Por Thierry Meyssan
Thierry Meyssan

Los dos ganadores del premio
Nobel de economía de 2005, Thomas C. Schelling y Robert J. Aumann, han sido
premiados debido a su contribución a la «teoría de los juegos». De hecho,
Thomas C. Schelling fue el teórico de la escalada militar durante la guerra de
Vietnam y actualmente justifica la negativa estadounidense a la ratificación
del protocolo de Kyoto y el abandono de los objetivos de la ONU para el
milenio. Robert J. Aumann es un talmudista esotérico que teorizó sobre el uso
del castigo colectivo para oprimir a los palestinos.
El premio Nobel de Economía
correspondiente a 2005 fue atribuido, el 10 de octubre, a Robert J. Aumann y
Thomas C. Schelling debido a sus trabajos sobre la teoría de los juegos. El
jurado subraya en su comunicado que dichos trabajos contribuyeron a un conocimiento
racional de los comportamientos humanos según un esquema que puede ser aplicado
tanto a las negociaciones políticas como a las económicas, contribuyendo así a
acercar la ciencia económica a las demás ciencias sociales.
Considerando probablemente que el
jurado del premio Nobel goza de la infalibilidad que se le atribuye al Papa,
los medios de difusión se hicieron eco de la noticia y aplaudieron a los
premiados sin preocuparse por el contenido exacto de los trabajos mencionados y
sus aplicaciones o de las razones que pudieron determinar la elección de los
jueces.
Robert J. Aumann,
teórico de la opresión militar
Dejemos a un lado el caso, algo
folklórico, del matemático cabalista Robert J. Aumann, cuyo principal aporte a
la humanidad parece haber sido la aplicación de la teoría de los juegos a la
lectura del Talmud, sobre todo para resolver el cruel dilema de la repartición
de la herencia de un marido fallecido entre tres viudas. El laureado también se
dio a conocer a causa de sus investigaciones esotéricas sobre los códigos
ocultos de la Torah.
Más prosaicamente, Robert J.
Aumann teorizó sobre la aplicación del principio de la «cooperación forzosa»
por «temor al castigo» en el trato inflingido a los palestinos, método que, al
instituir los castigos colectivos, es violatorio de las convenciones
internacionales. Auman milita en una organización extremista, Professors for a
Strong Israel, que él mismo ayudó a crear para sabotear los acuerdos de Oslo.
Defensor de la creación del Gran Israel sobre una base judía racial, Robert J.
Aumann se opone a la creación de un Estado palestino y actualmente hace campaña
en contra de Ariel Sharon y a favor de la anexión de Gaza.
Concentrémonos más bien sobre el ejemplar caso del otro
laureado.
Thomas C. Schelling,
teórico de la escalada militar
Nacido en 1921, Thomas C.
Schelling realizó sus estudios de economía en la universidad de Berkeley
durante la Segunda Guerra Mundial. Entró más tarde, en 1945, en el Buró Federal
del Presupuesto mientras preparaba su doctorado en Harvard. En 1948, trabajó en
París con el embajador estadounidense Averel Harriman en la administración del
Plan Marshall.
La familia Harriman se había
convertido en una de las más ricas de Estados Unidos luego de la construcción
del ferrocarril del Pacífico. Durante los años 30, Averel había brindado su
apoyo financiero en Alemania al ascenso del canciller Hitler, cuyas tesis
favorables a la eugenesia compartía tanto como la obsesión anticomunista. En
1941, sin embargo, Averel Harriman cambió de bando por considerar que el
imperialismo nazi representaba un peligro para el dominio marítimo anglosajón.
En aquel entonces, los negocios de Harriman se hallaban bajo la dirección de su
apoderado Prescott Bush (abuelo de George W.) y su defensor en el plano jurídico
era el gabinete de Allen Dulles (futuro jefe de la CIA).
El Plan Marshall era un proyecto
de reconstrucción de Europa cuyo objetivo era garantizar las inversiones
estadounidenses mediante la creación de un mercado interno y ejerciendo
influencia sobre los procesos políticos para evitar que los comunistas llegaran
al poder por la vía democrática.
Cuando el presidente Truman
nombró a Harriman secretario del Comercio, Schelling lo siguió a Washington,
donde fue incorporado al equipo presidencial para ocuparse de cuestiones del
comercio internacional. Perdió su puesto debido a la derrota electoral de los
demócratas y durante varios años se dedicó solamente a la enseñanza en la
universidad de Yale.
