viernes, 9 de agosto de 2013

Los "millones" y las "millonas" de Nicolás Maduro



Por José Eleazar Padrón G.

No habían pasado ni cinco minutos del lapsus linguae del Presidente Maduro en su discurso de ayer en la tarde cuando ya en las redes cibernáuticas aparecía todo tipo de referencias a ese desliz. Maduro dijo textualmente que “hoy tenemos millones y millonas de Bolívar” para hacer referencia a los éxitos de los venezolanos en diferentes áreas de la actividad humana y cultural. Solamente en Google aparecían 130 entradas al respecto, cuando el Presidente todavía no había terminado su discurso (pulsa aquí si quieres ver en video la cita).

Hay dos explicaciones a este lapsus: una inocente y trivial y otra significativa y relevante. Unas dos o tres capas sucesivas por debajo de esta última, hay otras explicaciones que me gustaría comentar. Eso es lo que me motiva a escribir esta nota.
Una primera explicación es que sólo se trató de un error fonético en el que simplemente cambió, sin querer, una vocal por otra, una ‘A’ por una ‘E’, cuando lo que tenía en mente era enfatizar la cantidad de venezolanos sobresalientes mediante el recurso de repetir la palabra: quería decir “millones y millones”, pero a última hora un desliz neurológico le hizo cambiar eso por “millones y millonas”.

A cualquiera le ocurre que, al hablar, cambia un fonema por otro o toda una cadena fonética por otra. Es el caso célebre de aquel  congresista peruano que, al momento de su juramentación, dijo “juro por Dios y por la Plata” (¿qué tenía en mente, la Patria o los beneficios personales del cargo?). No menos célebre es el caso del español Rodríguez Zapatero, cuando declaró que “Hemos hecho un acuerdo para estimular, para favorecer, para follar ese turismo” (¿qué tenía en mente, apoyar el turismo o fornicárselo?). En estos dos casos es un lapsus fonético, pero que se asocia a elementos semánticos, en el sentido de Freud, generando sospechas de intenciones pragmáticas. Y, tal vez, el caso reciente más escandaloso de todos, que no sólo se vincula con elementos semánticos y con  intenciones pragmáticas sino, además, con toda una actitud lunática e irresponsable, es el del español Mariano Rajoy, cuando notificó sus condolencias a los familiares de las víctimas del descarrilamiento del tren en Galicia, hace unas dos semanas, diciendo “Quiero transmitir mi más sentido pésame por la pérdida de vidas humanas y cuantiosos daños materiales que ha traído el terremoto que ha tenido lugar esta madrugada en Gansu”.

Bueno, sobran los ejemplos, así que volvamos a las millonas de Maduro.

Si fue un lapsus fonético o una falla neurológica no asociada a ningún elemento semántico ni pragmático (o sea, algo totalmente casual, no freudiano), entonces no hay más nada que decir y el tema queda aquí mismo agotado: no hay comentarios de interés. Simplemente, dejemos de preguntarnos qué ocurrió en la mente de Maduro en ese momento o qué nódulos semánticos de su red cognitiva se activaron en ese momento para hacerle cambiar un fonema por otro. Casualidad…, y ya.
Pero hay una segunda explicación, que también resulta plausible, debajo de la cual hay una primera capa subyacente y luego otra (inobservables). Mi hipótesis está en la posibilidad de que el lapsus se haya debido, en el nivel pragmático, a sus incontenibles deseos de parecerse a Chávez o de ser visto como Chávez.  Y, dado que Chávez inauguró en Latinoamérica la sintaxis redundante de la eliminación del género neutro y del género común sobre la base de una semántica de igualdad hombre-mujer vinculada a una pragmática de inclusión social (confundiendo género con sexo), entonces Maduro, ya domesticado en esa sintaxis del tipo “las venezolanas y los venezolanos”, “los docentes y las docentes”, “los indígenas y las indígenas”…, etc., inconsciente e irreflexivamente asoció esa sintaxis a la cantidad de venezolanos, en este caso a la palabra “millones”. Entonces, bajo la pauta de que la palabra “millones” excluía a las mujeres, voló hasta añadir la expresión “millonas”. O sea, en la mente de Maduro, para ese instante,  “millones” se refiere sólo a los hombres y, para evitar discriminaciones de género, se sintió obligado a añadirle una palabra que representara a las mujeres: millonas.

