viernes, 10 de enero de 2014

Acerca de quién “parte el bacalao”. El consenso para qué ¿para dominar sobre los otros?



  Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez

"El ideal marxista de la extinción del Estado no imagina un mundo sin Estado, sino un Estado que sea la articulación política de la sociedad. Es un Estado que se ha fortificado en los poderes sociales. Al socializarse el poder, el consenso pierde el sentido de objeto de culto que tiene en la teoría política occidental, pues lo fundamental no es el consenso sino la participación en la elaboración de la política y en el control sobre ella: esto es, la expansión permanente del régimen político de la ciudadanía bajo condiciones socialistas."

                                  Julio César Guanche.


Una incidental. Moreno Fraginals aportó a la historiografía cubana y de Nuestramérica un ensayo esencial para el estudio de la dominación capitalista, partiendo de un análisis crítico de la sociedad esclavista: El Ingenio, que, por cierto, exige mucha más difusión y estudio. Allí el prestigioso investigador rescata un término salido de la cotidianidad de las dotaciones de esclavos: el que parte, o pica, el bacalao, que designaba al individuo casi siempre esclavo, que tenía la misión asignada por el esclavista de repartir las raciones de comida entre la dotación. En un mundo de insoportable promiscuidad y esclavitud carcelaria, repartir las magras raciones de comida implicaba un porciento no despreciable de poder de un sometido o vencido, sobre los otros semejantes. El término pasó a la acumulación cultural –que no es selectiva[1]-, cubana. Servir de intermediario entre el poder (la dominación) y los sometidos, equivale a una porción, aun si exigua, de ese poder; a un consenso.


Recordemos a la hegemonía desde la perspectiva de Gramsci: es un equilibrio entre fuerza y consenso.

Precario, inseguro y breve como un armisticio, pero superioridad sobre los otros. En este caso mediante el control sobre algo indispensable a la sobrevivencia como lo es la comida. El que parte el bacalao, no manda sobre libertad alguna; ni siquiera sobre la suya, pero puede decidir sobre quién vive más o vive menos tiempo, quién se alimenta y quién no.

Cinco siglos después, bajo la hegemonía capitalista angloestadounidense, un modo de dominación secular, que no fue inventado por los yanquis es utilizado hasta la sofisticación por ellos; hasta el punto de invisibilizar, si es menester, al designado para partir o picar el bacalao. En un mundo donde se produce suficiente “bacalao” con que eliminar la hambruna -si esa producción no contribuyese al acopio parásito de plusvalía en función de esa acumulación social autónoma de la que habló Chesnais[2]-, sencillamente  la comida la incineran, la botan al mar o la “desaparecen” en dirección hacia otro punto útil para dicho acopio. El consenso global impuesto por esa hegemonía imperialista, incluye a la pasividad y la tolerancia de la hambruna –no el hambre, que puede ser circunstancial y durar relativamente poco-, que es concomitante, que desgasta y posee fluctuaciones que llevan a una perenne desesperación psíquica en el desamparo social. Es la misma hambruna que factura un pueblo de obesos por malnutrición, o de famélicos por desnutrición.   

Casualmente, a estas horas Evo Morales, Presidente de la República Plurinacional de Bolivia, en el acto de asunción pro-témpore de este país al frente del Grupo de los 77 + China, en la sede de la ONU, vapulea a la “prestidigitación” imperialista de la comida, cuando las transnacionales capitalista y ciertas organizaciones “no gubernamentales”, poseen la misión de “picar el bacalao” en representación de la plutocracia global. Es posible que la quinua esté en riesgo, si demuestra que su producción y comercialización pueden servir a esa potencia social autónoma en que ha devenido el capital.

¿Cuál es la relación entre la “jama”, el condumio, y el consenso impuesto por la hegemonía capitalista?

