viernes, 4 de octubre de 2013

El Cianuro en gotas de Alberto Nolia


El Colectivo de La Guarura Impresa hace sonar su guarura frente a la censura mediática que hoy en Venezuela −y usurpando la verdadera esencia de la revolución bolivariana− intentan algunos funcionarios del poder constituido, silenciando la voz de periodistas y de compañeros de luchas que alzan su palabra de denuncia, alerta o rebeldía contra situaciones injustas que sostienen el mismo orden estructural capitalista. Por ello, y porque consideramos que es digna de atención esta perspectiva, reproducimos el escrito que sobre el suceso en el cual casi pierde la vida el compañero Eduardo Samán, escribe el periodista Alberto Nolia.

Texto que en la red electrónica acompaña al escrito de Alberto Nolia.

Cianuro en gotas apareció en diciembre de 2001, cuando la debilidad mediática del chavismo era absoluta. Lo elaboraba la misma Unidad de Análisis que aún ayuda en su preparación. Actualmente, hay un cerco electrónico contra el periodista Alberto Nolia, promovido por Tareck el Aissami, quien intenta silenciarlo en los medios digitales, tras haber logrado el cierre de Los papeles de Mandinga en VTV. Es un claro e inconstitucional intento de censura por parte de un funcionario. Para romper ese cerco, agradecemos que envíe este texto  a su lista de correos, esté o no de acuerdo con su contenido.

Texto de Alberto Nolia: Cianuro en gotas.

"A falta de detallada información oficial, son muchas las dudas sobre el incidente que involucró a Eduardo Samán en la madrugada del jueves. Lo poco que han dicho los voceros policiales apunta más a un atentado que a un intento de robo. Samán, uno de los funcionarios más capaces de toda la Administración, tiene una legión de enemigos, que incluye a prácticamente toda la derecha política y empresarial. Además, dentro del chavismo hay dirigentes que sienten verdadera fobia por el jefe de Indepabis. Basta ver en twitter los ataques en su contra lanzados por Jesús Almeida Morgado, alias Subinspector Venaíto, el esbirro informático de Tareck el Aissami. En todo caso, lo único favorable de este ataque es que, sicarios o simples atracadores, tres delincuentes llevaron su merecido, lo que significa que se salvaron muchas vidas de personas honorables, que sin duda habrían sido víctimas de esos malhechores.

Resulta risible que se realicen tareas para desarmar a los ciudadanos decentes, que portan armas registradas legalmente, cuando los atracadores llevan incluso granadas para perpetrar sus fechorías. Si no fuera por la cantidad de muertos, sería de soltar la carcajada.


Otro muestra de la incapacidad para desarmar a la delincuencia y la cobardía vergonzosa de muchos funcionarios, se ve en los entierros de delincuentes. Cada vez que le dan su merecido a un hampón, al día siguiente se producen incidentes espantosos. Decenas de sus “colegas” en moto acompañan al féretro. En plena vía pública, sacan el cadáver de su ataúd, bailan con él, realizan centenares de disparos al aire con armas cortas o largas y, como colofón, aprovechan que trancaron el tráfico para atracar a quienes se desplazan en los vehículos y tuvieron la desgracia de tropezarse con ese aquelarre. Pero lo realmente oprobioso es que las autoridades no sólo no intervienen, sino que los jefes policiales ordenan a sus subalternos no estar cerca de la ruta previsible del cortejo fúnebre. Obviamente, esos funcionarios cobardes podrán robarle su arma a las personas honorables, pero no a los hampones, ni siquiera a los que están presos.

Si algo caracteriza a Fedecámaras es el cinismo de sus voceros y la desvergüenza para mentir. Jorge Roig, el capo de ese organismo, tuvo los riñones de decir que “Fedecámaras no sabe nada de guerra y los empresarios sólo saben producir”. Ese bichito por lo visto se olvida de que Pedro Carmona Estanga, cuando era presidente de Fedecámaras, dirigió la guerra económica que culminó en el golpe de Estado de 2001. En la actualidad, numerosas empresas están dejando al país sin alimentos y otros rubros esenciales, porque están enfrascados en una guerra politiquera. Por último, Roig debería recordar que dos de cada tres afiliados a Fedecámaras no producen absolutamente nada: son comerciantes e importadores.

Si en Venezuela funcionara el sistema de justicia, Henrique Capriles, el Enchufado Oral, ya estaría tras las rejas. Y no por los asesinatos que cometió cuando ordenó “drenar la arrechera”, pues, en definitiva, es casi imposible probar su participación directa en ese plan. Lo que sí está probado es que se reunió con los capos de la embajada estadounidense, incluyendo Kelly Keiderling, para conspirar contra el país, planificar la guerra económica y desatar guarimbas u otras acciones violentas. Esa misma delincuente gringa expulsada de Venezuela confesó que se reunía con los jefes escuálidos, tal y como fue detectado por los organismos venezolanos de inteligencia.

El Ministerio Público tiene paralizados los juicios contra capos de medios de comunicación. Sin duda que personajes sórdidos como Leocenis García y Miguel Henrique Otero habrán repartido jugosos “argumentos” para lograr que sus juicios estén engavetados, pese a la abundancia de pruebas. Mucha gente ignora que Leocenis y Bobomán son socios en numerosos negocios y realizan chantajes en común, dentro y fuera de Venezuela. El chivo de El Nazional incluso amenazaba a la gente con montarles una campaña de descrédito a través de los medios controlados por Leocenis García.

Un tema rara vez tocado es el de los “colaboradores” de Leocenis García. Personajes de siniestra catadura escribían en las publicaciones de ese chantajista, pese a que era de conocimiento público su condición hamponil y como brazo financiero de los pranes de al menos dos cárceles: Tocuyito y Vista Hermosa (Ciudad Bolívar). Bichos como el cura Luis Ugalde, el Vámpiro Antonio Ledezma, Asdrúbal Aguiar (que huyó a Argentina con su esposa por los fraudes que ambos perpetraron durante el gobierno de Caldera), el chulo Antonio Sánchez García de Bravo, el traficante de Cedice Trino Márquez, el Padrinetto Giuseppe Giannetto o el abogaducho financiado por EEUU Gonzalo Himiob. Ninguno de estos rufianes explican sus nexos con un delincuente como Leocenis García o si cobran por sus “colaboraciones”.

Muchas personas andan moviéndose para que dejen en libertad a un asesino peligroso llamado Iván Simonovis. Este canalla fue el principal ejecutor del asesinato de 19 personas durante las horas previas al golpe de Estado del 11 de abril. Ya otros canallas de similar catadura, como Lázaro Forero, están en libertad absoluta, sin rendir cuentas y sin que nadie sepa cuál es su situación legal. Al Forero, despreciable asesino de personas inermes, lo dejaron libre por estar enfermo. Afortunadamente se curó, pero no retorna a la cárcel, por obra y gracia de nuestro escualidísimo Ministerio Público. Simonovis busca la misma jugarreta y ya han repartido generosos sobornos para que lo suelten.

Más de 300 personas murieron ahogadas a escasa distancia de la isla italiana de Lampedusa. La gigantesca tragedia afectó a emigrantes africanos que intentan llegar a Europa. Cada año, miles de personas corren igual suerte, huyendo de la pobreza en que el capitalismo tiene sumido al continente negro. Los medios de comunicación casi ni mencionan estos hechos, pero le dan primera página si a Estados Unidos llega una embarcación con cubanos, a pesar de que los balseros van de muchas partes de Latinoamérica, especialmente Haití, República Dominicana, toda Centroamérica y hasta de lugares muy alejados, como Colombia y Ecuador".


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