lunes, 19 de agosto de 2013

El tejido complejo de la democracia efectiva contra la corrupción.


Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez

“La democracia en abstracto existe sólo en los delirios de algún intelectual idiota y en las mentiras propagandísticas.”

                                                Iñaki Gil de San Vicente.



Existe una interacción ineludible entre democracia y poder. Si el poder lo tiene la mayoría(s) es de discernir que el nivel de empoderamiento de esa mayoría(s), de la distribución equitativa de poder, es coherente con la justicia social. Si el poder es secuestrado por una clase o casta burocrática por sobre esa mayoría(s), entonces el poder está enfermo de gangrena. No es posible la sustentabilidad socialista desde un poder que no esté distribuido equitativamente entre la mayoría(s); porque no existe democracia en abstracto.

Mientras concurra vestigio de “representatividad” burguesa dentro de esa interacción entre democracia y poder, aun cuando la sociedad esté experimentando un giro radical de la reproducción anticapitalista, no existe democracia efectiva. No hay dos o varias formas de manifestarse la democracia. Tenemos democracia, o no la tenemos; si vamos camino de ella aún no la tenemos. Incluso, si el porciento de democracia, es decir, el tramo que nos resta hasta allí es más corto que en otras sociedades; aún no la tenemos.

La democracia es una relación que se reproduce en la sociedad en la medida en que sea efectiva. Si en el parlamento la ultraderecha provoca trifulcas, y su representación convoca a tumbar al gobierno revolucionario bolivariano y chavista, por la vía inconstitucional, violenta; entonces esa ultraderecha no respeta a la democracia ni al poder popular expresado en la decisión de la mayoría(s). Esa ultraderecha está haciendo un strip tease contra el pueblo, changando a la democracia efectiva; pronuncia a la ciudadanía desde perspectiva neoliberal y excluyente, va a por el restablecimiento de la producción ampliada de plusvalía parasitaria de la propiedad privada. Por el regreso de los días “felices” del puntofijismo donde la “democracia representativa” definía, sólo, a sus intereses inconfesables.

Aún habrá dificultades para que las mayorías comprendan en toda la línea no solamente el derecho a la ciudadanía en democracia, es decir, al empoderamiento con equidad que a su vez es un deber y una responsabilidad de las más altas.

Cuando con gorra o sin gorra chavista puesta, la corrupción se expresa o intenta manifestarse en la res-pública pisoteando todo vestigio de legalidad está pisoteando la hegemonía (cultura) de la democracia que nos empodera.

No hacerle la batalla en toda la línea, comprar el jaboncito o los alimentos antes de no sólo denunciarla con energía, también exigir que los poderes por nosotros elegidos y a controlar (por nosotros) no la desguacen ipso facto; si nos concentramos en los “tres minutos de roña” y después dejamos que esa ola llegue hasta la costa, estamos erosionando sensiblemente a nuestro propio empoderamiento; abriéndole un huraco a la democracia efectiva a favor del poder de la ultraderecha; que ahora mismo no está en el poder. No hay posibilidades para la decencia, nos recuerda Fernando Martínez Heredia; o asumimos la hegemonía de nuestro poder popular o regresamos a la cola de los parados del mundo burgués; si quedamos vivos.

Cuando Maduro nos increpa a participar directamente en la guerra contra la democracia; o nosotros no le exigimos que nos increpe y se increpe a sí mismo, y al resto de la dirigencia bolivariana y chavista en pos de una transición socialista sustentable, estamos tocando las claves en la banda militar de la expansión imperialista. 

Es imprescindible escarbar en la sociedad hasta encontrar el más leve rastro de corrupción, malversación, estafa. Su expansión, en tanto herramienta subversiva de desestabilización social y política, es utilizada por esa ultraderecha ante la incapacidad de apelar a otras vías; y como la sociedad capitalista desde la hegemonía del modelo angloestadounidense de “libertad en la desigualdad” ha desarrollado con delectación de artífice la corrupción como un modo de relación social que se reproduzca a todos los niveles en pos de garantizarse su acopio parasitario de capital, sabe que mientras tenga la propiedad del “grifo” en la economía puede forzar al poder revolucionario hasta intentar volarle los fusibles.

Una fajazón en el parlamento, una arrechera en la esquina para que pongamos los muertos; una escondedera de comida por aquí, otra subidita de precio por allá; acusaciones falsas, poses de víctimas –ideal para los perdedores-, argumentando que el poder de la mayoría(s) la tiene cogida con ellos. La incentivación a mantenernos burros, lo suficientemente ignorantes como para que un descarado con gorra chavista intente vendernos –cash-, el acceso a los servicios de las Misiones.

Las polémicas inútiles, desgastantes, entre nosotros “que si son garzas, o si son pingüinos”, mientras ellos mueven el piso debajo de nuestros pies. Y la vigilancia de los servicios angloestadounidenses que se valen del relajo que esa ultraderecha, que los adora, arma para réquetevigilarnos mejor a la espera del momento en que “la estén peinando” para mandarnos un misilazo.

Así de “sencilla”, más o menos, están las cosas. Nada de democracia efectiva, popular empoderada; para eso está su poder. Kerry anda dando vueltas por América del Sur, no de parte de Obama, sino enviado por la ultraderecha yanqui (bipartidista) a ver cómo puede aflojar la integración latinoamericana materializada por Chávez. Hay que recordar que el imperialismo no tiene memoria histórica.

Es imprescindible escarbar en la sociedad; históricamente nos hemos acostado a dormir y al día siguiente despertamos en medio de una ocupación militar.

Y todo empieza con la escondedera del jabón, el arroz, la pasta de dientes y la harina. Es imprescindible expropiar lo que queda del “grifo” económico de la ultraderecha, hacia la propiedad popular sobre los medios indispensables de producción y servicios. Hacer coherentemente revolucionaria a la interacción entre democracia y poder. Reiteramos es un lío histórico. ¿De dónde salieron las maderas preciosas que sirvieron para levantar el Palacio de la Moncloa y techar al paternalismo idiota y servil del rey Juanito? ¿Por qué en el norte dicen, que deben rescatar el petróleo venezolano, que es de ellos de la boca del pozo para arriba? ¿La democracia es de ellos?

No existe democracia en abstracto. Tampoco el poder ídem.  

Desde el litoral oeste de La Habana socialista, bolivariana, martiana y chavista.
14/08/2013




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