Por Emilio Farrera
1.
Pensar que es posible derrotar al capitalismo vivo con un socialismo
de academia, que con frases hechas y llamados a la
conciencia pretender transformar la realidad sin demostrar en la práctica
cotidiana, los beneficios reales que promueve el socialismo como sistema de
vida.
2.
Pretender derrocar un sistema sin crear otro capaz de demostrar su
superioridad y capacidad para dar respuesta a las necesidades de la población, caso que vemos cotidianamente en lo concerniente a la seguridad
alimentaria. Mercal y PDVAL son la imagen más clara del desabastecimiento, y no
han logrado convertirse en verdaderos y eficientes sistemas de distribución,
capaces de competir contra los sistemas de distribución capitalistas a pesar
del músculo que aporta PDVSA. Los operativos de Mercal y PDVAL no logran
desdibujar la sensación de abandono y escasez cotidiana que vive el pueblo y
sólo son percibidos como emergentes y extraordinarios, y se requiere de
permanencia ordinaria. Esto habla muy mal del Ministro.
3.
Pensar que una guerra se gana denunciando y quejándose de las
acciones del enemigo; ellos balas para acá y el
gobierno, quejas y amenazas. Atacan con desabastecimiento y nos quejamos sin
proponer salidas reales que logren impedir los efectos de sus acciones; y lo
peor es que la gente siente que la culpa del desabastecimiento y el costo exagerado
de los productos la tiene el gobierno. Y
pareciera que tienen razón, un gobierno que se queja porque el enemigo hace el
indigno y macabro trabajo de crear una situación insoportable para derrocarlo y
no hace nada por impedirlo, es culpable por omisión e incapacidad. Son
necesarias acciones extraordinarias, contundentes e inmediatas. Tratemos el hoy
como se trató la crisis del golpe de estado y el paro petrolero. Inundemos el
país con productos importados desde países amigos, hasta llevar a los “comerciantes”
a la quiebra o al acuerdo, pero no le dejemos a ellos la
distribución de lo importado, hagamos un verdadero sistema de distribución
permanente. Podemos si redimensionamos Mercal y
PDVAL.
4.
No entender que la guerra mediática se enfrenta con guerra mediática, con una campaña inteligente y permanente a través de todos los
medios, capaz de modificar la percepción negativa que se pretende crear con la
manipulación de elementos emocionales en la población, apoyándose en
situaciones creadas para tal fin (Desabastecimiento, precios exagerados,
delincuencia, etc.).
Mientras dejemos esta guerra en manos de académicos que hacen grandes análisis
semánticos y semióticos de la propaganda enemiga sin proponer y mucho menos
ejecutar acciones que las contrarresten, la posibilidad de derrota estará
asegurada. La nuestra.
Es obligatorio reanimar y redimensionar el SIBCI a fin de dedicarlo al combate
mediático de manera orgánica y eficiente, Convertirlo en un gran ejército de
propagandistas con recursos y tecnología a la par del enemigo.
5.
Mantener ministerios como los de educación y cultura bajo las
lógicas conceptuales de la burguesía, sin entender
que estos son aparatos ideológicos que servirán a una u otra clase según las
lógicas con las que se realice su acción. Entidades que se mantienen con los
mismos métodos y conceptos con los que han existido, poco aportan a la
construcción de una sociedad que antagoniza con la existente. “No se puede
construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo” decía el Che
Guevara.
Vemos como la práctica educativa sigue siendo dicotómica, fragmentaria y
descontextualizada; por mucha Canaimita que le den a los muchachos. Y en el
ámbito cultural, seguimos emparentando cultura con arte, y no como acción
cotidiana de los pueblos –hacedor de cultura –y oímos hablar de “cultores”,
“acto cultural” para referirse a un simple acto artístico, que tiene una gran
importancia en la generación de saber, emocionalidad positiva y sensibilidad
social, pero que no es la cultura sino que forma parte de ella.
Que importante y beneficioso a la revolución sería un ministerio de la cultura
dedicado a crear las bases de una cultura del socialismo, fomentando en la
comunidad valores de solidaridad, compromiso social, bien común, cultura de
participación y comunicación comunitaria; en fin, Formando con y desde la
comunidad, cultura comunal hacia la construcción de la comuna. Las artes
podrían estar en un viceministerio de las artes y los oficios.
6.
Dejar que la lucha contra la corrupción se convierta en mero acto
declarativo sin mayor contundencia, y que la
corrupción siga destruyendo las instituciones, la moral pública y la
credibilidad en la revolución. Esta plaga cultural del capitalismo debe ser
atacada no sólo punitivamente, sino también culturalmente, y ese debería ser otro
de los objetivos del Ministerio de la Cultura.
La corrupción y la ganancia máxima por cualquier medio son elementos culturales
idénticos, de un mismo signo, son fenómenos emparentados al capital, formando
parte de sus lógicas. Un corrupto y un comerciante o industrial que trafica con
las necesidades humanas para obtener un máximo beneficio, están hermanados, se
corresponden en sus lógicas inmorales, sólo las diferencia la supuesta
legalidad de una y la ilegalidad de la otra.
7.
Dedicar recursos y esfuerzos en formar una milicia para una guerra
por venir, mientras perdemos la guerra que vivimos;
sin pensar que la primera guerra que se pierde o se gana es la mediática, las
otras estarán perdidas, ya que los fusiles del pueblo apuntarán al pueblo y el
enemigo será visto como el salvador.
Prepararnos para la lucha y abandonar las
ilusiones para hacer la revolución Socialista, Chavista y Bolivariana.
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