miércoles, 14 de agosto de 2013

Una respuesta al Sr. Will Rangel y a los compañeros del PCV sobre los consejos obreros y el control obrero


                                                                                
                                                                               Por Osvaldo León


Es necesario aclarar que hoy aparecen públicamente dos posiciones sobre los consejos de trabajadores y trabajadoras, entendiendo que dentro del gobierno también hay diversas opiniones, unas en contra y muy pocas a “favor”, desde la clase y los colectivos en lucha agrupados dentro del  movimiento nacional por el control obrero. Debemos generar un gran debate que permita construir teoría revolucionaria para la praxis transformadora.

Comencemos con el señor tarifado presidente de la central bolivariana “socialista” de trabajadores,  Will Rangel, quien en una declaración en la presa burguesa lanza unos ataques a los consejos de trabajadores en momentos en que la burocracia negadora de la democracia directa ataca la propuesta de gestión que los trabajadores y trabajadoras de ACEITE DIANA vienen haciendo. Esta declaración converge con la que  hizo el señor ministro del grupo polar, Félix Osorio, sobre los consejos de trabajadores.

Estos señores coinciden en la negación de los consejos de trabajadores y trabajadoras, el primero  dice que los consejos nacen con la idea de negar los sindicatos, por lo tanto es una maniobra del gobierno para negar los sindicatos. Grueso error, pues si bien en la historia de la lucha de clases los trabajadores rompen con la concepción economicista de los sindicatos y se organizan en los consejos de trabajadores y trabajadoras en nuestra lucha por derrotar el estado burgués y sus relaciones sociales de producción, ellos expresan el nuevo estado proletario y se va construyendo la nueva hegemonía proletaria. Es una nueva organización, en ella nace sin lugar a dudas las nuevas relaciones sociales, por tal  en su seno se niegan la viejas relaciones burguesas de poder. Esta nueva hegemonía se nutre de la democracia directa, rompiendo toda forma representativa, es el poder asambleario al que tanto miedo le tiene el viejo sindicalismo de múltiples colores.

Es fácil entender el temor de muchos “sindicalistas” de la central hacia los consejos obreros, ya que el consejo de trabajadores y trabajadoras niega con mayor claridad a la burocracia y a la representatividad como expresión de la división social del trabajo. Para los trabajadores de los consejos que nunca abandonan sus puestos en la producción, les es fácil de entender las opiniones de esta burocracia, que tiene muchos años sin trabajar con muchas prebendas y  privilegios. El Sr. Rangel nada dice del método de escogencia de la central que él preside, una central que nació de acuerdos subterráneos y burocráticos, donde se repartieron los puestos por fracciones de poder y  donde al igual que Únete nacieron del decreto presidencial, bajo la tutela y sombra del  estado.

Una central que hasta hoy ha callado los atropellos contra los trabajadores y trabajadoras  apoyando al sector privado contra los reclamos  de los trabajadores, que esta central se “moviliza” al viejo estilo de AD, los 1 de mayo, o cuando necesitan negociar sus privilegio con el estado, esta central que al igual que UNETE que su mayoría de sus dirigente son felices turistas viviendo de viaje en viaje, asintiendo a reuniones con las más oscuras organizaciones sindicales internacionales que las transnacionales han creado para sus intereses desde hace muchos años, no se les ve combatiendo contra la explotación del trabajo y ni siquiera por las reivindicaciones mas sentidas de la clase, como:  la lucha contra la inflación, la especulación y el acaparamiento. Sus negociaciones burocráticas y de poder los han llevado a puestos inmerecidos en la asamblea nacional, CLE regionales etc.

De este señor y algunos representantes autonombrados de esta central podemos esperar  mucho más, cuando sabemos que el señor Will Rangel viene de las filas de AD y fue parte del golpe petrolero. Ahora presidente de una central y que socialista, que nunca se reúne y mucho menos  los trabajadores y trabajadoras ven a esta  organización como propia y de lucha.

