domingo, 6 de octubre de 2013

La concha de la Rondón o cuánto vale el show


Por Yuri Valecillo

La amistad, ese bien que es variable y constante al mismo tiempo, me permite discutir de manera transparente con los que quiero, y aún más, si los quiero entrañablemente.

Las preguntas caen en cascada y casi siempre encierran el mismo mensaje ¿por qué críticas al proceso?  Esto de ser parte de un proceso de cambios que vive el país y no ser el proceso de cambios que vivimos, me exige aclarar públicamente mis cosas, y por la calle del medio, asumir los costos de lo que opino y de lo que asumo públicamente. No soy un hombre de intrigas palaciegas, me aburren y me agotan y aun comprendiendo y asumiendo que la intriga es un género maravilloso, poco lo práctico.

No envió cartas denunciando a tal o cual persona, ni invento títulos o grados universitarios, ni tengo propiedades escondidas en las declaraciones de patrimonio. Discuto apasionadamente y defiendo las cosas en que creo, y no digo que daría la vida por tal o cual cuestión, ya que eso lo decidirá el instante en que tenga que ofrendarla por algo o por alguien.

Lo que no dudo es que este gobierno, este ejercicio político que vivimos está cargado de dificultades y de confrontación permanente y eso es precisamente lo que lo hace maravilloso. No creo en la ciudadana Rondón con todas sus conchas, diplomas ganados y ganados ante todo gracias a los recursos de un estado que cómo le inyecta plata a su producción cinematográfica.


No estaría aquí para decir que ella si es producto y debió conocer por lo menos de oídas de persecuciones y de crímenes cometidos en contra de los suyos, y mira que la cosa no es simple, no es un sueño de opio atrapado en una burbuja va mas allá de eso, de repente entre el confort y  esa magnífica tajada financiera que recibe y es que de asumir las cosas como son, casi estoy seguro que más de un@ se sintió impactado por el racismo y la conducta antisocial que se vive en contra de los “distint@s” en Venezuela.

Chávez si el presidente, mi presidente fue también victima de ese racismo a veces soterrado y a veces vulgar y chabacano que vivimos en la República de Bolívar si en Venezuela y el racismo va mas allá cuantas veces no hemos escuchado esa pregunta que más bien suena a afirmación idiota  ¿por qué tú tan inteligente eres chavista? En mi barrio El Palotal en Valencia muchachos humildes trabajador@s mulat@s, moren@s  pero humildes ante todo, los he visto agrediendo al que sea chavista y los he visto guardar silencio cuando hablan del Chávez o de Maduro por ser obrero.

Mi padre obrero y comunista, y no porque haya pasado por el PCV, y sí porque su conducta fue la de un comunista en persona y apostura trabajador, temerario y de lengua calva. Mis herman@s y yo sufrimos eso de vivir en un barrio de guasineros adecos que habían sufrido los vejámenes del perejimenizmo, igual que mi padre, y que luego se volvieron perseguidores, torturadores, violadores de niños, asesinos de estudiantes. Saliendo de mi casa mataron a Humberto Méndez Figueredo, lo acribilló el viejo Hernández y no sólo él, participaron en el crimen hasta el barbero del barrio que facilitó las armas para el crimen, y luego guardó las armas del criminal.

A  nosotros nos perseguían o nos mataban los perros que teníamos. Escribían en las paredes de mi casa: “Comunistas, los vamos a matar”. Mi madre y mi padre enfrentaron como podían a los que rompían los cristales de las ventanas a pedradas, las maestras que nos señalaban con el dedo y le decían a los demás compañeros de clase: “Ese Valecillo es comunista y ateo”. Fueron años muy difíciles y a veces tenebrosos, policías que llegaron a la casa a tumbar puertas o a sacar libros y quemarlos en medio de la calle. Estoy seguro que los hijos o hijas de los que tuvieron padres que tuvieran una posición distinta a la promovido por Acción Democrática y Copei, vivieron lo mismo.

Lo tenebroso del caso es a Chávez se le intentó hacer lo mismo, y un día después de la VICTORIA MI CANDIDATO MADURO volví a vivir la misma película que más de uno cree que llegó a su fin: chicas que trabajan en Abastos Bicentenario y cuyos hermanos están en la FANB celebrando el caos que creaban y las amenazas que proferían en contra de cualquiera que profesara su simpatía por el proceso “ TE VAMOS A QUEMAR, LOS VAMOS A MATAR, LAS VAMOS A VIOLAR” llovían recio y sólo la posición valiente de unos cuantos enfrentaba a estos que sólo son un sobrante del comportamiento criminal de algún@s.

Me impresiona La Rondón y parafraseando a algún político además rubio del siglo veinte, tendría que decir “la Rondón miente y sabe que miente” Yo sigo caminando y escuchando cómo es aplaudida por quienes no quieren a los suyos y por los que esperan un chance por pequeño que sea para acabar con todo lo que le permitió hacer, lo que hizo una respetable obra.

La vida nos pone en el camino, y claro también lo vamos haciendo. Yo sigo de la mano de mi padre y madre camino a la escuela y sigo viendo los perseguidores haciendo el papel que le gusta hacer, el de criminales de la posibilidad de un cambio noble en este pueblo.

Imagino que el odio hace que millones sepan escribir su nombre en papel blanco y que tengan identidad y salud, Claro, no todo son rosas en el camino, pero de que nos topamos con espinas en su tallo, también es cierto; la idea no es cortar las espinas la idea es evitar ser tocado por ellas.

Algunas películas no tienen final feliz, aunque estoy seguro que la felicidad la vamos construyendo, y en este tren debemos acabar con los vagones de primera y de segunda o de tercera. Para la laureada cineasta seguramente “La avanzada Europa” hizo lo justo con Patricio Lumumba, y que este valiente liberador e Ícono africano fue a sublevar a ese pueblo “que vivía tan feliz con los Belgas”.


La película de la vida no termina nunca, son sólo capítulos que se acaban al desaparecer físicamente algun@ de sus actores o actrices, esperando el próximo capítulo de esta serie que aún no termina.

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