¿Cuánto vale la comunicación socialista?
Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez
Yelina Gómez Martínez
“La
tarea bolivariana, […] estriba en hacer conscientes a los ciudadanos de que se
emancipen de los poderes dominantes en la economía y en la cultura, de que
tomen conciencia de la necesidad de producir una comunicación basada
esencialmente, no en el valor de cambio capitalista, sino en el valor de uso
socialista, esto es, una comunicación cualitativa […]. En suma, aplicar
criterios de rentabilidad social y no sólo criterios de rentabilidad
financiera”
La sociedad
de la información contenida dentro de la guerra cultural
imperialista ha definido la directriz "academicista" burguesa de
discernir a la transmisión de información como la esencia de, o como toda la
comunicación.
La (r)evolución
tecnológica capitalista es la base teórica y práctica de la transmisión de
información. El poder imperialista impone la dominación comunicativa, contra la
información históricamente contextualizada para la materialización de un
proceso comunicativo. Todo queda en la pasividad de la recepción de ese flujo
de información sujeto a un modo de dominación, y a la tecnofilización de
la cultura como condición ineludible. El secuestro de todo lo
ajeno descansa en el refuerzo que esta concepción de la comunicación y la
cultura le aporta desde la guerra cultural imperialista.
Teniendo en
cuenta que el ideario bolivariano, desde la praxis política de Hugo Chávez
devino en una cultura vigente dentro del proceso emancipatorio
venezolano y latinoamericano contra la dominación imperialista; la cultura
bolivariana se ha convertido en el espacio de una cruenta lucha de clases donde
la hegemonía angloestadounidense intenta desmantelar al proceso, acudiendo a todos los recursos de esa llamada
“cuarta guerra” que se soporta en el control sobre los medios tecnológicos de
transmisión de información.
La “fabricación”
de referentes culturales, y el trastorno de los símbolos de la cultura
bolivariana, chavista, en función de deslegitimar a la emergencia de su
hegemonía, no solo alternativa, también diametralmente contraria a la
capitalista se despliega desde la plataforma latinoamericana y caribeña hacia
el resto del mundo. Todo lo que tiene que ver con el proceso político y la
cultura bolivariana debe ser acosado por mecanismos de sometimiento. Ahí es
donde pueden cotejarse acontecimientos recientes manipulados por los medios de
información –mal discernidos como de comunicación-, de propiedad o controlados
por las transnacionales que soportan a la globalización del sistema burgués,
para el acopio parasitario de plusvalía indispensable al sistema, en medio de
la agudización de una crisis (a partir del 2007) que no parece tener solución a
mediano plazo. La integración regional latinoamericana y caribeña, de la que el
ideario de Hugo Chávez fue (y es) el soporte esencial, sería el peor alivio
para dicha crisis.; que, curiosamente, experimenta un momento muy interesante
para la confirmación de las reales intenciones de la política angloestadounidense
y sus adláteres europeos. Lo referiremos a vuela pluma.
Con el caso Snowden,
la estructura de poder y dominación yanqui sufre una grieta que por cíclica
-recordar los casos anteriores de denuncias por parte de especialistas
(disidentes) anglonorteamericanos de la Inteligencia-, no deja de ser
paradigmática. En medio del despatarre provocado por las denuncias de que Obama
le vigila sus entrañas a todo el mundo (friends &
enemys) sentado en el inodoro de la Casa Blanca, los media
implementan la estrategia de desviar la atención mundial hacia el mismo Snowden
–el mensajero-, e invisibilizar al mensaje. Entretejen el entuerto global del
ratón intentando escabullirse del gato. ¿Casualidad? El avión de Evo Morales,
primer presidente indígena (el real, no un espécimen del exotismo
etno-turístico) de Bolivia y hermano de lucha de Chávez, el 2 de julio del
2013, de regreso de una reunión en Rusia, es “detenido” en el aire europeo bajo
el argumento de que en el avión ocultaba a Snowden. Lo ponen a dar vueltas
sobre el espacio aéreo de la Unión Europea, como si fuese un narcotraficante
sin permiso de aterrizaje para escala en lugar alguno de ese contexto. A riesgo
de ser derribado por un misil “perdido” o un drone “extraviado”; o un
“accidente”. Y por humillarlo a él y a todo lo que representa la integración
regional insubordinada contra la hegemonía capitalista de turno. La soberana
decisión de Ecuador, Venezuela, Nicaragua y la misma Bolivia, de ofrecer asilo
humanitario a Snowden, se debía pagar con la desvalorización de dichos países e
integración regional en su valor de cambio. Y esa desvalorización es en
principio masmediática; Rusia entró en el agua hasta los tobillos. No sentir la
ofensa contra Evo y Bolivia como propia es el comienzo del regreso a la
sumisión al sistema burgués.
El punto de mira
de la NSA (National Segurity Agency) angloestadounidense está en esa
integración regional latinoamericana y caribeña, en lo que la hegemonía
capitalista actual pierde a partir de discernirla en su valor de cambio. La
“comunicación” tiene que implicar dinero –dólar-, o algo que pueda convertirse
en capital. La ultraderecha venezolana no es más que la punta del rabo de un
animal enorme que conforma a la estrategia de dominación imperialista. El suyismo
al que apela la propiedad privada capitalista no estriba en la acumulación de
“cosas” u objetos; sino en la apropiación del plusvalor del trabajo ajeno;
vivir de la renta soportada por el trabajo de otro u otros.
Uno de los
principios vitales que debe consagrarse en y desde el socialismo bolivariano,
chavista, es el de huir como de la peste de la perspectiva de vivir de
rentismo alguno. Ni de la renta del trabajo de otro; ni de la renta
petrolera, ni de la renta de “melones automáticos”. Sin tal rentismo no existe
ultraderecha sustentable. El valor de
uso no es un término arcaico, sino la perspectiva de un futuro posible,
sustentable; para todos. La mundialización que se “comunica” obedece al
principio del valor de cambio desde el acopio capitalista que es parasitario,
por rentista. Solo la ignorancia ha permitido que ese principio haya
proliferado junto a la expansión de la cultura del capitalismo a través de la
comunicación; que produce renta para su plutocracia y “sueños” para
todos los demás. Sueños que van desde una “buena” película “yuma” hasta mal
discernir el secuestro de Evo como lo más normal del mundo, para cazar al
molesto “ratón”. El sistema capitalista nos necesita socotrocos, ñongos o
brutos. No hay que olvidar que:
“La ignorancia jamás
ha ayudado todavía a nadie”, decía K. Marx en 1846. Convertir los medios en
fábrica de pensamiento en vez de fábrica de sueños, en actividad en vez de
accionismo, en creatividad en vez de imitación”. [2]
La verdadera
comunicación es creadora de una cultura como valor de uso; al servicio de la
equidad y la justicia social, incluso en los sueños. La tecnofilización
de la cultura equivale a la hegemonía imperialista, que incluye a la dominación
y el control sobre todos los sueños ajenos; incluyendo a los de emancipación; a
la equidad en lo que se comunica; es decir, a la libertad. No hay brutos
(incultos) libres.
[1] ROMANO, Vicente (2013). La guerra de la
información en Venezuela. En: Lahaine.org. Consultado el 2 de mayo de 2013, desde URL http://www.lahaine.org/blog.php?disp=impr&blog=3&p=68947
[2] Ibídem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario