Por Francisco Javier Sierra Corrales
Podemos decir que hay
autodefensas que son autodefensas de verdad, y por el contrario hay autodefensas
que son otra, cualquier cosa, menos autodefensas. Acorde al concepto político
militar de la palabra, podemos decir con precisión que hay autodefensas y hay
“Autodefensas”. De estas últimas, cuyo modelo clásico es el colombiano, son la
distorsión y prostitución del sentido etimológico de la palabra que significa
“defenderse uno mismo”, implica actuar a la contra-ofensiva, jamás ser el
agresor sino actuar en respuesta legítima, todo lo contrario a las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC), promovidas por el imperialismo y el estado narco-oligárquico
de Bogotá como grupos de exterminios de luchadores políticos y sociales. Esta última es la
herramienta del imperialismo yanqui en Colombia para hacer la guerra sucia
(Exterminio físico a la disidencia de izquierda revolucionaria o genocidio
político) no sólo en contra de las FARC, que sería su pretexto publicitado sino
también de simples luchadores sociales como sindicalistas, dirigentes
comunitarios, periodistas alternativos y los mal denominados defensores de
derechos humanos. Es una herramienta tapadera porque el “cuento” es que las
autodefensas unidas de Colombia actúan por su propia cuenta. Son autónomas,
cuento este, que es una falacia ya que es un grupo para-estatal y de
exterminio, son grupos de acción y no de autodefensas propiamente tal, Por
ello, estas son del tipo de “Autodefensas” con comillas.