El señor ministro de la polar tuvo las bolas de afirmar que el compañero Chávez se había equivocado con los consejos de trabajadores y trabajadoras, ya que el poder tendría que estar bajo la dirección de la burocracia, o sea, de ellos. Estas tristes declaraciones, no sólo niegan la lucha contra el capital, sino que niegan la construcción del socialismo, niegan el discurso político más rebelde y subversivo del compañero Chávez, quien reivindicó  la autonomía e independencia de la clase. Muchas veces fue tajante al decir que la clase no se podía someter a poder alguno. Este ministro que viene con la misión de entregar algunas empresas al señor  Mendoza, presidente del grupo polar  y sectores de la burguesía agroalimentaria, no sólo desconoce el legado del compañero Chávez, sino que hace un llamado a la claudicación y la entrega.

Sin duda estas dos opiniones expresan la visión de los sectores burocráticos y de la derecha dentro del gobierno y del PSUV, lo cual no vale la pena profundizar en  el debate. Esta derecha que  hoy día son mayoría dentro del partido, expresan la corriente contrarrevolucionaria dentro del “proceso”, proceso que no sólo muestra signos de agotamiento, sino más que eso, día a día imponen un  silencio,  invisibilizan a los sectores que luchan. Esta manera de “comunicación” se viene convirtiendo en práctica cotidiana, propia de la sociedad burguesa  totalitaria o del capitalismo de estado (llamada también socialismo real). Estamos llegando a la muerte de la crítica. Esta burocracia trata de matar el debate, el pensamiento como arma de la revolución, en fin, es una negación a la propuesta del compañero Chávez en el golpe de timón y el no retorno.

Afirmamos que no vale la  pena un debate con estos sectores del gobierno, ya que los medios de comunicación del estado que están bajo su control, no permiten ningún debate que nazca dentro del pueblo trabajador, como tampoco un partido que en la realidad no existe, un partido donde la militancia no se reúne, no discute, no construye política, un partido que sólo sirve para la componenda y repartición de cargos. Nos planteamos el debate con los colectivos en lucha, con los que construyen el otro país, el de la otra política, en los barrios y fábricas, en fin, con los que producen y no con una nomenclatura parasitaria.

Ahora bien, nos toca abrir un debate con el compañero Edgar Meléndez miembro del comité central de PCV, sobre opiniones que da sobre el control obrero y lo que él denomina verbo seudo revolucionario. Con los compañeros del PCV nos hemos encontrado en  muchas luchas obreras y de calle, como también nos separan muchas posiciones teóricas y prácticas sobre la construcción del socialismo, la construcción orgánica de la sociedad de los iguales de los libres productores, con  los herederos del estalinismo si merece abrir el debate político en el seno de los trabajadores, trabajadoras y sectores explotados, que nos permita construir organizaciones de la clase para subvertir el orden burgués, deslindar también praxis que con un lenguaje de “izquierda” esconden su mas férreas concepciones de derecha. Por lo tanto, que este debate sirva para la lucha por la destrucción del estado burgués y sobre su cimentos −como nos enseñara el viejo comunista alemán− construir el nuevo estado, el estado de los trabajadores y trabajadoras.

Por lo tanto abrimos el debate, como también invitamos al mismo, a los colectivos de trabajadores y trabajadoras que se agrupan en el MOVIMIENTO NACIONAL POR EL CONTROL OBRERO y en fin a sindicatos y partidos de izquierda, un debate que vaya más allá de meras citas, fuera de su contexto histórico, sin dogmatismo ni recetas, con humildad revolucionaria −y como hemos afirmado− que parta de los hechos de nuestras experiencias en las luchas obreras y experiencias internacionales.

