martes, 27 de agosto de 2013

Diana, una victoria y el silencio del Sistema Nacional de Medios Públicos



El telón que se pretendía bajar para los trabajadores de DIANA fue hecho rasgado, parecía que se podía cometer un atropello contra l@s trabajador@s que desde hace un lustro vienen haciendo que la industria alimentaria venezolana se lubrique.

Como en una puesta en escena los medios “públicos” o sea los medios del gobierno guardaron silencio, los medios de Valencia los impresos callaban o intoxicaban con noticias que no tenían que ver con el caso más emblemático que se estuvo viviendo en la región.

Y como el once, doce y trece de abril se jugaba a no decir nada a pesar de estar en juego la producción de aceites, grasas y derivados comestibles del país, sólo la palabra de su “excelencia” Osorio era tomada en cuenta y se trataba de convertir a esquiroles en héroes de una empresa donde los trabajadores son su activo más importante. L@s trabajador@s como en las peores épocas del Puntofijismo estuvieron fuera del aire y al igual que en el caso Sabino y Conrado la palabra fue clausurada, si la palabra que defiende la causa de los parias de la tierra se silenciaba en la pantalla, en la radio y en la prensa impresa del “sistema nacional de medios públicos” o sea del gobierno.

La victoria así fue doble por un lado se demostró que los trabajadores podían y debían asumir las riendas del patrimonio de la republica en este caso DIANA y por otro lado los medios comunitarios daban una hermosa batalla en contra de un silencio decretado por las cúpulas. La dirigencia se volvió un fenómeno colectivo y la participación de las comunidades transformo y nos transformo en lo que nunca hemos dejado de ser trabajadores y defensores de los nuestros, de nuestra clase y de nuestros derechos como pueblo de poder decidir hacia dónde va y para quien es la producción.

Los medios no oficiales y tampoco los del gran capital comentaron, informaron, analizaron el valor del conflicto que se presentaba y solo las ventanas de muchos modestos espacios de la red, de radios comunitarias, de la propia radio que funciona en las instalaciones de DIANA informaron y nos daban luces acerca de lo que acontecía.

Me comuniqué unas veinte o treinta veces con mi amigo Antonio Rodríguez, hoy trabajador de esa empresa, y lo pude escuchar como en sus mejores tiempos de estudiante universitario denunciando el acoso laboral, la persecución y la mentira a que fueron y eran sometidos desde diferentes espacios de poder, el silencio cómplice de nuestros “representantes” ante las instancias legislativas, ejecutivas y judiciales y su “no intervención” en una realidad donde una derrota se convertiría en una derrota de toda la clase trabajadora del país y del legado del pueblo y de Chávez, y de Chávez como hijo del pueblo, hijo de trabajadores.
Sabíamos o al menos intuíamos que se podía esperar poco y que la palabra “disciplina” sería utilizada como muletilla para no dar la cara por los nuestros , por los que llevan el pan a nuestra mesa y es que “si la patria es el hombre” como diría el padre cantor Ali Primera, la empresa DIANA es parte de la patria y a ella se debe y pertenece y quien mejor que sus trabajador@s para defender, proteger y respetar el lugar donde laboran, discuten, razonan, producen para todos y por ellos claro está.

Los medios comunitarios avanzaron creo que como nunca antes a veces sometidos al escarnio y otras veces sometidos al chantaje o al corrillo mal intencionado, lo cierto es que de nada valió el intento de silenciar el ruido que los trabajadores de todas partes hacían en contra de un patrón que desconoce la opinión de los que están allí.


Lo cierto es que una vez más los medios verdaderamente públicos y no los medios del gobierno confrontaron el silencio decretado, el cerco mediático quedo hecho añicos y Mendoza y sus aliados de medio pelo se quedaron con las manos vacías, pero debemos estar alertas, el silencio ante las luchas de los trabajadores, el no tomar partido frente a la omisión de algún@s debe ser roto. Por ahí está la palabra no basta con protegerla debemos darle uso cuantas veces sea necesario.

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