En 1958, fue reclutado por la
Rand Corporation, el think tank [centro de investigación, propaganda y
divulgación de ideas, generalmente de carácter político N. del T.] de lo que el
presidente Eisenhower designaría más tarde como «complejo militar e
industrial». Esa institución, hasta entonces dedicada al estudio de las nuevas
armas, comienza a elaborar un pensamiento estratégico alrededor de
intelectuales como Herman Khan y Albert Wohlstetter (suegro de Richard Perle).
Thomas C. Schelling no tardará en cruzarse allí con el matemático Robert J.
Aumann, con quien compartirá mucho más tarde el premio Nobel.
Schelling se ve inmediatamente
inmerso en las negociaciones sobre el desarme que se desarrollan en Ginebra.
Estas tienen lugar bajo la dirección de Paul Nitze, el maestro de la Guerra
Fría, cuyo asistente es Wohlstetter. Ambos piensan que la bomba atómica no es
lo suficientemente disuasiva si la URSS tiene la posibilidad de lanzar una
ataque relámpago que destruya la capacidad de respuesta estadounidense.
Estiman por consiguiente que es
necesario desarrollar un arsenal, dispersarlo por el mundo y negociar con los
soviéticos el desmantelamiento de los cohetes portadores más rápidos y de sus
bases más próximas. La Rand Corporation pretende racionalizar la negociación
apoyándose en la teoría de los juegos del matemático John von Neuman (quien
participó en la creación de la bomba atómica estadounidense) y del economista
Oskar Morgenstern. Schelling comienza a estudiar la aplicación de dicha teoría
a esa circunstancia en particular y escribe un libro sobre el tema: The
Strategy of Conflict [1].
Según él, la disuasión no debe
ser un juego en el que cada competidor tema perder lo mismo que su oponente
sino una mezcla de competencia y cooperación tácita. De la misma manera que un
conductor trata de sobrepasar otro auto sin tratar por ello de sacarlo de la
pista, durante la Guerra Fría es posible tratar de vencer en teatros de
operaciones periféricos sin provocar por ello el Apocalipsis nuclear. Para la
mayor felicidad de los industriales del sector militar, esta teoría conduce a
la adopción de una estrategia de respuesta gradual en vez de llevar a la
destrucción de todas las grandes ciudades del adversario, o sea a la concepción
de una variada gama de armamentos además de la amplia cantidad de bombas de
gran poder ya almacenadas en aquel momento.
Sin embargo, en aquella época, la
idea predominante en Washington seguía siendo la de la «respuesta masiva». Para
demostrar la eficacia de su teoría, Thomas C. Schelling recurrió a su amigo
John McNaughton, convertido en consejero principal del secretario de Defensa
Robert McNamara. En septiembre de 1961 se organizó, en Camp David y durante dos
fines de semana, un juego de simulación en el que se enfrentaron dos equipos,
los Azules y los Rojos. Algunos altos dirigentes, como Henry Kissinger y
McGeorge Bundy, participaron en el mismo.
Como quiera que sea, en 1964 el
consejero para la seguridad nacional McGeorge Bundy, inquieto ante la
posibilidad de que los oficiales estadounidenses repitiesen en Vietnam los
errores que había cometido ya en Corea del Norte el general Douglas MacArthur
(quien pretendía «vitrificar» el país para acabar de una vez y por todas con
los comunistas), pidió a John McNaughton y Thomas C. Schelling que planificaran
una estrategia gradual, o sea un escenario que incluyera provocaciones y que
permitiera una escalada capaz de obligar a los vietnamitas a ceder. Ambos
aconsejaron la realización de campañas de bombardeo de duración creciente. La
primera, conocida bajo el código operacional Rolling Thunder, se desarrolló del
2 al 24 de marzo de 1965. Al no tener la menor incidencia sobre la
determinación del pueblo vietnamita, aquella campaña fue seguida por otras más.
Seis millones de toneladas de bombas más tarde, la teoría de los juegos de
Thomas C. Schelling había dejado dos millones de muertos [2]. Robert McNamara
renunció a la secretaría de Defensa para dedicarse a la presidencia del Banco
Mundial mientras que Averell Harriman era llamado para reforzar el equipo que
negociaba la paz.