Bien, comencemos el debate con el compañero Edgar Meléndez,  que plantea estar de acuerdo con la organización de los consejos de trabajadores y trabajadoras, por lo tanto la discusión es de qué consejos y de qué control obrero estamos hablando y construyendo.
El compañero, en un artículo sobre el control obrero, plantea que éste no ha sido evaluado, como tampoco ha habido voluntad política para impulsarlo, lo cual hasta cierto punto estamos de acuerdo. En dicho escrito dice “nos obligan a una seria, profunda y detallada evaluación que viene siendo irresponsablemente postergada, ya que hasta los momentos no ha habido voluntad de realizarla, ni siquiera en el Primer Congreso Nacional por el Control Obrero que se efectuó en días recientes en Ciudad Guayana”.

Bueno, entonces nos mete a todo en un mismo saco, veamos: desde hace más de dos años, desde el primer encuentro por el control obrero que realizamos en SIDOR, para el PCV y Edgar lo más importante ha sido el apoyo a la llamada ley de los consejos de trabajadores y trabajadoras, y cada año antes de cerrar las discusiones parlamentarias, se ha priorizado marchar hacia la asamblea para apoyar dicha ley.

Para la primera marcha y la recolección de firmas, me opuse en la discusión interna del colectivo de Guayana, por varias razones entre ellas, que la ley que ustedes y el FBT introdujeron en la Asamblea Nacional, ni fue discutida en el seno de los trabajadores y trabajadoras ni tampoco expresa desde el punto de vista revolucionario una propuesta consejista. Sobre la ley también podemos abrir un debate, y en cuanto a las firmas, se utilizaron diversas manipulaciones para su recolección, donde muchas veces se negaba que era para dicha ley (una ley más bien hecha para sindicatos, que para los consejos), lo cual con el tiempo me dio la razón.

Por lo tanto, compañero Edgar, para ustedes no ha sido el impulso orgánico de los consejos, sino el objetivo que como partido se han propuesto, una ley hecha para que los “consejos sean sometidos por el estado"; para ustedes lo más importante son los acuerdos internos de su partido, y no los acuerdos que se construyen en el calor de la lucha y el debate.

Sobre la voluntad política para evaluar lo que hasta ahora ha sido la construcción del control obrero y los consejos de trabajadores y trabajadoras, de verdad no sé a quien se refiere el compañero Edgar, ya que sabe muy bien el partido que desde la gestión del compañero Carlos Lanz en ALCASA y la propuesta del control obrero, fuimos quienes públicamente dimos el debate, que la gestión para entonces no sólo se discutió públicamente, sino que hoy contamos con muchas publicaciones como parte del debate, podemos decir que para el 2005 nadie o por lo menos ustedes se planteaban la propuesta del control obrero bajo la dirección de los consejos, para ese momento por disciplina decían ustedes que apoyaban a señor general Rangel Gómez. Pero hay más, Edgar, cuando cuadros del MRT y GCR en la década de los 70 planteamos la propuesta consejista, su partido nos acusó de ser una propuesta ultraizquierdista, y sostuvo que eran los sindicatos la verdadera organización de los trabajadores. También en la gestión de Elio Sayago se discutió y se evaluó su gestión, discusión bien polémica.

Más adelante afirma: ”El Control Obrero es un nuevo modelo de gestión –de la producción, administración y distribución de bienes y servicios–, con el papel protagónico y dirigente de la clase obrera y, junto al pueblo organizado, será progresivamente la práctica concreta y cotidiana de una sociedad en transición al Socialismo” Aquí viene una diferencia bien profunda, veamos: para muchos de nosotros el control obrero al igual que el socialismo no son modelos, el control obrero bajo la dirección de los consejos dentro de la sociedad burguesa, permite romper con la fragmentación que la relaciones de producción le imponen a los trabajadores y trabajadoras, permite ir construyendo una contrahegomonia desde la praxis política. Por lo tanto, la clase pasa de la lucha reivindicativa a la construcción del socialismo. Hablamos de aprendizaje que permite la vieja concepción de la 3° internacional, del asalto al poder y no de la transformación de las relaciones de producción y la eliminación de la explotación del trabajo.