Vamos a otra capa subyacente, más profunda que la anterior. Maduro no sabe ni un ápice de gramática, por lo visto. Pero no me refiero a una experticia lingüística o académica. El no saber gramática equivale a carecer de una mente lógica. Maduro simplemente quiso imitar a Chávez o quiso aprovecharse de su imagen y, por eso, pretendió hablar como él, mostrando la misma incompetencia lingüística-lógica, de Chávez. La diferencia es que los errores lingüísticos y lógicos de Chávez pasaron por alto, mientras que los de Maduro sobresalieron. Examinemos esto desde el principio y vayamos por partes.
Una de las estrategias fundamentales de Chávez fue utilizar el discurso (el lenguaje, la comunicación, el habla…, o como quieran llamarlo) para diseñar mundos ficticios, para aparentar realidades inexistentes, para hacer ver y hacer creer…., todo encaminado a convencer.

Fue así como el chavismo inventó frases o expresiones que contradicen la lingüística y la lógica, que revelan una enorme ignorancia de los usos del lenguaje y de las conceptuaciones cognitivas. Veamos estas tres estrategias:
i) La exaltación de la emotividad: se trata de llegar al corazón de las personas no a través del cerebro ni del razonamiento, sino a través de la afectividad, de los sentimientos y de las emociones. Hay muchos ejemplos y evidencias de esto, pero el más representativo es el lema “Socialismo, Patria o Muerte”. Ocurre que aquí figuran tres conceptos no divergentes, no exclusivos. Si alguien te dice “escoge entre morir ahorcado, morir fusiladoo morir envenenado”, entonces tienes tres opciones divergentes. Pero entre “Socialismo” y “Patria”, asumidos como dos conjuntos matemáticos, no existe DISYUNCIÓN, sino conjunción o intersección, a diferencia de “ahorcado” y “fusilado” o “envenenado”.  Esa expresión fue una imposición del propio Chávez, demostrando su incompetencia lógico-lingüística. Finalmente, gracias a no sé quién y después de muchos años, Chávez se convenció del error conceptual implícito y entonces cambiaron a la expresión “Patria socialista o Muerte”. Corrigieron, finalmente, llegando a dos conjuntos disjuntos. Claro, sólo corrigieron el error lógico de ese lema, pero no corrigieron la tendencia a ganar adeptos mediante el uso del discurso emotivo y encendido. Brillan por su ausencia los razonamientos claros, las argumentaciones serenas y los mecanismos de la racionalidad.

ii)  La confusión del Género lingüístico con el Género sexual: Chávez siempre creyó que todas las palabras, en todos los casos, discriminaban entre hombres y mujeres. Pensó que el sexo estaba presente en el género lingüístico, de modo que toda palabra femenina se refería a las mujeres y toda palabra masculina se refería a los hombres. Entonces decidió que, partiendo del Lenguaje, había que establecer la inclusión de género (entendiendo “género” por “sexo”). No se le ocurrió que hay expresiones de género neutro y otras de género común. Por ejemplo, si decimos “los estudiantes son exigentes” no nos estamos refiriendo sólo a los varones, sino también a las hembras. Si decimos “los músicos constituyen una clase privilegiada”, no nos estamos refiriendo sólo a los hombres dedicados a la música sino también a las mujeres. Es absurdo decir “los músicos y las músicas constituyen una clase privilegiada”. Peor todavía sería “los músicos y las músicos”. Cuando aquel antiguo filósofo dijo que “el hombre es un animal racional”, no estaba excluyendo a las mujeres y refiriéndose sólo a los hombres (aunque algún machista lo interprete de modo diferente). Se refería a la clase universal de los seres humanos. Por cierto, cuando decimos “el ser humano” o “los seres humanos” tampoco estamos excluyendo a las mujeres. Sería absurdo decir “los seres humanos y las seres humanas”.  También sería absurdo que Aristóteles hubiera dicho que “el hombre y la mujer son seres racionales”. Peor todavía habría sido si hubiera dicho “el hombre y la mujer son seres humanos y seres humanas”. ¿Por qué habría sido absurdo todo esto? Sencillamente porque en esos contextos “el hombre” y “el ser humano” corresponden a un género común, no a un sexo en particular. Hay otra razón, basada en una célebre ley del lenguaje, que orienta también la lingüística evolutiva: es la ley de la economía, según la cual el hablante maximiza la eficiencia y, por tanto, busca lograr sus objetivos discursivos con la mínima inversión de esfuerzos. Se trata de decir lo que hay que decir ahorrando palabras y circunloquios (precisamente, uno de los pecados del cantinflerismo tipo Edgar Morin es la sobreabundancia de palabras, los rodeos interminables y los adornos del lenguaje; todo  cantinflerismo es anti-económico, igual que el discurso chavista típico).  Esta ley de la economía se revela especialmente en el lenguaje escrito y en los mensajes de texto. Es por eso por lo que sustituimos “que” por la letra “q” o la palabra “por” por la letra “x”. En inglés, la gente no suele escribir “you”, sino “u” ni tampoco “from Caracas to Miami” sino “from Caracas 2 Miami” o “4U” en lugar de “for you”. Sería interminable la lista de ejemplos que evidencian la ley de la economía del lenguaje. El colmo de esta redundancia del discurso típico chavista es un enorme letrero escrito en cerámica, en una pared de la vía de entrada a Catia, que dice algo parecido a lo siguiente: “los habitantes de Catia y las habitantes de Catia cuidan su comunidad”. Sobran cinco palabras, que representan un aumento en el costo de esa decoración. Toda una muestra de despilfarro lingüístico y ornamental. Toda una muestra de anti-economía. Aparte de eso, está implícita la absurda creencia de que el género masculino en la expresión “los habitantes” se corresponde única y estrictamente con el sexo masculino.

