidad de Análisis que aún ayuda en su preparación. Actualmente, hay un cerco electrónico contra el periodista Alberto Nolia, promovido por Tareck el Aissami, quien intenta silenciarlo en los medios digitales, tras haber logrado el cierre de Los papeles de Mandinga en VTV. Es un claro e inconstitucional intento de censura por parte de un funcionario. Para romper ese cerco, agradecemos que envíe estos textos a su lista de correos, esté o no de acuerdo con su contenido
Sorprende el hermetismo casi total en los medios públicos
sobre el ataque asesino contra Eduardo Samán. VTV prácticamente no ha
mencionado este asunto, al igual que las emisoras radiales del Estado, o la
prensa escrita oficial. Cuesta trabajo entender la razón para ese silencio, en
un caso donde hay verdadero interés por parte de la ciudadanía. Samán es un
personaje con un altísimo respaldo en el pueblo chavista, y sus funciones son
quizá las más importantes en esta etapa del proceso.
El mismo Eduardo Samán no duda de que se trató de un
atentado y no un intento de atraco. Al relatar lo sucedido, el Presidente de
Indepabis señala que los malhechores llegaron disparando, sin mediar palabra ni
pretender robarse nada. Cuesta trabajo comprender que existan canallas que
promovieron la ley desarme, que se traducirá en que personas de alta
exposición, como Samán, no puedan ir armados para defenderse.
Tareck el Aissami por primera vez mostró en público su
aspiración presidencial, adulando a los sectores empresariales y a los grupos
conservadores dentro del chavismo. El Tareck montó en Maracay un aquelarre con
“emprendedores”, donde el narcogobernador se arrastró, chupó medias y aduló a
los ricos aragüeños y de otras regiones. Motivó muchas sonrisas y comentarios
sotto voce las palabras de elogio que el pariente de los Mackled dirigió a
joyitas como Alberto Vóllmer. Este sujeto tiene credenciales tan limpias como
ser fabricante del ron que por generaciones envenenó a los venezolanos. Vóllmer
es hijo homónimo de un recalcitrante copeyano que fue embajador de Rafael
Caldera en El Vaticano y estuvo vinculado a sonados casos de corrupción, como
representante de Alcatel Thompson. Su amá, Christine Marcellus, manejó grupos
extremistas de derecha y ultramontanos católicos. Las credenciales familiares
del elogiado por el Tareck se inician en las décadas iniciales del siglo XIX,
cuando el primer Vóllmer en Venezuela dio un sonado braguetazo con una Ribas
Palacios, familiar lejana del Libertador. En el mejor estilo de Marcel Granier,
los Vóllmer adquirieron la hacienda donde hoy se produce Ron Santa Teresa. El
Tareck incluso tocó los temas que más le agradan a la derecha empresarial, como
ése de la seguridad jurídica, entendida como el derecho a explotar sin cambios
el trabajo ajeno, que el Estado garantice las ganancias de los ricos y asuma
las pérdidas en los malos negocios.
La generalidad de los empresarios criollos, y muy
especialmente los dueños de medios, son seres sucios que se arrastran ante
Estados Unidos. El Universal del viernes 4 revela la vileza de Andrés Mata,
pitiyanqui que habla con acento bostoniano y adula a los grupos de extrema
derecha como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. El titular de abrir
portada de ese pasquín dice que los diplomáticos venezolanos también se
reunieron con dirigentes políticos en Estados Unidos, dando a entender que
Venezuela hace lo mismo que el imperio. Algo así como que nuestro país conspira
en Wáshington para provocar desabastecimiento y derrocar al gobierno. Lo más
grave es que ni siquiera se trata la declaración de algún energúmeno o una
entrevista a un dirigente escuálido. Es una “investigación” que el periódico
mando a hacer a Reyes Theis, quien montó una olla fétida en contra de
Venezuela. Pobres de aquellos periodistas que tienen más hambre que dignidad y
por un salario se prestan a atacar a su propio país.