Por otro lado, amigo Meléndez, ustedes siguen partiendo del “socialismo” positivista o instrumental que se plantea la “revolución por etapas”; plantean que desde el capitalismo al socialismo hay una transición, o “etapa”, tal como lo planteó su maestro, el estalinista  Dimitrov, la democracia popular, democracia de la mayorías, etc., por lo tanto su primer objetivo es una alianza con las llamadas burguesías “nacionales” (ver programa del PCV o de cualquier PC del mundo) para el desarrollo de la fuerzas productivas. Hablamos entonces −según ustedes− de un proceso de liberación nacional, para luego llegar al socialismo, como una lógica mecánica. Ya ponen los objetivos como elementos fundamentales en una revolución.

Esta concepción fue cuestionada dentro de la misma 3° internacional, ya  Rosa la rebelde, Panekoe, Gramsci, la oposición obrera y las demás corrientes del comunismo de izquierda lo alertaron y por nuestra América, Mariátegui,  cuando magistralmente nos enseñaba que toda revolución tiene y parte de sus propias experiencias, que no hay recetas mágicas, ni copia, que el socialismo heroicamente se construía sobre los elementos culturales e identidades de los propios pueblos, pero mas adelante el compañero Che, acusado de pequeño burgués por los heredero del estalinismo, nos alertaba que se había abandonado la lucha contra la explotación del trabajo, que esas sociedades del socialismo real habían abandonado la lucha por el socialismo (discurso de Argel, los cuadernos de Praga, el diario del Congo y muchos escritos guardados y silenciados hasta hoy).

El problema Edgar, es que nosotros nos planteamos que toda revolución tiene como objetivo central la aniquilación de la explotación del trabajo y la transformación de la relaciones de  producción, que desde antes de la misma revolución como hecho histórico y concreto (la unidad de lo múltiple y diverso de los procesos) se construye la contra hegemonía, que en el seno de toda las organizaciones proletarias y revolucionarias se construye una nueva sociedad, nuevas relaciones, negadoras de la sociedad burguesa, por lo tanto, permiten construir una contra hegemonía, la cual en palabras del viejo alemán PREFIGURAMOS LA SOCIEDAD FUTURA LA SOCIEDAD COMUNISTA. Esta  tarea, por así decirlo, no se posterga; es una praxis cotidiana, por tanto al estallar la revolución en lo que se determinó (y luego muy degenerado) la dictadura del proletariado, su tarea fundamental era la construcción del socialismo. No hay etapas ni colaboración de clase, el desarrollo de las fuerzas productivas está planteado para resolver necesidades, partiendo de la misma experiencia de la clase, y los elementos culturales son el fundamento o pilar de la revolución.

Hoy hecha historia toda revolución etapista se encuentra en el olvido; en ella, la explotación del trabajo era apropiada por una burocracia que vivía sin envidiarles los lujos y decadencia de la burguesía. Algunos de ellos hoy son flamantes empresarios de sus países. Las  “revoluciones”  que se mantienen de “pie”, en su mayoría son aquellas hay mayores niveles de explotación, sin derechos, laborales (hablando del derecho desde su génesis, como concepción burguesa de la igualdad de los seres, sin importarle la clase) de allí los ejemplo de China, Vietnam, Camboya, Corea del Norte (franja del sur donde es el reino de la maquilas de los empresarios surcoreanos), son los países que se pelean las transnacionales del mundo para mantener su niveles de ganancia, mano de obra barata, disciplinada y calificada, insumos de calidad por debajo de los precios internacionales y leyes que permiten la sobreexplotación, con estados con cuerpos represivos capaces de contrarrestar cualquier rebelión.

Más adelante afirma: “Esta realidad objetiva se convierte en caldo de cultivo para limitaciones concretas que producen además, como es lógico, fieles imágenes en el nivel de conciencia de buena parte de las masas de trabajadores quienes de “buena fe” se lanzan a la construcción de Consejos de Trabajadores y Trabajadoras sin la necesaria claridad teórica y mucho menos sin experiencia práctica de lucha, por lo cual se convierten en fácil presa de tendencias “revolucionaroides”, muy ágiles en el empleo del verbo pseudo-revolucionario y de supuestas categorías “ultra-comunistas”, que terminan influyéndolos para construir instancias que por sus debilidades conceptuales y de praxis sirven en la práctica al capital. Así, estas instancias existen casi totalmente para una sempiterna sistematización de la experiencia y para un absurdo desgaste en “invención” de estrafalarias, y a veces tramposas, metodologías; a esto dedican tanto tiempo que no les queda ni un poco para la práctica revolucionaria auténtica que sólo es posible cuando se trabaja para transformar la esencia y no sólo la forma del modelo económico.”