iii) Los eufemismos: otro recurso típico del discurso chavista es sustituir sistemáticamente palabras realistas por palabras idealistas, palabras ordinarias por palabras excepcionales. Ya la gente no debe decirle a su pareja cosas como “mi negritolindo” sino “mi afrodescendiente lindo”. Por cierto, siempre me he preguntado si  toda persona de piel oscura es necesariamente descendiente de africanos. También me he preguntado cómo sustituiríamos la clasificación racial entre negros y blancos. Si admitimos el criterio de la descendencia, habría que hablar de “afrodescendientes, europeodescendientes, asiáticodescendientes, indígenadescendientes”, etc. Lo que quiero decir es que “negro” corresponde a un criterio de color de piel, mientras que “afrodescendiente” corresponde a un criterio geográfico. 

Otros eufemismos son “privados de libertad” en lugar de “presos”, “primera combatiente” en lugar de “primera dama”, “personas de tercera edad” en lugar de “viejos”, “establecimiento penitenciario” en lugar de “cárcel”… En fin, se justifica el empleo de eufemismos cuando el uso de una palabra ordinaria resulta peyorativa y cuando, por tanto, atenta contra los derechos de una persona. Por ejemplo, estuvo bien que los psicólogos y psiquiatras hayan sustituido las palabras “idiota”, “imbécil”, “cretino”, retrasado”… por expresiones del tipo “discapacitado”, “persona con capacidades especiales”, etc. También ha estado bien, en mi opinión, haber sustituido las palabras “marico”, “cachapera”, etc. por otras como “homosexual”, “gay”, “sexualmente difuso”, etc. Creo que en casos como esos las palabras ordinarias atentan contra las personas y creo que no se trata de eufemismos sino de impedir las agresiones verbales que suelen asociarse a agresiones físicas y psicológicas. Pero el caso de los eufemismos chavistas tiene varios defectos: uno es la exageración (por ejemplo, “negro” y “viejo” no son necesariamente términos peyorativos ni despectivos). Otro defecto, el principal y más grave de todos, es que no sirve de nada cambiar una palabra fea por una palabra bonita si no cambiamos el punto de vista o la mentalidad de las personas en materia de prejuicios y de valoraciones humanas. No es importante llamar, por ejemplo, “afrodescendiente” a un negro, sino considerar a los negros como hermanos, con los mismos derechos y las mismas características que nosotros. De nada sirve hablar de “personas de la tercera edad” cuando en la práctica despreciamos a los viejos, cuando actuamos como si los ancianos y mayores fueran una lacra o desperdicio. 

Esto es sencillamente una hipocresía. El ejemplo más claro lo tenemos en los aumentos salariales que el mes pasado hizo el gobierno a los profesores, empleados y obreros universitarios: aparte de irrespetar miles de cosas, excluyeron en buena medida a los universitarios jubilados. ¿De qué sirve que nos llamen “personas de la tercera edad” cuando no nos aumentan equitativamente los beneficios económicos? Yo, personalmente, preferiría que me siguieran llamando “viejo”, “anciano” o, incluso, “decrépito”, pero que me aumentaran mi salario igual que a cualquier joven. ¿De qué sirve que hablen de “privados de libertad” cuando los “establecimientos penitenciarios” son verdaderos infiernos o cuando se pasan años esperando por un juicio o una sentencia? Son eufemismos vacíos. El tercer defecto es que los eufemismos no consideran los sistemas de prejuicios que existen en la sociedad. Creen que sólo se trata de una que otra palabra peyorativa, cuando en realidad se trata de todo un sistema global de prejuicios. Por ejemplo, ¿por qué los chavistas no construyeron un eufemismo para el término “prostituta”, por ejemplo? ¿O para el término “drogadicto”? 