Después de aquel desastre, Thomas
C. Schelling volvió a la enseñanza en Harvard, aunque seguía trabajando como
consultor para la CIA. Es entonces cuando comienza a aplicar la teoría de los
juegos a las negociaciones comerciales internacionales y publica Micromotives
and Macrobehavior(1978), obra seguida de Choice and Consequences (1984).
En 1990, después de acogerse a su
jubilación de profesor universitario, Thomas C. Schelling se incorpora a la
Albert Einstein Institution, institución investigativa convertida en sucursal
de la CIA para la organización de derrocamientos de regímenes mediante vías «no
violentas» [3]. Allí participa en la organización de seudo revoluciones en los
Estados de la antigua zona de influencia soviética. Las más recientes son las
de Georgia y Ucrania.
Thomas C. Schelling apareció de
nuevo en escena, en junio de 2002, al publicar en la revista del Council of
Foreign Relations,Foreign Affairs, un artículo de gran repercusión en el que
justificaba el rechazo del presidente George W. Bush a la ratificación del
protocolo de Kyoto [4]. Según él, la relación entre la emisión de los gases que
provocan el efecto de invernadero y el agujero de la capa de ozono no está
claramente demostrada y ningún Estado prevé seriamente la realización de
costosos esfuerzos para reducirlo. Lo más importante es que el mecanismo del
protocolo de Kyoto estaría basado en la aceptación de generosos principios
enunciados por ganadores del premio Nobel y no en un sistema de concesiones
recíprocas. El profesor explica después que existen sólo tres experiencias
exitosas de compromiso económico multinacional: el Plan Marshall, la OTAN y la
Organización Mundial del Comercio. En todos esos casos, Estados Unidos
estableció primero las reglas e instituyó después sistemas de regulaciones
mediante los cuales cada Estado se justifica ante los demás y vigila a los
demás, de manera que Washington impone una regla sin tener que hacer el papel
de policía.
Durante la primavera de 2003,
Thomas C. Schelling fue uno de los ocho expertos que Bjorn Lomborg reunió en
Copenhague para evaluar los objetivos del milenio, o sea los programas
establecidos por la ONU, durante una reunión impulsada por The Economist y
financiada por la Fundación Sasakawa [5]. El documento final, conocido como
Consenso de Copenhague, relega la disminución de los gases que provocan el
efecto de invernadero a la posición 17 y se concentra en objetivos más
lucrativos como (1) la producción, con licencia de explotación, de medicamentos
contra el VIH/Sida; (2) la difusión de los OGM para luchar contra la
desnutrición y (3) el levantamiento de las barreras aduanales.
Si bien la obra teórica de Thomas
C. Schelling ha demostrado ser inoperante, y por tanto científicamente errónea,
no es menos cierto que éste ha hecho a nuestra época una contribución
significativa al demostrar que las autoridades estadounidenses utilizan las
mismas herramientas cognitivas para abordar la guerra y el comercio
internacional. En cuanto a su ex colega y actual coganador del premio Nobel,
Robert J. Auman, después de soñar con la numerología bíblica transformó los
crímenes israelíes en fórmulas matemáticas para demostrar cómo podían los
colonos israelíes oprimir a los palestinos. Es altamente improbable que, al
hacerles el honor de premiarlos, el jurado del premio Nobel se haya hecho honor
a sí mismo.
[1] The Strategy of Conflict, por Thomas C. Schelling,
Harvard University Press, 1960. Título de la traducción al francés: La
Stratégie du conflit, Presses universitaires de France, 1986.
[2] En lo tocante a los detalles de la planificación de
aquella carnicería, el lector puede consultar los documentos que Daniel
Ellsberg reveló ilegalmente, conocidos como The Pentagon Papers. Título de la
traducción francesa, Le Dossier du Pentagone, ediciones Albin Michel, 1971.
[3] Ver nuestra investigación «L’Albert Einstein
Institution: la non-violence version CIA», por Thierry Meyssan, Voltaire, 4 de
enero de 2005.
[4] «What Makes Greenhouse Sense?», por Thomas C. Schelling,
Foreign Affairs, número de mayo-junio de 2002.
[5] Ver «Sasakawa, un criminel de guerre respecté», por
Denis Boneau,Voltaire, 17 de mayo de 2004.
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