Veamos, como todo positivista ven  al movimiento de trabajadores como meras masas, seres que están para ser dirigidos, esperando que desde afuera se le inyecte la conciencia y sean dirigidos por Mesías u  hombres preclaros capaces de saberlo todos; pero cuando estos sectores obreros (sujetos sociales que piensan y son capaces de producir todos lo que existe en el mundo) construyen sin su dirección, entonces son ingenuos y actúan por buena fe, lo que los hace presa de la ultra. Vaya, vaya… como siempre la falta de humildad  en no aprender de las luchas de los trabajadores y trabajadoras. Sólo ven los acuerdos cupulares de la dirección que su militancia no eligió, como lo único revolucionario.

Creen ser los únicos con experiencia práctica de lucha y teórica, negando las praxis política de un pueblo trabajador, que sin dogmas, sin presupuestos burocráticos se atreven a plantease la revolución, demostrando que se puede ejercer un nuevo poder revolucionario como expresión de la democracia directa, sin jerarquías ni jefes sabelotodo. Allí varias experiencias, y por supuesto atacadas por la burocracia del estado, una de la última es ACEITE DIANA, hecho que nos hace recordar cualquier intento revolucionario en los países del bloque oriental apagado a sangre y fuego, ejemplo la Hungría de la Checoslovaquia, para no hablar del 27F ni del 13A donde un pueblo heroico fue capaz de derrotar las políticas neoliberales, y por otro lado un golpe fascista, mientras muchas direcciones  de algunos partidos de izquierda buscaba asilo.

Sobre lo conceptual. El problema, amigo Edgar, es que mientras usted se mantiene bajo los viejos dogmas estalinistas, que desde la 3° internacional abandonaron casi todas las propuesta de la primera internacional (conceptos como democracia directa, poder asambleario, estado que se niega así mismo, consenso y disenso)  le causa mucho ruido, ya que su praxis viene del llamado centralismo “democrático” donde las “mayoría votante sin mucha discusión” lo impone, si no es el comité central o el politburó o a última instancia, el secretario general y quien no esté de acuerdo es expulsado. Esta ha sido la práctica desde la 3° internacional de su partido, triste historia que llevó a la derrota del movimiento comunista internacional, al plantear los intereses del gobierno ruso, del partido y sus dirigentes por encima de la clase y de la revolución mundial.

Quienes creemos en la diversidad revolucionaria, y que la clase aprende desde su propia experiencia y se nutre con la experiencia nacional e internacional como referencia teórica, no como dogma ni receta, nos planteamos el debate, el cual tiene como metodología los consensos y disensos que permiten a la “mayoría” y a la “minoría” unir fuerzas y luchar juntos en los consenso y permitir que corrientes impulsen los disensos, esta expresión de democracia revolucionaria (ejemplo de la 1° internacional) permite la unidad en la diversidad, respetando los ritmos y programas de acción y luchas de los diversos colectivos, respetando la unidad y alianza por la base, no por las cúpulas burocráticas que obligan y hacen de su militancia unos sujetos sumisos y dóciles, muy bueno para los planes de explotación capitalista.

