Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez
“El capitalismo no es un error, es un horror y el capitalista es un canalla. Es imposible ser cristiano y capitalista. Se puede ser cristiano y liberal con precauciones; cristiano y marxista, con precauciones; cristiano de derechas o de izquierdas, con precauciones; pero no se puede ser cristiano capitalista, es imposible. Alguien que defienda el capitalismo es anticristiano por esencia y no podrá entender nunca el cristianismo, a menos que se convierta.”
Bernardo Pérez
Andreo
En
principio, es en una guerra; sin la arrechera bélica (¿?) que caracteriza a una
agresión militar convencional. Es una guerra camuflada por el estado de
permanente alteración mental que impone; la activación de una amenaza es la
guerra.
En
el contexto local se experimenta una inseguridad que des-futuriza a la
cotidianidad, cuando el consenso necesario a la hegemonía amenaza con fragmentarse
y es inevitable apelar al grado de fuerza necesario que exige el equilibrio de
tal hegemonía. Desde el exterior la reacción imperialista aporta todo recurso
material y de subversión política para que las derechas (la ultra y la que no;
junto a los farsantes “colados” nuestras filas) agudicen las condiciones de ese
estado mental alterado. El ablandamiento con que desguazar al proceso de cambio
radical socialista se inicia (como despliegue inherente a esa guerra) con
acciones de desestabilización económica y financiera. Romperlo todo para que
ese cambio radical socialista se discierna como una imposibilidad práctica. De
tener algún porciento de éxito, a la organización política indispensable al
pueblo le caerá la peor variante de un dengue o una malaria. Porque cualquiera
se cansa cuando no está lo suficientemente claro.
Solo
si esa primera etapa de la guerra imperialista tiene un porciento de éxito
pertinente, se crearán las condiciones para tirar el misilazo. Pueblo
políticamente organizado equivale a capacidad cultural convincente para la
defensa; y ellos pierden el misil, porque se lo tumban por el camino. Pero casi
todo es un asunto subjetivo, de la praxis política que se asuma; y de la convicción
en lo que uno cree. Los intereses del cambio radical socialista, del pueblo
políticamente organizado y empoderado en democracia efectiva son los de
justicia social y solidaridad humana (explotación y alienación cero). De la
interacción coherente entre lo individual y lo colectivo; la unidad
complementaria de los diversos en la lucha. Y por ende intereses
confesables. La propiedad privada que acopia capital hacia rentismo parasitario
improductivo, la democracia representativa, el corporativismo político, las
variantes de la corrupción actualizando a la reproducción vigente, el
terrorismo y los modos de dominación sobre la mayoría en beneficio de
grupúsculos, quedan fuera; son desmantelados.
El
problema es subjetivo por cultural. El sometimiento a la cultura del
capitalismo entra en el occipucio del pueblo políticamente organizado por disímiles
vías, algunas no tan desagradables como pudiera imaginarse. La sumisión tiene momentos “bellos”, sobre
todo cuando se la sueña rogando al cielo sin suficiente intelección crítica
para discernir los problemas que pisan
nuestras plantas. Y se termina por admirar al dominador y a su cultura, aunque
estén reventándole la espalda a uno. Y en Venezuela revolucionaria se vive un momento
de alto riesgo cultural; bordeando a la pacificación mental imperialista
indispensable al sometimiento cultural.
1. Thomas Bender descifra a un dispositivo simbólico
de la deshistorización en el
ejercicio del poder angloestadounidense que "separa" a su sociedad
del resto del mundo humano conocido[i], en función de esa pacificación mediante tal
dispositivo elaborado durante generaciones, para que la agresión a “los otros”
someta al sentido común; ese dispositivo es la noción de excepcionalidad [ii] que puede ubicarse en la dicotomía sencilla
y fuerte: los otros contra nosotros –pobre Barack Obama, Premio Nobel, sin un
kilo conque pagar un café porque su gobierno está shutdown-, que desde el discurso político dominante
angloestadounidense, posee una fuerte implicación semántica para la sumisión de
los individuos a esa hegemonía.[iii]
La “odisea” que promueve la cultura
angloestadounidense confirma que su excepcionalismo “americaniza”
(pacifica) al orbe en la cotidianidad de su plutocracia que impone a los raids
de sus “drones”[iv], al desarrollo y predominio tecnológico de sus armas
como supremacía cultural; a la tortura en sus actos de fuerza.[v] De la “guerra
contra el terrorismo”,
desastres materiales, genocidios con “daños colaterales”, son culpables las
culturas “primitivas” e “intransigentes” (Venezuela Bolivariana tiene el Nº1 o
el 2 de esa lista), incluidas en el eje del mal. Las escatologías del entertaiment, mundializadas por ese excepcionalismo, recrean sagas bélicas alucinantes contra dicho “eje”,
que advierten a los no pacificados –al pueblo del Comandante Supremo Hugo
Chávez Frías-, acerca de no provocar al poder. La pacificación mental
imperialista pronostica cada vez con más frecuencia, aplicándolo a las
relaciones humanas, la amenaza de otro genocidio.
2. Para el cambio radical que
desmantele al capitalismo es indispensable la socialización de una hegemonía,
mediante distribución equitativa, por democrática, del poder hacia una
transición socialista que evite o desarticule a la dominación de un grupo sobre
las mayorías. Sin inferencia teleológica; comprometida a cumplir con los
valores de una ciudadanía consciente y libre. Están lejos de agotarse las metódicas
para pensar, críticamente, al necesario desmantelamiento del sistema
capitalista atorado en su dimensión neoliberal y en las contradicciones que su
cultura manifiesta durante la hegemonía angloestadounidense. Tras el peligro de
despolitización gradual de las mayorías que alcanza dimensión hermenéutica
reflexionada por José María Castillo, éste plantea que la sumisión de
individuos y culturas al poder burgués se soporta, también, en una
interpretación hermenéutica histórica que implica a la iglesia católica en su
acompañamiento como “instructor político” durante la expansión, a lomos de la
modernidad europea, de la cultura del capitalismo cuando aconteció que:
"la centralidad del Reino de
Dios fue sustituida por la centralidad de la virtud [...] desde desplazamiento
del centro del mensaje de Jesús -el Reino de Dios- al centro del ideal de la
cultura helenista [...]; mientras el proyecto del Reino, tal como lo presentó
Jesús, consiste en la defensa y la dignificación de la vida de los seres
humanos, el proyecto de la virtud consiste en el dominio de las propias
pasiones, [...] se produjo el gran desplazamiento del ideal cristiano: de la
acción como praxis histórica por la defensa y dignidad de la vida, a la acción
como ascesis del sujeto por su propia perfección y santificación. El centro se
desplazó de la objetividad de la vida de las personas, en la sociedad y en la
historia [del sujeto histórico], con sus problemas y sus conflictos, a la
subjetividad del individuo con el inevitable peligro de quedar cada cual
bloqueado en sí mismo, en sus propios problemas y en sus propias ideas, con lo
que […] se viene a fomentar, posiblemente, el más refinado y disimulado egoísmo
[...]; el ideal de la areté (virtud) del helenismo, no solo es completamente
ajeno a la tradición bíblica, sino que además resulta, en cierto sentido,
opuesto al centro mismo del Evangelio de Jesús [...], lo característico de la
virtud es que se trata de la cualidad propia de los aristoi, los «selectos», los notables y
poderosos de la sociedad [...], aunque es cierto que la virtud cristiana no es
copia, sin más, de la areté griega o de la virtus latina, no se puede negar que la
existencia de los cristianos quedará marcada por una inevitable ambigüedad:
[…] [si] al mismo tiempo, pensamos -seguramente sin advertirlo- en
que somos quienes estamos en el camino de la verdad y del bien […] los
escogidos, quizás los intachables y, en buena medida, los selectos." [vi]
No hay que llamarse a engaños; la ultra derecha, la no ultra y esa que
llaman boliburguesía tienen arraigada
una cultura de aristoi(s) como su
sentido de la vida. Se asumen como los “escogidos”, los “selectos” que eligen
el camino del “bien” para salvar sus propios intereses inconfesables. Y que
dios les protege no solo en la misa de los domingos; también cada vez que elevan
su vista al cielo y “rezan” -tratando de unir el agua y el aceite-, para rogarle
a la hegemonía angloestadounidense que los bendiga con un golpe de estado que
acabe con los “pata en el piso”, y les devuelva lo que ellos creen que es del
César, es decir, su propiedades privadas. Y matarán por ellas, asesinarán por
ellas. Siempre en nombre de dios y en beneficio del capitalismo. Esa
contradicción que dejaría calva a una top-model,
simplemente se llama lucha de clases.
