lunes, 14 de octubre de 2013

La guerra económica contra Venezuela revolucionaria; creer, o no, en el capitalismo.

             Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez

“El capitalismo no es un error, es un horror y el capitalista es un canalla. Es imposible ser cristiano y capitalista. Se puede ser cristiano y liberal con precauciones; cristiano y marxista, con precauciones; cristiano de derechas o de izquierdas, con precauciones; pero no se puede ser cristiano capitalista, es imposible. Alguien que defienda el capitalismo es anticristiano por esencia y no podrá entender nunca el cristianismo, a menos que se convierta.”
         Bernardo Pérez Andreo

En principio, es en una guerra; sin la arrechera bélica (¿?) que caracteriza a una agresión militar convencional. Es una guerra camuflada por el estado de permanente alteración mental que impone; la activación de una amenaza es la guerra. 

En el contexto local se experimenta una inseguridad que des-futuriza a la cotidianidad, cuando el consenso necesario a la hegemonía amenaza con fragmentarse y es inevitable apelar al grado de fuerza necesario que exige el equilibrio de tal hegemonía. Desde el exterior la reacción imperialista aporta todo recurso material y de subversión política para que las derechas (la ultra y la que no; junto a los farsantes “colados” nuestras filas) agudicen las condiciones de ese estado mental alterado. El ablandamiento con que desguazar al proceso de cambio radical socialista se inicia (como despliegue inherente a esa guerra) con acciones de desestabilización económica y financiera. Romperlo todo para que ese cambio radical socialista se discierna como una imposibilidad práctica. De tener algún porciento de éxito, a la organización política indispensable al pueblo le caerá la peor variante de un dengue o una malaria. Porque cualquiera se cansa cuando no está lo suficientemente claro.


Solo si esa primera etapa de la guerra imperialista tiene un porciento de éxito pertinente, se crearán las condiciones para tirar el misilazo. Pueblo políticamente organizado equivale a capacidad cultural convincente para la defensa; y ellos pierden el misil, porque se lo tumban por el camino. Pero casi todo es un asunto subjetivo, de la praxis política que se asuma; y de la convicción en lo que uno cree. Los intereses del cambio radical socialista, del pueblo políticamente organizado y empoderado en democracia efectiva son los de justicia social y solidaridad humana (explotación y alienación cero). De la interacción coherente entre lo individual y lo colectivo; la unidad complementaria de los diversos en la lucha. Y por ende intereses confesables. La propiedad privada que acopia capital hacia rentismo parasitario improductivo, la democracia representativa, el corporativismo político, las variantes de la corrupción actualizando a la reproducción vigente, el terrorismo y los modos de dominación sobre la mayoría en beneficio de grupúsculos, quedan fuera; son desmantelados.

El problema es subjetivo por cultural. El sometimiento a la cultura del capitalismo entra en el occipucio del pueblo políticamente organizado por disímiles vías, algunas no tan desagradables como pudiera imaginarse.  La sumisión tiene momentos “bellos”, sobre todo cuando se la sueña rogando al cielo sin suficiente intelección crítica para discernir los problemas que pisan nuestras plantas. Y se termina por admirar al dominador y a su cultura, aunque estén reventándole la espalda a uno. Y en Venezuela revolucionaria se vive un momento de alto riesgo cultural; bordeando a la pacificación mental imperialista indispensable al sometimiento cultural.  

1. Thomas Bender descifra a un dispositivo simbólico de la deshistorización en el ejercicio del poder angloestadounidense que "separa" a su sociedad del resto del mundo humano conocido[i], en función de esa pacificación mediante tal dispositivo elaborado durante generaciones, para que la agresión a “los otros” someta al sentido común; ese dispositivo es la noción de excepcionalidad [ii] que puede ubicarse en la dicotomía sencilla y fuerte: los otros contra nosotros –pobre Barack Obama, Premio Nobel, sin un kilo conque pagar un café porque su gobierno está shutdown-, que desde el discurso político dominante angloestadounidense, posee una fuerte implicación semántica para la sumisión de los individuos a esa hegemonía.[iii]