Ya vemos el temor a la sistematización de las experiencias, ya que ponen al descubierto no sólo praxis burocráticas y conciliadoras que se dan por los intereses de las cúpulas de los partidos, sino también su base teórica, como dogma de religiosidad, apegado a sociedades que muy poco tiene que enseñarnos. El problema, compañero Meléndez, es que cuando los colectivos asumen la sistematización y esta se convierte en una herramienta de aprendizaje permanente, no necesitan ni de héroes ni de preclaros para la lucha por su emancipación, que en definitiva sólo es obra de nosotros mismos como clase y no de partidos ni de dirigentes que se sienten que están por encima, o como dijera un intelectual de la revolución, esperando que las masas se equivoquen para guiarlas por el camino correcto, por eso su temor compañero al proceso de sistematización de las diversas experiencias obreras.

Entonces entramos al problema de la praxis, que bien, ya que entendemos como praxis la unidad orgánica entre el pensar (teoría) y el hacer (práctica). Esa unidad que nos permite ver las estafas entre el decir y el hacer, de allí nos podríamos preguntar varias cosas muy concretas, para ver si tenemos diferencias entre el hacer con la derecha, ya que como en todas las cosas no hay neutralidad alguna.

1.    Cómo es la estructura de las organizaciones revolucionarias.

2.    Quién participa.

3.    Cómo se rinden cuentas

4.    Rotación y delegación funcional

5.    Quién decide y cómo se decide.

6.    Quién construye la línea programática y los programas de lucha

En los colectivos en lucha, amigo Meléndez, no existen acuerdos por cúpulas o dirección, se acuerda con plena discusión en toda su militancia ya que no existe ni dirigente ni dirigido, ni jefes ni base o masa. En fin, es otra práctica que niega la sociedad que nos divide y nos fracciona, la sociedad burguesa; es otra praxis antiburocrática, tal vez desconocida para ustedes y por eso la ven como estrafalaria. Nosotros, amigo Meléndez, hemos aprendidos a discutir, llegar a acuerdos y a luchar juntos, conscientes de nuestras luchas y no  ejecutar y hacer política que no creemos por disciplinas y acuerdos burocráticos o  porque el partido está por encima de la clase. No. Los intereses de la clase están por encima de cualquier interés grupal o particular, son el interés de la revolución, por lo tanto,  su construcción es colectiva al igual que su accionar.

También nos dices “Nadie puede hacer trampas a la realidad, quienes por un problema de disociación política perciban una realidad distinta a la que objetivamente existe, terminarán o más adelantados o más atrasados que esa realidad que dicen querer cambiar y al estar desubicados serán fallidos en el logro de la meta. De allí que seguir evadiendo una caracterización profunda del actual momento venezolano que trascienda deseos, sueños y obsesiones anti-soviéticas y anti-PCV, es evitar construir una táctica adecuada y necesariamente unitaria para el Movimiento Obrero y Sindical clasista todo, y para el Control Obrero en concreto”.

Bueno, según Meléndez,  los que no estamos de acuerdo con una ley que no se sabe cómo se hizo ni de dónde salió, estamos disociados… ¡Vaya! Otra vez todo es blanco y negro, sólo usted, apreciado amigo, tiene la verdad absoluta, sólo ustedes tiene la realidad en sus manos, sólo bajo sus lentes está la verdad objetiva. No hay otra. Bien…, nosotros partimos de que las verdades se construyen desde las luchas y espacios, con sujetos que piensan y aportan, con su culturas e identidad. Hablamos Edgar, de muchos lentes y sin lentes, tal vez no muy ciegos, que estas verdades colectivas nos acercan a ver las realidad de muchos colores, de un diversidad muy rica, andando como nos enseñan los del ELN de Colombia (elenos) en los ritmos y lucha de los pueblo, en esa dinámica social que es más rica que el cerebro de unos preclaros que se auto nombran dirección, mas, cuando afirman decir que son el partido de la clases, por lo tanto, se camina en la construcción de vanguardias colectivas en luchas, que ni se adelantan como mesías o ni se atrasan como cobardes, lo que nos hace acordar de los “repliegues tácticos” y de allí de alianza hasta con la burguesía “y que para no perder los espacios” y del abandono a la lucha armada para “ocupar puestos en el parlamento burgués” y cargos en la burocracia del estado como sucedió en el pasado de nuestro país.