La justicia social sometida a la virtud individualista podría
ser una dicotomía sencilla y fuerte, resultante de esa confusión hermenéutica
histórica en el decursar del proceso que expandió a la cultura del capitalismo
a lomos de la modernidad europea. La concepción de un individualismo en la
autoproducción burguesa, que si bien no se inició en su contexto histórico, si
aprovechó a dicha interpretación hermenéutica para perfeccionar su poder. Ese
proceso camufla aquel refinado y
disimulado egoísmo que define a la promoción burguesa de una virtus helénica
–patrimonial, egoísta, fanática, homofóbica, misógina, y racista dominante-,
conque salvaguardar a una distinción deshistorizada
que eternice al sistema capitalista, por una parte, y “santifique” a su poder
por la otra; tácticas asumidas por castas burocráticas socialistas en el siglo
veinte, durante la intersubjetivación entre quiénes alcanzaban la “virtud”
de los “selectos” y los relegados a sus márgenes. Una tremenda operación no
solo de desmedulación del marxismo, a su vez de trastorno de la memoria
colectiva de las luchas sociales, argumentada en la occidentalización (cuando
es cultural capitalista) que oculta a la confrontación imperialista contra todo
orden político anticapitalista que organice a una sociedad. Al margen de la
Teología de la Liberación se encuentran pocas respuestas que se confronten con
ese trastorno hermenéutico.
3. Al acopiar el capitalismo, durante la expansión histórica de su
cultura, todos los modos de dominación que le precedieron[vii], incluye a esa inferencia hermenéutica; que ha devenido en fundamento
de su antagonismo socioclasista que se vuelca contra la sociedad venezolana en
proceso de cambio radical socialista, para el despliegue (económico-político)
de la ocupación imperialista del mundo; es una guerra en la que las oligarquías
locales desempeñan el rol de infantería de avanzada (carne de cañón). El
peligro está -desde la praxis revolucionaria socialista-, en concentrarse
demasiado en esa avanzada local, darle mucha “ala” (tiempo) a ver si quieren
vivir en paz social, pensando en que se pudiera lograr el cambio en equilibrio
social y sin guarimbas. Una transición pacífica histórica no hubiese necesitado
los esfuerzos y el cerebro de Marx, ni el de Chávez, ni el del Che, ni el de
Fidel. Cualquier custodio que tuviese la llave habría abierto la puerta; y a conversar
tomando café. Pero el desmantelamiento del orden y del poder capitalista es,
tiene que ser un acto de violencia; es violento en exceso haber soportado hasta
1998 bajo las normas del neoliberalismo, que no fue implantado por el imperialismo
a nivel global como un juego de mesa para
pasar ratos amables. Sino para reforzar su dominación. Si se pierde lo que
se ha logrado, pasarán muchas generaciones antes de que se presente otra
oportunidad; si uno se conforma con lo logrado en estos catorce años, también
lo ha perdido todo. No hay amagos posibles, sino conciencia del horror que
semantiza el capitalismo, y no estamos dispuestos a cargar con el otro medio
milenio; no hay civilización que aguante. Habrá que estar dispuestos a resistir
los empujones de la reacción interna y externa; y a empujar el doble como
respuesta para hacer avanzar el proyecto de emancipación socialista bolivariana
del Comandante Hugo Chávez Frías. Esta no es la procura de una transición
pacífica; sino la guerra monda y lironda, que no se despliega con bombardeos,
sino con desestabilización (económica) interna y subversión externa (ambas al
mismo tiempo). El proyecto emancipatorio es la fuerza de una hegemonía socialista
o será un regreso al mundo de los aristoi(s)
del puntofijismo; más allá de un simple trastorno hermenéutico histórico del
cristianismo.