Dicho consenso establece que, si se está en contra del “excepcionalismo” angloestadounidense y sus intereses imperialistas, se pasará hambruna. Fuera del consenso capitalista se estaría en medio de un desierto saturado de vidrieras abarrotadas de mercancías; espejismos a los que se les pasaría la lengua del lado de afuera de ese consenso. Tales lameos –no confundirlo con los chistes idiotas del cubano-miamense Álvarez Guedes-, pueden facturarse a modo de “cosas”. Estando quienes “parten el bacalao” del lado de adentro del consenso burgués, pueden, autorización previa, tirar al desierto a través de esas vidrieras espejismo, “cosas” “equivocadas”. Un freezer, un televisor pantalla plana, un par de zapatillas de marca, un hit musical de la moda pop, una celebridad farandulera del “timguareo” popular, un pulovito con símbolo “americano” impreso, una telenovela rosa, alguna piedrecita de “crack”, ambrosías de la moda femenina en la nocturnidad eterna del capitalismo, que usan aquí las mujeres comunes y corrientes, a cualquier hora del día, en homenaje a la patrimonialidad machista heredada del liberalismo burgués[3]; confituras endulzadas con ciclamato, una deliciosa hamburguesa confeccionada con carne de animal indescifrable, algún que otro latón de desperdicios abarrotado de restos de comidas; y convocatorias. Muchas convocatorias a la violencia con que enganchar en el aire todo lo que lancen desde adentro de ese consenso.   

Los organismos internacionales y reuniones selectas de la plutocracia global regente deciden si “te doy, o no te doy” algo que no nos haga falta para el acopio de capital. Y como vadeamos una época extensa e intensa de crisis, casi siempre sólo “regalan” promesas si uno cambia y se somete al consenso. Frecuentemente quienes pican el bacalao son sustituidos por otros, a veces peores, incluso algunos que huyeron del desierto.  

En esta era de digitalización y supra-simbolización tecnológica capitalista, la repartición del bacalao puede regularmente ser virtual. Por esa razón, quienes se pasan al interior del consenso, en no pocas ocasiones ni siquiera viven físicamente allí, ni distribuyen o pican algo real. Sino que tratan de desguazar las alternativas contra el sometimiento al consenso imperialista. Son “picadores del bacalao virtual” –asignados o autoasignados-que se especializan en promover la desconfianza contra esas alternativas, en pintar paisajes de desolación para que sean consumidos del lado de afuera del consenso imperialista. En criticar al “poder del Estado fallido” que se erija al margen del consenso. En deslegitimar al pueblo políticamente organizado que establezca una relación de empoderamiento, en democracia soberana, con un Estado fortificado en los poderes sociales. Es decir, cuando no es el fruto del consenso entre Estados burgueses, protectores de la acumulación parasitaria capitalista. Esos “picadores del bacalao virtual” van adquiriendo cada vez más importancia, cuando ese acopio imperialista tiene menos disposición para desengarrotarse. Y dar “algo” de lo que le esquilmó a las mayorías que mantiene en el desierto del no consenso.

Los peores “picadores del bacalao virtual”, no están físicamente dentro del núcleo del consenso; sino en tarimas de la parte de afuera coincidiendo con las hendijas por las que se puede desertar de esas alternativas al consenso imperialista. La fortaleza esencial que aún conserva la hegemonía imperialista, está en ser dueña absoluta y “abstracta” del esquilme y la exclusión globales; propietaria de la hambruna de los otros en mayoría.

Mientras dentro de esas mayorías haya gentes que se “atrabanquen” los unos contra los otros por ser más, o menos oscuros de piel, por confirmar una euro-descendencia que les alivie de la exclusión, por aplastar al de al lado en busca del “éxito” personal, por tratar de “mandar” sobre su vecino también hambriento, por huir desesperadamente del desierto hacia ningún sitio que lo salve; por deslastrarse de otros con los que podría empoderarse y desmantelar al desierto y al consenso imperialista mismo. Y sobre todo, por su ferviente participación en la “arrebatiña” cruenta de unos contra los otros, por fildear como en las Grandes Ligas alguna “cosa” de las que tiren al desierto desde el núcleo del consenso imperialista. Y por malversarle al otro o los otros, lo que les toca de la distribución, lo más equitativa posible, dentro de las alternativas a ese consenso imperialista, seguiremos sometidos, pero excluidos de consenso alguno.