No nos consideramos anti soviéticos, ya que partimos de los consejos. ¿Sabes, Edgar? Soviet significa consejo. Una cosa es ser consejista, y otra es avalar los campos de concentración, asesinatos selectivos a comunistas, eliminación de los soviet, de las corrientes internas del partido y la prohibición de los diversos periódicos internos. Una cosa es reivindicar la democracia obrera (dictadura del proletariado en palabra y concepto del viejo alemán MARX) y otra son los regímenes totalitarios que nunca cambiaron las relaciones del capital, que mantuvieron un estado represivo contra cualquier intento de construir el socialismo, un estado represivo que sólo defendió un vulgar capitalismo de estado. Hoy parte de esa vieja nomenclatura son la nueva burguesía, o los viejos torturadores de la KGB, son los nuevos gobernantes o miembros de la mafia, muchos de ellos defensores de la sociedad burguesa.

No, amigo Meléndez, no somos anti soviético, no. Nos oponemos a la praxis política que en nombre del socialismo mató la libertad de los trabajadores; nos aponemos al estalinismo, praxis tan dañina como el fascismo o sionismo o la sociedad burguesa. Soñamos sí, hermano, creemos en la utopía concreta del socialismo libertario del viejo Marx. Triste es no tener sueños, utopías y la alegría de saber que estamos luchando por el socialismo, ya que sin sueños ni esperanzas, no hay forma ni manera de construir la libertad proletaria.

El problema de la unidad, si hablamos de unidad, es que somos varios. Quiere decir que hay diversidad, por lo tanto, debe haber discusión para llegar a acuerdos, y no imposición. Pensar que la unidad se dará sobre la base de lo que yo creo, es una farsa, es por eso compañero que hasta ahora ha sido difícil avanzar con ustedes. Tal vez sí estaríamos de acuerdo con la marcha y la ley estaríamos sobre una verdadera unidad, según ustedes. ¡Vaya qué ingenuidad política, para no decir estupidez política! LA UNIDAD SE CONSTRUYE, se da sobre la base de la honestidad y respeto de todos, sin imposición, sin conciliación, sin claudicación, la unidad se da en la lucha.

Afirman que parten de las leyes existentes… ¡Qué bien!, pero esta leyes no rompen con la sociedad burguesa, fueron hechas en momentos históricos  muy concretos donde no se planteaba en la dirección del proceso la lucha por el  socialismo, incluyendo la misma constitución; por lo tanto, la lucha de clase no puede estar subordinada a leyes y reglamentos, ya que si es así no estamos en la lucha por una revolución socialista, porque la clase no se puede subordinar a leyes que justifiquen la sociedad de clases, ni respetar  la propiedad privada, o en otras palabras, la explotación del trabajador.

Y  vendrá la maniobra de decir que me opongo a las sagradas leyes y a la constitución. Bueno, amigo, me adelanto, fuimos derrotados en una propuesta de reforma que planteaba algunos elementos de fondo en la reorganización social y política de la nación, pero más que eso, hemos venido planteando una constituyente obrera y popular que permita desde la luchas callejeras profundizar el combate contra el capital, elaborar nuevas leyes y una profunda reforma a la constitución que permita sentar las bases jurídicas por la construcción del socialismo.

Para nosotros, Edgar, la diferencia con ustedes, es que para nosotros los consejos es la expresión del nuevo estado proletario. Razón tuvo Lenin al proponer llamarse república de los consejos, eliminado posteriormente, ya que los consejos no se construyen para controlar o administrar la crisis de la burguesía, menos para mejorar las condiciones que le permitan a la burguesía profundizar la explotación del trabajo (círculos de calidad), los trabajadores construyen los consejos para liberarse de la sociedad de clases, por tanto  rechazan todos los mecanismos y procesos de calidad (que no son neutrales, como los círculos de calidad, o procesos óptimos como la ISO etc.), los trabajadores y trabajadoras  en una revolución nos planteamos nuevos procesos de certificación, donde la humanización del trabajo está por encima de producir.