El pueblo sirio está ganado la guerra contra los grupos
terroristas financiados por EEUU, Francia, Arabia Saudita y otros países
gobernados por malnacidos. El ejército logró dar de baja a varios criminales,
entre ellos a Riyad al-Assad, fundador y capo de la mayor facción “rebelde”.
Junto a él murieron otros terroristas de alta peligrosidad. Los hechos se
produjeron en la importante ciudad de Latakia, donde estaban reunidos muchos de
esos criminales.
Junto a las buenas noticias del Medio Oriente, también
llegan algunas muy malas, de esas que jamás difunden los medios de comunicación
escuálidos. El Estado terrorista de Israel y sus SS arrasaron una aldea
palestina en la zona del Neguev. Los nazis llegaron en la madrugada a esa aldea
y con buldózer derribaron las tiendas de campaña a las familias que allí
vivían. Semanas atrás, les habían destruido las viviendas, forzándolos a vivir
en carpas para no abandonar sus tierras ancestrales, que la Gestapo israelí
quiere robarles para construir nuevos asentamientos ilegales. Poco a poco, el
criminal de guerra Bejamín Netanyahu avanza hacia la “solución final” del
problema palestino, que no es otra que el genocidio.
Tareck el Aissami no sólo hace politiquería con miras a su
aspiración presidencial. No descuida los negocios y, a través de un testaferro,
está montando una cadena hotelera. Recibe casi gratis inmuebles del Estado y
los transforma en hoteles. En Margarita está armando dos de esos
establecimientos, que se suman al Tibisay de Mérida y varios otros en diversas
regiones.
Mucha gente ignora
los detalles de cómo fue el modus operandi de la “perseguida política” María
Lourdes Afiuni. Siendo juez 31 de Control, esta delincuente recibió un millón
de dólares por parte del criminal Eligio Cedeño, actualmente el pran de la
gusanera criolla en Miami. La Afiuni le dio la libertad a Cedeño, lo acompañó
al estacionamiento reservado a los jueces, donde le esperaba una moto que nadie
sabe cómo entró a esa zona de acceso muy restringido. Cedeño se fue en ese
vehículo y no se supo de él hasta que llegó a la chivera política
latinoamericana. La norma es que cuando un juez libera a un preso, éste regresa
a su lugar de reclusión, recoge sus pertenencias y le realizan una ligera
revisión médica. La Afiuni violó esa norma. Apenas el estafador de Microstar
huyó en la moto, la entonces juez subió a su despacho, se sentó sobre el
escritorio y dijo a los funcionarios del tribunal: “ahora a esperar que llegue
el oficio con mi destitución”. Lo que no imaginaba es que ese oficio lo
llevaría el Sebín, junto con las correspondientes esposas. Como Chávez exigió
que se le aplicara el máximo castigo que la ley permite por ese delito, la
oposición agarró a Afiuni como bandera política, olvidando que esa criminal
despreciable presumía de ser chavista hasta que fue encerrada.
Eligio Cedeño estaba preso por robarse 27 millones de
dólares a través de una empresa llamada Microstar. La misma recibió esa suma de
Cadivi, para importar computadoras. Ni un solo equipo ingresó al país. Todo se
lo quedó Cedeño en Estados Unidos. Por si eso no bastaba, Cedeño sacó del país
una suma aún no determinada pero superior a cien millones de dólares, con la
quiebra de BanPro y Bolívar Banco. Esa joya, tal para cual con la Afiuni, es,
para la MUD, otro perseguido político del rrrégimen. Con razón hasta Teochoro
Petkoff protestó, por no ser un perseguido si no un vulgar ladrón, que en los
actos escuálidos iban personas con afiches de Cedeño.
Los pajúos que respaldan la ley del desarme deberían
explicar cómo van a quitarle las armas a los delincuentes un Estado que permite
que los motorizados, cada vez que tienen un incidente, ataquen impunemente a
tiros e incendien módulos de la Guardia Nacional, y los efectivos de ese
componente tengan que permanecer atados de manos, soportando disparos,
peñonazos e insultos, por parte de malhechores sobre dos ruedas.
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