Sencillamente, excluyeron aquellos prejuicios de los cuales también el chavismo es víctima. Es decir, no se atacó globalmente el universo de prejuicios sociales ni se consideró que es ese universo el principal factor de exclusiones, discriminaciones y agresiones.  El cuarto defecto, válido para todo eufemismo vacío, es que, con el paso del tiempo, todo eufemismo se va degenerando en expresión ordinaria. Hoy en día, por ejemplo, las expresiones “discapacitado” o “persona con necesidades especiales”, que hace dos décadas eran eufemismos o expresiones enaltecedoras, hoy en día comienzan a convertirse en expresiones peyorativas. ¿Por qué? Porque el cambio de palabras no estuvo acompañado de un cambio de actitud o de valoraciones. Porque fueron eufemismos vacíos.

Y con esto de los eufemismos vacíos concluyo mi explicación subyacente más profunda del lapsus de Nicolás Maduro: nuestro presidente cayó en un error que es consecuencia de la confusión del género lingüístico con el género sexual (punto ii, arriba). Pensó que “millones” sólo se refería a los hombres y, para evitar la discriminación de la mujer, añadió “millonas”, palabra que no existe ni sería válida. Pero este error pertenece al conjunto total del típico discurso chavista, donde también están las emotividades desbordadas y los eufemismos. Pero, a su vez, y tocando fondo, finalmente, este discurso chavista, caracterizado por los rasgos i, ii y iii de arriba, es integralmente vacío: los significados y las ideas sólo existen en el universo de las palabras y del discurso, jamás pasan a la realidad. En el mundo de la realidad sólo tenemos ineficiencia, retraso, corrupción y malestar, siempre en espiral creciente. El chavismo pretende construir mundos bellos con palabras, sólo con palabras. Pretende mantener y ganar adeptos sólo con esas tres estrategias discursivas básicas que mencioné antes. La realidad oscura va por un lado y el discurso hermoso va por otro lado. Esa es, muy en el fondo, desde mi punto de vista, la explicación a los “millones y millonas” de Maduro ayer en la tarde.

Como siempre he dicho, estamos entre la espada y la pared, en el callejón sin salida frente a una derecha populista y una derecha oligárquica. Y lo peor de la primera de éstas es que sepultará para siempre las esperanzas de una verdadera izquierda en Latinoamérica. Se llaman a sí mismos “socialistas” o “gobiernos de izquierda”, cuando en la práctica no hay acceso a la salud, no hay producción de bienes y servicios, no hay desarrollo agroindustrial y cuando la economía parasitaria y sanguijuela sólo vive de devaluaciones, de control de cambio y de impuestos, cuando la inflación se hace incontrolable y la corrupción imita los mismos niveles de los gobiernos anteriores… Insistir en que ese modelo ineficiente es socialismo y gritar a voz en cuello que es un gobierno de izquierda eso sólo conduce a que las personas lleguen a odiar el verdadero socialismo y las posiciones de auténtica izquierda. Sólo lleva a que jamás en el futuro, de aquí en adelante, nuestros pueblos decidan orientarse hacia un modelo de bienestar y progreso, como es el modelo socialista genuino. Es el peor de todos los daños que nos ha hecho el chavismo.


2 comentarios:

  1. Muy buen artículo. En apariencia pareciese que ese error lógico-lingüístico de Maduro no desplegara otras realidades.

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  2. Con la muerte de Chávez olvídense, lo que yo siempre creía que fue una "etapa de transición" hacia un modelo económico más equitativo, justo que no necesariamente( creía) se convertíria en un socialismo como tal sino igual o parecido al de los paises nórdicos con el mismo tiempo, trabajo y dedicación que Chávez le daba a sus discursos, todo eso a muerto con él, es como empezar de cero, es como cuando Juan Domingo Perón murió, pregúntenle a culquier Argentino anciano que fue despues de argentina despues de la ida de Perón, el peronismo discursivo por un lado y los ideales de Perón por otro, eso nos está pasando ahora mismo... Saludos, Que buen articulo.

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