La “odisea” que promueve la cultura angloestadounidense confirma que su excepcionalismo “americaniza (pacifica) al orbe en la cotidianidad de su plutocracia que impone a los raids de sus “drones[iv], al desarrollo y predominio tecnológico de sus armas como supremacía cultural; a la tortura en sus actos de fuerza.[v]  De la “guerra contra el terrorismo, desastres materiales, genocidios con “daños colaterales”, son culpables las culturas “primitivas” e “intransigentes” (Venezuela Bolivariana tiene el Nº1 o el 2 de esa lista), incluidas en el eje del mal. Las escatologías del entertaiment, mundializadas por ese excepcionalismo, recrean sagas bélicas alucinantes contra dicho “eje”, que advierten a los no pacificados –al pueblo del Comandante Supremo Hugo Chávez Frías-, acerca de no provocar al poder. La pacificación mental imperialista pronostica cada vez con más frecuencia, aplicándolo a las relaciones humanas, la amenaza de otro genocidio.

2. Para el cambio radical que desmantele al capitalismo es indispensable la socialización de una hegemonía, mediante distribución equitativa, por democrática, del poder hacia una transición socialista que evite o desarticule a la dominación de un grupo sobre las mayorías. Sin inferencia teleológica; comprometida a cumplir con los valores de una ciudadanía consciente y libre. Están lejos de agotarse las metódicas para pensar, críticamente, al necesario desmantelamiento del sistema capitalista atorado en su dimensión neoliberal y en las contradicciones que su cultura manifiesta durante la hegemonía angloestadounidense. Tras el peligro de despolitización gradual de las mayorías que alcanza dimensión hermenéutica reflexionada por José María Castillo, éste plantea que la sumisión de individuos y culturas al poder burgués se soporta, también, en una interpretación hermenéutica histórica que implica a la iglesia católica en su acompañamiento como “instructor político” durante la expansión, a lomos de la modernidad europea, de la cultura del capitalismo cuando aconteció que:

"la centralidad del Reino de Dios fue sustituida por la centralidad de la virtud [...] desde desplazamiento del centro del mensaje de Jesús -el Reino de Dios- al centro del ideal de la cultura helenista [...]; mientras el proyecto del Reino, tal como lo presentó Jesús, consiste en la defensa y la dignificación de la vida de los seres humanos, el proyecto de la virtud consiste en el dominio de las propias pasiones, [...] se produjo el gran desplazamiento del ideal cristiano: de la acción como praxis histórica por la defensa y dignidad de la vida, a la acción como ascesis del sujeto por su propia perfección y santificación. El centro se desplazó de la objetividad de la vida de las personas, en la sociedad y en la historia [del sujeto histórico], con sus problemas y sus conflictos, a la subjetividad del individuo con el inevitable peligro de quedar cada cual bloqueado en sí mismo, en sus propios problemas y en sus propias ideas, con lo que […] se viene a fomentar, posiblemente, el más refinado y disimulado egoísmo [...]; el ideal de la areté (virtud) del helenismo, no solo es completamente ajeno a la tradición bíblica, sino que además resulta, en cierto sentido, opuesto al centro mismo del Evangelio de Jesús [...], lo característico de la virtud es que se trata de la cualidad propia de los aristoi, los «selectos», los notables y poderosos de la sociedad [...], aunque es cierto que la virtud cristiana no es copia, sin más, de la areté griega o de la virtus latina, no se puede negar que la existencia de los cristianos quedará marcada por una inevitable ambigüedad: […] [si] al mismo tiempo, pensamos -seguramente sin advertirlo- en que somos quienes estamos en el camino de la verdad y del bien […] los escogidos, quizás los intachables y, en buena medida, los selectos." [vi]

No hay que llamarse a engaños; la ultra derecha, la no ultra y esa que llaman boliburguesía tienen arraigada una cultura de aristoi(s) como su sentido de la vida. Se asumen como los “escogidos”, los “selectos” que eligen el camino del “bien” para salvar sus propios intereses inconfesables. Y que dios les protege no solo en la misa de los domingos; también cada vez que elevan su vista al cielo y “rezan” -tratando de unir el agua y el aceite-, para rogarle a la hegemonía angloestadounidense que los bendiga con un golpe de estado que acabe con los “pata en el piso”, y les devuelva lo que ellos creen que es del César, es decir, su propiedades privadas. Y matarán por ellas, asesinarán por ellas. Siempre en nombre de dios y en beneficio del capitalismo. Esa contradicción que dejaría calva a una top-model, simplemente se llama lucha de clases.