Los Estados imperialistas que forman parte del consenso de marras, acusan fervientemente a las alternativas contra el capitalismo de injusticia y de aplicar políticas fallidas, de inhumanidad, de indigencia civilizatoria. Lo revolucionario debe limitarse al progreso tecnológico y tecnocrático dentro de las normas del consenso imperialista.

Así es que el problema de consenso no es un asunto de Estado; ni siquiera del estado de preñez.  Es un problema político de socialización del poder a reproducir a través del pueblo políticamente organizado, sobre el Estado. “Al socializarse el poder, el consenso pierde el sentido de objeto de culto [para controlar, por ejemplo, el acceso a la comida; quién come y quién no, quién vive y quién no] que tiene en la teoría política occidental, pues lo fundamental no es el consenso sino la participación en la elaboración de la política y en el control sobre ella.” Es la expansión permanente del régimen político –el pueblo políticamente organizado y empoderado-; de la ciudadanía bajo condiciones socialistas.

La dominación imperialista excluye a las mayorías; ya hasta en los sueños del capitalismo temprano las había enviado al desierto de la exclusión fuera del consenso burgués. Todo parece, pero en realidad no es; parece que se está adentro mediante el consumismo, pero en realidad les está exprimiendo el kilo desde afuera. Parece que reparte algo de la plusvalía esquilmada a esas mayorías, pero solo invierte en el marketing de sus mercancías. Parece que aporta en ayudas humanitarias, pero en realidad práctica modos más sofisticados de genocidio. Paga a “hermosuras caprilescas” o “posadacarrilescas” u “obamescas”, para que les sirvan de “picadores del bacalao”, y terminen distribuyendo solo promesas y fotos digitales de suculentas cenas imperialistas, que ocultan la inseguridad social y las masacres.

Acusan al gobierno revolucionario de Cuba de matar a la gente de hambre y no desarticulan al acoso y a la guerra económico-política impuesta desde hace más de medio siglo contra un país pobre; a Evo Morales de incivilizado y productor de coca/ina, A Correa de “loco perverso”. Cercan a Venezuela bolivariana esperando que Maduro se limite a bajar los precios de la pacotilla, para ellos encontrar otro mecanismo con que volver a esconder la “jama” y continuar la desestabilización social, desmantelar a la revolución bolivariana y hacerse, nuevamente, dueños rentistas del petróleo de la boca del pozo para arriba y de la boca del pozo para abajo. ¡Cuidado, hermano Maduro Moros! “¡ni un tantico así!” No pueden permitir consenso posible dentro del ALBA o la CELAC. Esos consensos no sirven a los intereses del capital imperialista; entonces no son legítimos. Lo válido es que México le “done” su petróleo al Departamento de Defensa y al Complejo Militar Industrial de EE.UU.; que se fortalezca el tratado del Atlántico entre Perú, Chile, México y Colombia dentro del consenso imperialista, a ver si “jode” a la CELAC, cuando Cuba tiene la presidencia pro-témpore. Como decía la abuelita materna de mi esposa “ahora que la están peinando”.

La “disidencia fraternal” que padecemos debe caber en la democracia, pero no puede picar el bacalao con dinero y bajo protección del consenso imperialista, porque entonces deja de convertirse en disidencia y pasa a la ilegalidad contrarrevolucionaria. De esos aspirantes a “picadores” de cualquier cosa capitalista los tenemos profesionales con premios internacionales, sin premios ni locales; a “voluntarios de la Brigada Bondadosa”. Y a infelices malversadores que intentaron –simulando- escapar del desierto a donde el imperialismo destierra a las mayorías, robándole descaradamente a los de su misma situación social.