Por lo tanto, no se trata de cambiar las relaciones de producción solamente sino también relaciones íntimamente ligadas que son parte de estas relaciones, pero muchas veces las dejamos intactas hablamos de las relaciones de poder, afirmamos que  como nos organizamos en el trabajo, nos organizamos social y políticamente, como producimos y para que producimos genera relaciones de valor. De allí la importancia de una verdadera transformación social. No se trata de nacionalizar, se trata de acabar con todo tipo de propiedad, produciendo valores de uso, bajo una organización de democracia directa y asamblearia, al parecer fueron esas tareas secundarias para ustedes como la del poder que nunca pudieron cambiar y reproducen la lógica de dominio burgués, como la DST y la jerarquía política y social, lo que les parece natural. !Viva Darwin!.

Y como los consejos son anticapitalista, en su objetivo nada tiene que buscar con la conciliación de clases, ya que la propuesta consejista rompe con la llamada revolución por etapas. Tampoco se distancia del sindicato si este, como parte de su conciencia colectiva. Se plantea la lucha contra la explotación y no la mediación para ver cómo se vende en mejores condiciones la fuerza de trabajo.

Ahora bien, si los sindicatos salen en la defensa de los patronos, por supuesto que la clase deberá derrotarlos. De todas maneras, en una revolución donde la clase derrota a la burguesía no tienen razón de existir los sindicatos, ya que no debe haber ni dueños ni amos, es el socialismo la sociedad de los trabajadores.

Ahora bien, no ha sido el comunismo de izquierda quien ha conciliado con la burguesía, quien ha planteado los “repliegue táctico”, ni quien ha entregado el poder luego de haber triunfado, como en Francia,  Italia y Grecia luego de la derrota del fascismo por los partisanos,  mucho menos de haber planteado los frentes únicos contra el fascismo, lo cual permitió la sobrevivencia de la burguesía en muchos países de Europa occidental, el gran pacto del reparto del mundo. No, compañeros, el comunismo consejista mantuvo y mantiene el combate contra su enemigo de clase y su sociedad.

Por lo tanto podemos decir entre los elementos políticos que te invito a debatir están:

1.    La concepción revolucionaria del partido, entre concepción marxista y la concepción burguesa de jerarquía y DST.


2.    El problema de la transición, la liberación nacional, la democracia popular o la construcción del socialismo revolucionario.

3.    La revolución por etapas, capitalismo de estado como  etapa previa al socialismo (la llamada transición) o la construcción del socialismo como tarea central.

4.    El problema del estado, entre un estado centralizado, fuerte, jerárquico y la concepción marxista del estado, un estado disuelto en el seno del pueblo, que se niega así mismo para poder desaparecer.

5.    Las experiencias históricas de los consejos, nacional e internacional.

6.    La concepción del poder militar, entre un ejército jerarquizado y el pueblo en armas.
7.    El problema del desarrollo de las fuerzas productivas, cuáles fuerzas productivas, quién la desarrolla.

8.    El papel del la ciencia y la ideología y la supuesta neutralidad.

9.    La historia de la lucha de clases en Venezuela y las relaciones políticas de las “vanguardias”.

1. La importancia o no de la sistematización para los colectivos obreros y populares y sus aportes para la lucha por su liberación.

En fin, compañero, debemos generar un debate que permita ir construyendo referentes políticos para el momento actual, que permita el avance de la clase orgánicamente y teóricamente (praxis). Como verás no es un problema de epítetos, descalificaciones y de bravuconadas. Estos elementos también permitirían evaluar, balancear nuestra praxis política.

Más allá de creer que ser miembro de una dirección de un partido permite trazar líneas y que éstas sean obedecidas sin discusión alguna, o por ser miembro de una dirección ya tiene el respeto seguro,  o aplicar la maniobra de llevar a todas o gran parte de su milicia a levantar la mano por disciplina. Se trata de formar una militancia con autonomía cognoscitiva que lo convierta en sujeto de la revolución.






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