La justicia social sometida a la virtud individualista podría ser una dicotomía sencilla y fuerte, resultante de esa confusión hermenéutica histórica en el decursar del proceso que expandió a la cultura del capitalismo a lomos de la modernidad europea. La concepción de un individualismo en la autoproducción burguesa, que si bien no se inició en su contexto histórico, si aprovechó a dicha interpretación hermenéutica para perfeccionar su poder. Ese proceso camufla aquel refinado y disimulado egoísmo que define a la promoción burguesa de una virtus helénica –patrimonial, egoísta, fanática, homofóbica, misógina, y racista dominante-, conque salvaguardar a una distinción deshistorizada que eternice al sistema capitalista, por una parte, y “santifique” a su poder por la otra; tácticas asumidas por castas burocráticas socialistas en el siglo veinte, durante la intersubjetivación entre quiénes alcanzaban la “virtud” de los “selectos” y los relegados a sus márgenes. Una tremenda operación no solo de desmedulación del marxismo, a su vez de trastorno de la memoria colectiva de las luchas sociales, argumentada en la occidentalización (cuando es cultural capitalista) que oculta a la confrontación imperialista contra todo orden político anticapitalista que organice a una sociedad. Al margen de la Teología de la Liberación se encuentran pocas respuestas que se confronten con ese trastorno hermenéutico.

3. Al acopiar el capitalismo, durante la expansión histórica de su cultura, todos los modos de dominación que le precedieron[vii], incluye a esa inferencia hermenéutica; que ha devenido en fundamento de su antagonismo socioclasista que se vuelca contra la sociedad venezolana en proceso de cambio radical socialista, para el despliegue (económico-político) de la ocupación imperialista del mundo; es una guerra en la que las oligarquías locales desempeñan el rol de infantería de avanzada (carne de cañón). El peligro está -desde la praxis revolucionaria socialista-, en concentrarse demasiado en esa avanzada local, darle mucha “ala” (tiempo) a ver si quieren vivir en paz social, pensando en que se pudiera lograr el cambio en equilibrio social y sin guarimbas. Una transición pacífica histórica no hubiese necesitado los esfuerzos y el cerebro de Marx, ni el de Chávez, ni el del Che, ni el de Fidel. Cualquier custodio que tuviese la llave habría abierto la puerta; y a conversar tomando café. Pero el desmantelamiento del orden y del poder capitalista es, tiene que ser un acto de violencia; es violento en exceso haber soportado hasta 1998 bajo las normas del neoliberalismo, que no fue implantado por el imperialismo a nivel global como un juego de mesa para pasar ratos amables. Sino para reforzar su dominación. Si se pierde lo que se ha logrado, pasarán muchas generaciones antes de que se presente otra oportunidad; si uno se conforma con lo logrado en estos catorce años, también lo ha perdido todo. No hay amagos posibles, sino conciencia del horror que semantiza el capitalismo, y no estamos dispuestos a cargar con el otro medio milenio; no hay civilización que aguante. Habrá que estar dispuestos a resistir los empujones de la reacción interna y externa; y a empujar el doble como respuesta para hacer avanzar el proyecto de emancipación socialista bolivariana del Comandante Hugo Chávez Frías. Esta no es la procura de una transición pacífica; sino la guerra monda y lironda, que no se despliega con bombardeos, sino con desestabilización (económica) interna y subversión externa (ambas al mismo tiempo). El proyecto emancipatorio es la fuerza de una hegemonía socialista o será un regreso al mundo de los aristoi(s) del puntofijismo; más allá de un simple trastorno hermenéutico histórico del cristianismo.    