Alabado Moreno Fraginals, a pesar del “destino” que lo llevó a morir en Miami. Su obra quedó aquí sirviendo a la implementación de las alternativas que desmantelen al consenso imperialista de la hegemonía capitalista actual. Al margen del pueblo políticamente organizado y empoderado en democracia en su relación con, sobre el Estado, lo que resta no es más que ese desierto; que ni arena tiene ya debido a los daños del capitalismo contra la biosfera. Hace mucho que hasta lo más tontos de esas mayorías, históricamente excluídas, saben lo que no quieren. Un televisor pantalla plana ni un auto, se mastican. El ciudadano es el dueño del trabajo con que pagar su propia comida, su vida; sin intermediarios.


Desde el litoral oeste de la Habana, marxista, revolucionaria, martiana y bolivariana. 09/01/2014




[1] Asumimos lo dicho por Fernando Martínez Heredia para dilucidar el concepto de acumulación de lo cultural: «La cultura nacional alberga y expresa una riqueza de rasgos y elaboraciones propias, hechas con los más disímiles materiales y modos, por los más diversos grupos sociales, en depósitos sucesivos y simultáneos. Esa acumulación cultural es la que opera en cada época y en cada coyuntura; en ella se inscriben todos los aspectos y casos particulares, con sus complejos de relaciones e interacciones». Fernando Martínez Heredia, El corrimiento hacia el rojo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, p. 68. En: Víctor Andrés Gómez. Signo del prejuicio en un modelo de cultura: imagen versus semejanza. Revista TEMAS. no. 65: 85-93, enero-marzo de 2011. Pág. 85
[2] "El capitalismo tal como lo comprendo hoy en día. La comprensión del capitalismo supone primero caracterizarlo correctamente. El capitalismo no es simplemente un sistema desigual e injusto, un sistema marcado por disfuncionamientos, puesto que reposa en la propiedad privada y en una apropiación masiva de trabajo no pagado que adquiere principalmente la forma de una plusvalía que nace en la empresa capitalista. No se puede analizar tranquilamente las leyes de desarrollo y estudiar las contradicciones "a distancia", con un "objetivismo" económico que haga lo mismo que los economistas neoclásicos. El movimiento del capitalismo está ordenado por una potencia social particular, es decir, una gigantesca acumulación de dinero convertido en "capital" o que aspira a serlo. Esta potencia social tiene dos particularidades. Primero la de autonomizarse frente a la sociedad, alzarse frente a ella, a medida que se refuerza gracias a largas fases de acumulación ininterrumpidas (como la que se inició durante la Segunda guerra mundial). Y después, la de ser incapaz de concebir que su expansión pueda tener algún límite. François Chesnais. Un año después del crack bancario y financiero. Rebelión. Sección: Economía. 29-12-2009. http://www.rebelion.org/ 
[3] "Estamos tan metidos en nuestras vidas que no nos damos cuenta. En Alemania, alguien me dijo que en Cuba las mujeres se visten como prostitutas, y efectivamente, la ropa que se usa aquí, en aquellos lugares es de prostitutas. Pero en América Latina también lo es, o sea, la idea de la muchacha, de la profesional que sale con una minifalda no es lo normal. Aquí se ha producido una transformación efectiva de las relaciones eróticas y de los modelos de representación eróticos, y de la autorrepresentación de la persona desde el punto de vista del erotismo, mezclado con la tradición de un país, a mi juicio, en ocasiones asfixiantemente machista, en el cual este cambio que la Revolución propició va en paralelo, o está en continua colisión, con las mitologías que arrastramos del machismo criollo. No existe un «machistómetro» con el que medir esto, pero el nuestro es de una fuerza increíble." Víctor Fowler Calzado. En: El erotismo en la cultura. Panel de discusión realizado el 24 de abril de 2008, en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC. Revista TEMAS.

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