Desde
el litoral oeste de La Habana, revolucionaria, socialista, bolivariana, guevarista
y chavista. 11/10/2013
[i] Facundo García. Entrevista al
historiador Thomas Bender. “No compartimos el mundo con el resto”. Página 12. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-22046-2011-06-20.html
[ii] “Allá la historia mundial se enseñó sin mencionar
demasiado a los Estados Unidos. E inversamente, la historia estadounidense se
ha estudiado sin hablar del contexto mundial. A esto me refiero cuando hablo de
excepcionalidad. Desde esta postura, no compartimos el universo con el resto.
Somos ‘un fenómeno aparte”.” Facundo García.
Ibidem.
Ver también:
William Astore. Combatientes por la
libertad de un imperio que se desvanece. Tom Dispatch http://www.tomdispatch.com/post/175337/tomgram%3A_william_astore%2C_we%27re_number_one_%28in_self-promotion%29/#more
Phyllis Bennis.
DESAFIANDO AL IMPERIO: RESISTENCIAS DE LOS PUEBLOS, GOBIERNOS Y LA ONU AL PODER
NORTEAMERICANO. Transnational Institute. OLIVE BRANCH PRESS. Noviembre 2010 http://www.interlinkbooks.com
[iii] Bender opina que: “Nosotros
aceptamos nuestras actividades imperialistas justamente porque nos consideramos
“aparte”. Creemos que estamos ayudando a la gente que invadimos. Este
excepcionalismo es intrínsecamente contradictorio: no compartimos la historia
mundial, pero cualquier historia nacional extranjera nos parece una emulación
de la nuestra, como si los demás debieran ir en la misma dirección. Y cuando no
lo hacen, nos confundimos […]; nuestras intervenciones quedan justificadas
porque “los vamos a hacer avanzar” como avanzamos nosotros. El objetivo final
sería nuestro modo de vida, o sea “el máximo de evolución”. […] El mayor
problema [...] es que al pensar que nuestros actos están motivados exclusivamente
por causas nobles, no nos entra en la cabeza que alguien nos perciba como su
enemigo [...]; el sueño americano se asienta sobre la enclenque silla del
heroísmo individual. Al extremo de la zoncera, Estados Unidos sería al planeta
lo que John Wayne al desierto de Arizona [...] [que vigoriza a escala global]:
la inclinación […] a celebrar a los héroes en reemplazo de los procesos
complejos [recordar a Martínez Heredia]. Encima nuestros héroes contemporáneos
han dejado de ser hombres de estado para convertirse en millonarios, al estilo
de Donald Trump.” Facundo García. Ibidem.
[iv] "En un discurso en
septiembre en la Asia Society de Nueva York, la ministra de Exteriores
paquistaní Hinna Rabbani Khar tuvo que dar una explicación por el reciente
sentimiento antiestadounidense de su país. Respondió con una sola palabra:
“drones”. En un momento dado los drones de la CIA, zumbando como avispas y
armados de misiles Hellfire, vuelan en círculos las veinticuatro horas del día
sobre un área en la zona tribal de Pakistán y sus cámaras de alta resolución
registran todo movimiento en tierra. Eso produce un terror permanente en la
gente del lugar, ya que no puede adivinar cuándo y dónde dispararán los
misiles." Dilip Hiro. La alianza del infierno. Rebelión.
22-10-2012. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158038
[v] Craig Roberts recuerda que en el 2005, un año después
de que se filtraran las fotos de las torturas de Abu Ghraib, surveys
anglonorteamericanos revelaron que un 38% apoyó que la tortura se justificaba
en algunos casos. A cuatro años de propugnación neoconservadora de la tortura,
un sondeo de la AP informó en el 2009, que un 52% de los estadounidenses
apoyaba la tortura. Paul Craig Roberts. La degeneración moral de EE.UU. Traducido
del inglés para Rebelión por Germán Leyens. Information Clearing House. 12-10-2012. http://www.informationclearinghouse.info/article32711.htm
[vi] José María Castillo. La dimensión social
de nuestra misión. Secc. Teología. Revista CAMINOS. Nº 22. 2004. La Habana. p.
30
[vii] Ver: Andrei Fúrsov. Desmontaje del
capitalismo y el fin la Época de las Pirámides. Traducido del ruso para
Rebelión por Arturo Marián Llanos. Rebelión. 26-04-2013. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167278
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