Desde el litoral oeste de La Habana, revolucionaria, socialista, bolivariana, guevarista y chavista. 11/10/2013




[i] Facundo García. Entrevista al historiador Thomas Bender. “No compartimos el mundo con el resto”. Página 12. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-22046-2011-06-20.html
[ii] “Allá la historia mundial se enseñó sin mencionar demasiado a los Estados Unidos. E inversamente, la historia estadounidense se ha estudiado sin hablar del contexto mundial. A esto me refiero cuando hablo de excepcionalidad. Desde esta postura, no compartimos el universo con el resto. Somos ‘un fenómeno aparte”. Facundo García. Ibidem.
Ver también:
William Astore. Combatientes por la libertad de un imperio que se desvanece. Tom Dispatch http://www.tomdispatch.com/post/175337/tomgram%3A_william_astore%2C_we%27re_number_one_%28in_self-promotion%29/#more 
Phyllis Bennis. DESAFIANDO AL IMPERIO: RESISTENCIAS DE LOS PUEBLOS, GOBIERNOS Y LA ONU AL PODER NORTEAMERICANO. Transnational Institute. OLIVE BRANCH PRESS. Noviembre 2010 http://www.interlinkbooks.com
[iii]  Bender opina que: “Nosotros aceptamos nuestras actividades imperialistas justamente porque nos consideramos “aparte”. Creemos que estamos ayudando a la gente que invadimos. Este excepcionalismo es intrínsecamente contradictorio: no compartimos la historia mundial, pero cualquier historia nacional extranjera nos parece una emulación de la nuestra, como si los demás debieran ir en la misma dirección. Y cuando no lo hacen, nos confundimos […]; nuestras intervenciones quedan justificadas porque “los vamos a hacer avanzar” como avanzamos nosotros. El objetivo final sería nuestro modo de vida, o sea “el máximo de evolución”. […] El mayor problema [...] es que al pensar que nuestros actos están motivados exclusivamente por causas nobles, no nos entra en la cabeza que alguien nos perciba como su enemigo [...]; el sueño americano se asienta sobre la enclenque silla del heroísmo individual. Al extremo de la zoncera, Estados Unidos sería al planeta lo que John Wayne al desierto de Arizona [...] [que vigoriza a escala global]: la inclinación […] a celebrar a los héroes en reemplazo de los procesos complejos [recordar a Martínez Heredia]. Encima nuestros héroes contemporáneos han dejado de ser hombres de estado para convertirse en millonarios, al estilo de Donald Trump.” Facundo García. Ibidem.
[iv] "En un discurso en septiembre en la Asia Society de Nueva York, la ministra de Exteriores paquistaní Hinna Rabbani Khar tuvo que dar una explicación por el reciente sentimiento antiestadounidense de su país. Respondió con una sola palabra: “drones”. En un momento dado los drones de la CIA, zumbando como avispas y armados de misiles Hellfire, vuelan en círculos las veinticuatro horas del día sobre un área en la zona tribal de Pakistán y sus cámaras de alta resolución registran todo movimiento en tierra. Eso produce un terror permanente en la gente del lugar, ya que no puede adivinar cuándo y dónde dispararán los misiles." Dilip Hiro. La alianza del infierno. Rebelión. 22-10-2012. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158038
[v] Craig Roberts recuerda que en el 2005, un año después de que se filtraran las fotos de las torturas de Abu Ghraib, surveys anglonorteamericanos revelaron que un 38% apoyó que la tortura se justificaba en algunos casos. A cuatro años de propugnación neoconservadora de la tortura, un sondeo de la AP informó en el 2009, que un 52% de los estadounidenses apoyaba la tortura. Paul Craig Roberts. La degeneración moral de EE.UU. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. Information Clearing House. 12-10-2012.    http://www.informationclearinghouse.info/article32711.htm 
[vi] José María Castillo. La dimensión social de nuestra misión. Secc. Teología. Revista CAMINOS. Nº 22. 2004. La Habana. p. 30
[vii] Ver: Andrei Fúrsov. Desmontaje del capitalismo y el fin la Época de las Pirámides. Traducido del ruso para Rebelión por Arturo Marián Llanos. Rebelión. 26-04-2013. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167278

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